miércoles, 12 de marzo de 2014

La acción de Perdriel

Por el Tte Cnel (R) Horacio E. Morales

1ro de julio de 1806: En una celda del Convento de Santo Domingo, Santiago de Liniers mantiene una secreta conversación con Fray Gregorio Torres. Liniers acaba de llegar a Buenos Aires, luego de solicitar y obtener del General Guillermo Carr Beresford el correspondiente permiso para ingresar a la ciudad. Durante las últimas jornadas, ha permanecido al frente de la batería de la Ensenada, alejado de los combates que culminaron con la derrota de los efectivos del Virreinato. Por consiguiente, está libre del compromiso que se había impuesto a los soldados españoles capturados, de no tomar nuevamente las armas contra los invasores británicos. Santiago de Liniers está decidido a reiniciar la lucha por la liberación de Buenos Aires. Esta resolución es la que le comunica, con emocionadas palabras al Prior de Santo Domingo en su celda del Convento. Ese mismo día, durante el oficio de la santa misa, había realizado la solemne promesa ante la imagen sagrada de la Virgen, ofreciéndole las banderas que tomaría a los británicos si la victoria lo acompañaba. No es vana su promesa. Nueve días más tarde, y luego de informarse acerca de las tareas de resistencia que organizan en la ciudad los grupos acaudillados por D Martín de Alzaga, se embarca Liniers en el puerto de Las Conchas, en el actual Tigre, rumbo a Montevideo. Su objetivo es combinar las operaciones con el Gobernador de Montevideo, Brigadier D Pascual Ruiz Huidobro, quien se encuentra planificando las acciones para expulsar a los ingleses de Buenos Aires. El General Beresford, mientras tanto, dicta una serie de medidas de gobierno con el objeto de ganarse el favor de la población de la ciudad, confiado que con esta política obtendrá resultados positivos para los intereses británicos, aún en el supuesto caso de que sus efectivos deban abandonar Buenos Aires, y la ciudad deba ser reintegrada a las autoridades españolas. Su intención la manifiesta en un reservado informe que envía a Londres señalando que las disposiciones adoptadas reducirán la lealtad de los habitantes del Virreinato, “...de manera que si fueran devueltos, le será a España extremadamente difícil gobernarlos...”. Simultáneamente con lo referido, Beresford exige y obtiene que le sean entregados los caudales reales que, en el momento del ataque a la ciudad, fueron conducidos por orden del Virrey, Brigadier Rafael de Sobre Monte, Marqués de Sobre Monte a la Villa de Luján. Se dispone una partida de soldados británicos que se dirige hacia la referida Villa, trayendo de regreso en un tren de carretas los caudales reales. El tesoro, que suma más de 1.000.000 de pesos fuertes, es embarcado en una de las fragatas de Sir Home Riggs Popham y conducido inmediatamente a Londres. Posteriormente, dicho tesoro, será repartido entre todos los Jefes, Oficiales y Soldados que formaron parte de la expedición al Río de la Plata. En Buenos Aires se ponen en ejecución numerosas actividades conspiradoras. Muchos soldados británicos son inducidos a desertar, lo que obliga al General Beresford a dictar un bando por el cual amenaza con la pena de muerte a todo aquel que incite a la tropa invasora a realizar abandono de las filas. Mientras tanto, Martín de Alzaga trabaja activa y decididamente con sus compañeros, a riesgo de sus propias vidas, para lograr la expulsión de los ingleses. Entre los referentes de los distintos grupos que actúan en la ciudad, se destacan D Felipe Sentenach, D Gerardo Estevé y Llach, D Juan de Dios Dozo, D Juan Trigo, antiguo Sargento de la expedición de D Pedro de Cevallos, D Juan Vazquez Feijoo, cadete de milicias provinciales, D
