viernes, 10 de enero de 2020

Partes enviados por Mansilla en referencia a la Vuelta de Obligado

El combate de la Vuelta de Obligado -20 de noviembre de 1845- donde tropas del ejército y milicianos defendieron con gran valentía y denuedo dicho punto, no ha sido recordado y valorado en su justa medida, muy probablemente por el hecho de haberse producido bajo el gobierno de Rosas.  Una página de heroicidad se escribió en Obligado y por dicho motivo y en recuerdo de ella, publicamos los partes enviados por el Comandante de la Defensa, General Lucio Mansilla

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¡ Viva la Confederación Argentina !

¡ Mueran los salvajes unitarios !

Baterías, Noviembre 20 de 1845.

Año 36 de la Lib., 30 de la Independencia y 16 de la Confederación Argentina

Al General Primer Edecán de S. E. D. Juan Manuel Corvalán.

Sírvase V. S. Elevar al Superior conocimiento del Exmo. Señor Gobernador y Capitan General de la Provincia, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas, que hace tres horas nos estamos batiendo con los Anglo-Franceses, y que hasta ahora no se han podido acercar a la línea de atajo; pero que tengo el sentimiento que empeñado el combate de un modo violento, tendré que suspenderlo por falta de municiones.    Dios guarde a V. S. muchos años.

Lucio Mansilla





¡ Viva la Confederación Argentina!

¡ Mueran los salvajes unitarios!

Campamento, Noviembre 21 de 1845

Año 36 de la Lib., 30 de la Independencia y 16 de la Confederación Argentina

Al General Primer Edecán de S. E. D. Manuel Corvalán.

El infrascripto ha mandado ayer un obstinado combate durante ocho horas contra la Escuadra Inglesa y francesa que atacó vigorosamente las baterías de la Vuelta de Obligado.  La situación del infrascripto, a causa de una herida que ha recibido, no le permite estender el parte; y remito a V. S. el que ha ordenado al Coronel Jefe de las baterías, D. Francisco Crespo, que pase a V. S. para que se sirva elevarlo al supremo conocimiento del Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas.  La Escuadra Francesa e Inglesa ha tomado y domina el punto de las baterías y está sitiada de parte de tierra en la circunferencia del alcance de sus cañones por fuerzas nuestras suficientes que no dejan a los invasores otro terreno que pisar que el que pueden defender con sus fuerzas de artillería.   Dios guarde a V. S. muchos años.

Lucio Mansilla





¡ Viva la Confederación Argentina!

¡ Mueran los salvajes unitarios !

Campamento, Noviembre 21 de 1845

Año 36 de la Lib., 30 de la Independencia y 16 de la Confederación Argentina

Al Sr. General primer Edecán de S. E., D. Manuel Corvalán.

El infrascripto ha recibido orden del Sr. Comandante en Jefe accidental del Departamento del Norte, General D. Lucio Mansilla, de dirigir a Ud. el parte del combate que han sostenido ayer las Baterías en la Vuelta de Obligado contra las Escuadras invasoras Inglesa y Francesa combinadas. No siendo posible al Sr. General pasar el parte, a causa de haber sido herido, dando a esta División un ejemplo de valor heroico, toca al infrascripto este honor.   El 18 del corriente fondeó la Escuadra combinada francesa e inglesa, a dos tiros de cañón de nuestras Baterías.  Dispuso el Sr. General que tres embarcaciones pequeñas explorasen hasta medio tiro de cañón de las Escuadras enemigas, su actitud y disposición. Estas les hicieron fuego y las persiguieron, y al punto se replegaron sobre las Baterías sin contestarlo.  El 19 se preparó el enemigo para atacar; y el 20 a las ocho de la mañana toda su Escuadra maniobró hábilmente sobre las baterías. A la vanguardia estaban en línea cuatro bergantines de guerra, uno inglés y tres franceses; al centro los vapores Fulton,  Gorgon y Firebrand; y en la retaguardia dos corbetas y dos bergantines.  A las nueve y media de la mañana, estando el Sr. General al frente de las fuerzas de las Baterías, se entonó el Himno Nacional de la Confederación Argentina, la banda de música tocó dianas, y se empezó el combate.   El enemigo atacó con intrépido arrojo, y con el poder de 113 cañones de los calibres de 24, 32, 48, 64 y 80, sosteniendo sin intermisión de un instante, un bien dirigido, vivísimo y abrasante fuego de toda la línea sobre el frente y flancos de nuestras baterías.   A este fuerte ataque, opusieron las Baterías un vigoroso fuego de 35 cañones de los calibres de a 4, 8, 10, 12,16, 18 y 24, y los soldados argentinos sus pechos heroicos sobre las esplanadas. Estos, y el primero, el Sr. General, se disputaban los peligros del combate y el honor de sostener la dignidad del pabellón argentino. Después de ocho horas de un encarnizado combate, valeroso de una y otra parte, el dominante fuego del enemigo apagó los nuestros, desmontó una parte de nuestros cañones, desmontó los merlones, y nuestros artilleros quemaron los últimos cartuchos, quedando concluídas así todas nuestras municiones.  Entonces se arrojó el enemigo a un desembarco, protegido por su poderosa artillería. El Sr. General al conducir valientemente en persona, en ese acto, la infantería para cargar a la bayoneta, fue derribado por un golpe de metralla sobre el estómago, que desgraciadamente lo dejó sin sentido y fuera de combate.  El infrascripto, que acabado de recibir una contusión, tomó el mando, y ordenó al Coronel Edecán de S. E. D. Ramón Rodríguez, que se opusiese a las fuerzas enemigas de desembarco. Asi lo enfrentó, arrastrando el fuertísimo fuego de la artillería enemiga y sus proyectiles. Cubierto el enemigo con este poder, estando apagados ya nuestros fuegos, desmontada parte de nuestra artillería, sin municiones, y puestos fuera de combate por muertos y heridos en su mayor parte nuestros improvisados artilleros, logró el enemigo penetrar en el punto de las baterías destruidas por sus fuegos. Se le resistió con todo, disputándole siempre el terreno, y salvando toda la artillería volante.  Las Escuadras inglesa y francesa, descargaron incesantemente sobre nuestras