José Fornaguera, que fue quien puso en servicio los cañones que fueron encontrados en la quinta de Marcó del Pont, llegó más tarde a ser el segundo jefe de la artillería de la defensa durante la invasión de 1807, los hermanos José Cipriano, Juan Andrés y el presbítero Feliciano José Pueyrresdón, Cornelio Zelaya, Diego Belgrano, Francisco Trelles, Lucas Obes, José Melián, Juan José de la Oyuela, los hermanos Juan Pablo y Martín Rodriguez, Lorenzo López, entre otros. Algunos hombres de este grupo son los que ponen en ejecución el célebre “Plan de las minas”, mediante el cual pretenden volar los dos principales emplazamientos de los efectivos británicos, el Fuerte y el Cuartel de la Ranchería, este último en la actual esquina de Perú y Alsina. Este proyecto no se limita únicamente a una operación contra el invasor inglés, tiene además, proyecciones políticas. El día 15 de julio se reúnen secretamente los vecinos complotados, quienes nombran jefe a D Felipe de Sentenach, quien toma a su cargo la dirección de las obras de excavación de los túneles. Durante la referida reunión, los integrantes del grupo deciden que, si la reconquista tiene éxito, ellos, en nombre del pueblo, convocarán a Cabildo Abierto para elegir los jefes que “...supremamente han de gobernar hasta que otra cosa se determine por nuestro monarca”. La decisión de apartar al Marqués de Sobre Monte del gobierno del Virreinato es resuelta con bastante anterioridad a la derrota de las fuerzas invasoras. El Virrey con su cobarde retirada, se ha ganado el repudio generalizado de los criollos y españoles de Buenos Aires, los que en su portunidad no dudaron en derrocarlo, designando en su reemplazo al Jefe de la Reconquista, D Santiago de Liniers. Es preciso recordar que el Brigadier D Rafael de Sobre Monte había sido nombrado Virrey efectivo por Real Cédula del 06 de octubre de 1804. (1) Delegó el mando político en la Real Audiencia, y el mando militar en la Capital en el Capitán de Navio D Santiago de Liniers, el 28 de agosto de 1806.(2) Fue desposeído del mando por las autoridades de Buenos Aires el 10 de febrero de 1807(3), y por el Rey el 24 de febrero de 1807.(4) La Real Audiencia de Buenos Aires asumió las funciones de Virrey el 10 de febrero de 1807. (5). Entregó el mando al Brigadier de la Real Armada D Santiago de Liniers, el 21 de junio de 1807.(6) Retomando los hechos históricos sucedidos, D Santiago de Liniers llega a Montevideo el 16 de julio y en su entrevista con el Gobernador, Jefe de Escuadra D Pascual Ruiz Huidobro, le ofrece sus servicios para ponerse al frente de la expedición que debe liberar a Buenos Aires. En los mismos días en que Liniers pasaba a la banda oriental del río para someter al Gobernador de Montevideo su proyecto de expedición a Buenos Aires, el vecino y comerciante de esta ciudad D Juan Martín de Pueyrredón, se trasladaba también a aquella plaza, a cuyo Gobernador se ofreció “con otros dos compañeros, D Manuel de Arroyo y D Diego Herrera, del mismo vecindario y comercio, a regresar a la Capital y salir a sus campos e inmediaciones a hacer reunión de cuantas gentes pudiese, y a mantenerlas de todo lo necesario por numerosas que fuesen, y aún a armarlas, hasta que viesen el fin de sus patrióticos deseos, sin el menor gravamen de la Real Hacienda y todo a sus expensas”. Tal reza el Certificado de los Servicios de Pueyrredón que Liniers le expediría el 10 de septiembre de 1806.(7) El Gobernador Ruiz Huidobro, reconociendo la utilidad que a la expedición de la reconquista, una vez desembarcada en la costa de Buenos Aires, reportaría el ofrecimiento de Pueyrredón resolvió autorizarle para la propuesta reunión de voluntarios, y en el interés de que todos reconocieran el carácter oficial de que aquel benemérito ciudadano quedaba investido, le entregó el 18 de julio una proclama dirigida a los habitantes de la campaña.(8) En el referido documento, después de hacer mención a la desgraciada pérdida de la Capital, y de anunciar su firme propósito de marchar pronto con una fuerte expedición a reconquistarla, el Gobernador de Montevideo advertía que, en la necesidad de asegurar el mayor éxito a la inminente operación, “espero que todos los habitantes de esa parte meridional, que amantes de la mejor suerte de su país y del amor y leal vasallaje a su legítimo soberano quieran contribuir con su persona a esta empresa gloriosa, se unan al sujeto que les presente este manifiesto, y con las armas que tuvieran o sin ellas ocurran al paraje a que les conduzca, en el cual me hallaran en persona, si no me lo impidieren mis dolencias, con las tropas, voluntarios y artillería que se han de encaminar a la Capital o lugar en que se encuentren los enemigos”. Las acciones que conducirían a la reconquista se encuentran ya en marcha. En Montevideo, su Gobernador Ruiz Huidobro junto a Liniers comienzan a organizar las fuerzas que marcharán contra Buenos Aires, contando con el entusiasta y decidido apoyo de la población oriental. Provistos de la proclama, Pueyrredón y sus compañeros partieron de inmediato hacia Buenos Aires, comenzando las tareas de reunir hombres, armas, caballos y víveres en espera de la llegada de la expedición que vendría de Montevideo. Juan Martín de Pueyrredón inicia la reunión de gran cantidad de voluntarios, españoles y criollos, la gran mayoría peones de estancias y vecinos de San Isidro, Morón, Pilar, Luján, Salto, Baradero. También de la ciudad Capital se le suman numerosos grupos de hombres ansiosos de participar en la lucha. Pueyrredón concentra los efectivos en los caseríos de Perdriel, entonces propiedad de la familia Belgrano. (9) Informado el Segundo Comandante de fronteras Antonio Olavarria de la orden del Gobernador de Montevideo (10), reunió en Luján todos los Blandengues de que pudo disponer, así como bastante caballada y algunos de los cañones que se hallaban en los fortines, marchando después “por dirección de los emisarios, conforme al exhorto del Sr. Gobernador de Montevideo” (11), a la Chacra de Perdriel, donde el 31 de julio se reunió con la gente traída por Pueyrredón y con algunos grupos armados que secretamente habían salido de la ciudad. Dada su jerarquía militar, el Comandante Olavarria asumió en Perdriel el mando de todos los contingentes. En ese histórico lugar, el 31 de julio de 1806 se encuentran reunidos aproximadamente 800 hombres con sus correspondientes caballadas. (12) Esa noche, el General Beresford asiste junto con sus oficiales a una función en el Teatro de la Comedia. Posee ya informes de la rebelión en marcha, por lo que dispone que parte de las fuerzas a sus órdenes permanezcan acuarteladas y sobre las armas. Finalizada la representación teatral, los oficiales ingleses se retiran al Fuerte. En ese lugar Beresford recibe una información sorpresiva, que le comunica uno de sus espías. En Perdriel, a pocos kilómetros de Buenos Aires se hallan concentrados gran cantidad de hombres armados dispuestos a entrar en combate contra el invasor inglés. La reacción de Beresford es inmediata. Ordena la presentación del Coronel Sir Denis Pack, Jefe del Veterano Regimiento 71 y dispone que de inmediato 500 soldados de esa Unidad y 50 del Batallón de Santa Elena se apresten para la marcha. La columna sería reforzada con seis piezas de artillería. Según el parte que Pueyrredón elevaría desde Colonia el 03 de agosto al Gobernador de Montevideo, “me hallaba el 31 de julio en la Cañada de Morón con ochocientos hombres montados y armados, en la mayor parte Blandengues, y para mejor facilitar a nuestros parciales que se hallaban dentro de la ciudad la reunión a nuestras fuerzas, me puse en marcha en ese mismo día para aproximarme algo más a la Capital, como al punto que V.S. me había designado para el desempeño. En la noche de ese día hice un expreso para avisar el punto en que me hallaba y convidar a los nuestros a que se viniesen, y en la madrugada del día lro, cuando esperaba mis gentes, llegaron varias de nuestras partidas avanzadas con la noticia de que los ingleses venían a nosotros”. (13) Algunos grupos, sin embargo, tuvieron tiempo de salir de la ciudad y de llegar a Perdriel antes de que lo hicieran los ingleses. Así, el Sargento retirado Cristóbal Olive, pedido de D Juan Trigo, logró reunir 76 hombres y con ellos se trasladó a Perdriel, llegando a tiempo para intervenir en la acción del 1ro de agosto. (14) Beresford en su narración de los hechos, expresa “habiendo entonces sabido que las tropas de la frontera se reunirían en la noche del 31 de julio en Perdriel con las que ya habían abandonado la ciudad, cuyo total los informes que yo tenía hacían ascender a una cifra más grande de la que yo encontré allá el 1ro de agosto, a las dos de la mañana de este día marché para atacarlos con quinientos hombres del Regimiento 71, a las órdenes del Teniente Coronel Pack, cincuenta de la infantería de Santa Elena y seis piezas de campaña. Habiéndome extraviado dos veces los guías durante la noche, resultó que no pude llegar al enemigo antes de las ocho, lo que le dio tiempo suficiente de prepararse, y lo encontré formado con alguna habilidad y aparentemente dispuesto a una resuelta resistencia, sus efectivos parecían uno dos mil hombres, principalmente de caballería. Aunque mis hombres no habían hecho un sólo alto desde que salieron de la ciudad, estaban tan ansiosos de atacar al enemigo, que inmediatamente tomé mis disposiciones para el ataque y pasé a él”. (15) Durante la noche y para la protección de las tropas del campamento de Perdriel, el Comandante Olavaria había destacado algunas patrullas hasta la ciudad, adelantadas a una legua del lugar de concentración. Una de las patrullas estaba al mando de D Martín Rodriguez, compuesta de 19 hombres, por él reunidos anteriormente en la ciudad, y por 20 Blandengues que le entregó el Jefe de las fuerzas. “A las cuatro de la mañana del día siguiente, ( se refiere al 1ro de agosto), recibí la orden para que me replegase inmediatamente al campo, pues una fuerte columna de enemigos venía a atacarnos”. (16) A los efectivos que se encontraban descansando en el campo de Perdriel, se sumaron en la madrugada del 01 de agosto, un refuerzo de 50 voluntarios, enviados por D Francisco Reguera y cuatro carronadas de a 18, tres camaretas de a 8, a las órdenes de D Miguel Esquiaga y D Pedro Miguel Anzoátegui. Este material junto a los dos pedreros traídos por el Comandante Olavarria de los fortines de la línea de fronteras con los indios, era la única artillería disponible para hacer frente a los veteranos efectivos ingleses. (17) Siendo aproximadamente las 8 hs y después de una agotadora marcha nocturna, el enemigo apareció en inmediaciones de Perdriel. Beresford formó una línea de ataque en dos alas. Previamente, el jefe de las avanzadas divisó a los ingleses en su marcha de aproximación, dando el alerta al campamento, disponiéndose los efectivos a improvisar la defensa a lo largo de una tapia recta, con dos grupos de tiradores en ambos extremos. Las cuatro carronadas, que habían llegado esa madrugada y que conducía el propio Reguera, se montaron en cureñas, poniéndolas en batería, reemplazando las cureñas con osamentas, colocando los pedreros en el centro del dispositivo, y los Blandengues de la Frontera como reserva. La poca artilleria disponible estaba al mando del Capitán de marina mercante D Francisco Trelles, con el Cabo Manuel Palominos y 24 mprovisados artilleros. Llegados los ingleses a tiro de cañón de la posición defensiva, los artilleros abrieron el fuego, que fue contestado por las piezas de la columna atacante, que con prontitud se estableció en una posición a vanguardia, sostenida por una línea de tiradores, mientras la infantería tomaba la formación para el ataque. Unas pocas descargas de fusilería y la amenaza del avance incontenible de los ingleses fueron suficiente para vencer la resistencia de la posición y ejecutar la retirada de todos los grupos defensores, que dejaron en poder del enemigo toda la artillería Pueyrredón narra que él “para mejor hacer valer nuestras ventajas, tomé la tercia parte de mis tropas, y después de haber mandado al Comandante D Antonio de Olavaria que en viéndome atacarlos por la retaguardia, hiciese él la misma operación para oprimirlos por todas partes, salí a galope y a poco rato los tuve enteramente cortados. En esta situación hice señal de avanzar y a la cabeza de los míos me precipité sobre el grueso de los enemigos y me hallé en medio de ellos con sólo diez de mis compañeros que me siguieron, mi objeto era quitarles la artillería”. El resultado de esta arriesgada acción fué el de apoderarse Pueyrredón de un carro de municiones, logrando él salvarse milagrosamente, después de haber sido muerto su caballo por una bala de cañón. Y al referirse a la conducta de su gente expresaba “todos, Señor, huyeron, y nos tomó el enemigo la Artillería y provisiones, pero yo conservé mi presa”. (18) La desesperada carga de Pueyrredón no alteró el resultado final de esta acción. Beresford juzgaba la actuación de su adversario expresando “el enemigo daba frecuentes vítores a medida que nos aproximábamos y abrió fuego de cañón, pero su resistencia, al igual que la primera vez (se refiere a la que el 27 de junio hiciera en Puente de Gálvez), no estaba en relación con el aspecto que presentaba, su línea frontal se deshizo en muy poco tiempo, y en menos de veinte minutos pudimos ver a su dispersa caballería revolotear a nuestro alrededor fuera de la distancia de tiro”.(19) Beresford quedó dueño del campo de la acción, y al llegar a la posición, encontraron los cañones abandonados, manteniéndose firme al pié de uno de ellos, un sólo hombre. Era el Cabo irlandés Miguel Skennon, desertor de las filas inglesas, dispuesto a combatir por su fe católica contra los herejes. A pesar del contraste sufrido, Juan Martín de Pueyrredón y su hombres, se reagruparon y se incorporarían más tarde a las fuerzas que desembarcarían al mando de Santiago de Liniers, participando activamente durante la Reconquista de Buenos Aires. Al término de la referida acción de combate, el general Beresford concedió a su tropa, un descanso de dos horas, regresando luego la columna a Buenos Aires, llegando antes del anochecer. Llevaban como trofeo dos de las piezas de artillería capturadas y siete prisioneros. Entre éstos últimos se encontraba el Cabo Skennon, que para la marcha fue amarrado a la cureña de un cañón inglés. Para sentar ejemplo, el Gral. Beresford ordenó su fusilamiento, que fue ejecutado el 9 de agosto, frente a todo el Regimiento 71, formado en cuadro. Esta acción de combate librada el e1 de agosto de 1806, en proximidades del actual Museo Histórico José Hernández-Chacra Pueyrredon, a pesar de haber resultado adversa a las armas patriotas, permitió que el Pago de Santos Lugares comenzara a insertarse en la historia grande de la Patria. La importancia de este encuentro fue ratificado por el Cabildo de Buenos Aires, al otorgar, con autorización del Virrey, un escudo conmemorativo de la acción librada, entrega formalizada el 23 de diciembre de 1806.
NOTAS:
1.- Archivo General de la Nación, “Tomas de razón”, Libro 29, folio 69 .
2.- Decreto trascripto en el Anexo Nro 24 del Oficio del 30 de agosto de 1806, enviado de San Nicolás por el Virrey, Marqués de Sobre Monte, al Príncipe de la Paz. Archivo General de Indias, de Sevilla, Audiencia de Buenos Aires. Duplicados del Virrey, 1806. (Est. 122. Caj. 6. Leg.22).
3.- Archivo General de la Nación. “Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires”. Serie IV, Tomo II, Años 1805 a 1807. Folio 448.
4.- Real Orden del 24 de febrero de 1807, comunicada al Gobernador de Montevideo D Pascual Ruiz Huidobro por el Ministro de Guerra Marqués Caballero ( Archivo General de la Nación. “Invasiones inglesas 1806 – 1809”. Legajo Nro 1943).
5.- Desposeído del mando el Virrey titular, Marqués de Sobre Monte, la Real Audiencia dió cumplimiento a la Real Cédula del 02 de agosto de 1780, que establecía que por muerte, ausencia o impedimento del Virrey titular, y en el caso de no existir Pliegos de Providencia, la RealAudiencia debía encargarse del mando político y militar “con toda la plenitud de autoridad y facultades que lo haya ejercido la persona cuya muerte, promoción o ausencia se verificas”.
6.- Archivo General de la Nación. “Reales Ordenes 1806”. Legajo Nro 23. Borrador de una Resolución de la Real Audiencia, agregado a la Real Orden del 23 de octubre de 1806, la cual establecía que el mando superior, político y militar, en caso de acefalía, debía recaer “en el militar de mayor graduación, que no baje de Coronel efectivo de Ejército, no habiendo nombrado Su Majestad, por Pliego de Providencia u otra manera, el que deba suceder”.
7.- Extraído del Certificado de los Servicios de Pueyrredón que Liniers le expide el 10 de septiembre de 1806.
8.- La Proclama del Gobernador de Montevideo figura en la publicación del Museo Mitre. “Documentos del Archivo de Pueyrredón”, Tomo I, Folio 35.
9.- En esa época los denominados Caseríos de Perdriel pertenecían a la sucesión de D Domingo Belgrano, padre de D Manuel Belgrano, que luego sería Sargento Mayor de la Legión de Patricios durante la invasión inglesa de 1807. La chacra tenía unos 300 m de frente y 5.000 m de fondo, que iban desde el actual río de la Reconquista hasta pasando el Liceo Militar Gral. San Martín. Constituía uno de los puntos más
elevados de la zona. Llevaba el nombre de Perdriel por haber pertenecido a la familia de dicho apellido.
10.- A los pocos días de la ocupación de Buenos Aires por los ingleses, el Comandante Olavarria, que en su carácter de Segundo Jefe del Cuerpo de Blandengues se hallaba en la frontera con los indios, fue intimado por Beresford a que se presentara en Buenos Aires con su tropa, orden que aquél no acató. (Archivo General de la Nación. “Invasiones inglesas. Solicitudes de premios. 1807 – 1809”, legajo Nro 1941, expediente caratulado “Antonio Olavarria”). La proclama del Gobernador de Montevideo figura en la publicación del Museo Mitre “Documentos del Archivo de Pueyrredón”, tomo I, página 35.
11.- Oficio de Olavarria al Virrey, del 13 de agosto de 1806. (Archivo General de la Nación, “Invasiones inglesas, 1806 – 1809”, Legajo Nro 1943. 12.- Juan Martín de Pueyrredón junto con otros caracterizados vecinos y comerciantes sostenían con su propio patrimonio a cada uno de los hombres, siendo responsables también de su racionamiento, una buena ración de pan, carne y vino junto con yerba y tabaco.
13.- Archivo General de Indias, de Sevilla. “Buenos Aires, Legajo 93”. Este Parte de Pueyrredón forma el Anexo Nro 22 del Oficio del 30 de agosto de 1806, enviado al Príncipe de la Paz por el Virrey Sobremonte.
14.- Archivo General de la Nación, “Invasiones inglesas”. Solicitudes de premios 1807 – 1809 Legajo Nro 1941. Expediente caratulado Cristóbal Olive.
15.- Informe de Beresford del 04 de mayo de 1807 al Ministro de Guerra como Anexo Nro 16 del Apéndice.
16.- “Memorias y Autobiografías”, tomo I, página ll4.
17.- Carronada: Cañón corto y grueso, montado sobre un ajuste sin ruedas, su excesivo peso y poco alcance no lo hacían apto para seguir a las tropas. Camareta: mortero para fuegos artificiales. Pedrero: pequeña boca de fuego que lanzaba balas esféricas de piedra.
18.- Asevera Mitre “el Comandante Olavarria, a la cabeza de los Blandengues, puso se en retirada con su tropa formada, diciendo. Que comprometer combate sería exponer el fin de la reunión, que era esperar el ejercito de Montevideo y proveerlo de caballos, reforzándolo”. (Historia de Belgrano, tomo I, Pag 133).
19.- Informe de Beresford del 04 de mayo de 1807 al Ministro de Guerra como Anexo Nro 16 del Apéndice.

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