frágiles esplanadas, una lluvia de bombas, granadas, balas y proyectiles, con la prontitud, buena dirección y destreza de sus expertos artilleros. Esta inmensa desproporción no sirvió sino para enardecer el valor de nuestros Jefes, Oficiales y soldados, y del Sr. General que dignamente las ha comandado con tanto denuedo; y que en un momento tan importante cayó gloriosamente herido. El Comandante del Bergantín Nacional de Guerra “Republicano”, D. Tomás Creig, después de haber consumido todas sus municiones, quemó el buque, y arrastrando intrépidamente los fuegos enemigos, se incorporó a las fuerzas de tierra.  El Coronel D. Ramón Rodríguez y todos los Comandantes de las Baterías, todos los Oficiales y soldados han llenado heroicamente su deber. Los enemigos han sufrido gran pérdida de vidas. Continuamente se les veía arrojar de a bordo de sus buques los cadáveres de los muertos que flotaban en las aguas del Paraná. Se calcula el número de los muertos y heridos del enemigo en más del doble que los nuestros. Tres de sus buques salieron fuera de combate y los demás han sufrido considerables averías y detrimento en su arboladura, velamen y cascos.  Los Jefes, Oficiales y tripulaciones del enemigo han correspondido en este fuerte combate al renombre y fama del valor de las marinas de Inglaterra y de Francia. Los enemigos han visto la defensa heroica que ha hecho esta División del Ejército Argentino de la independencia, soberanía y honor nacional.  Por nuestra parte han muerto peleando con heroica valentía el Teniente de Marina D. José Romero, los Subtenientes D. Marcos Rodríguez y Faustino Medrano, los

Alfereces Martínez y Sánchez y sesenta soldados de las Baterías, fuera de los que han muerto con igual denuedo dentro del Monte de Obligado donde se sostuvo el fuego hasta media noche. Su número, incluso los de las baterías, se calculan ciento cincuenta. Han recibido honrosas heridas, combatiendo valientemente, el Mayor D. Avelino Garmendia, Ayudante del Señor General, los Tenientes de Marina D. Javier Gómez y D. N. Correa, el Subteniente D. Víctor Fernando Elizalde, los Guardias Marinas D. Tomas Hallet y D. Fernando Pastor, el Teniente D. Juan Gainzal, el Alferez D. Francisco Estevez y noventa y tres individuos de tropa.  También han muerto con heroicidad varias virtuosas mujeres, que se mantuvieron en este sangriento combate, al lado de sus esposos, hijos o deudos, socorriendo a los heridos, y ayudando a los combatientes en la defensa del honor argentino. El infrascripto cumple con el deber de presentar por el órgano de V.S., y por orden de su valiente Jefe el Sr. General D. Lucio Mansilla, a la consideración del Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la Provincia, Brigadier Dn. Juan Manuel de Rosas, la virtud y denodado valor de los Jefes, Oficiales y soldados que han combatido en esta jornada de honor y gloria, contra enemigos, aunque iguales en valor, muy superiores en medios de destrucción y personal de artillería. Dios guarde a V.S. muchos años.                                               Francisco Crespo

viernes, 3 de enero de 2020

José María Rosa

por Sandro Olaza Pallero
Historiador, abogado, diplomático y catedrático, nació en Buenos Aires el 20 de agosto de 1906 y falleció en esa misma ciudad el 2 de julio de 1991. Dedicó su vida y su talento para hacer triunfar la verdad histórica, maestro insigne de varias generaciones de argentinos, quienes aprendieron de él a sentir el orgullo de un pasado heroico que es la única sustentación posible de nuestro porvenir como nación.   Era nieto del Dr. José María Rosa, ministro de Hacienda del general Julio A. Roca en su segunda Presidencia. Se doctoró en derecho en la Universidad de Buenos Aires y después fue catedrático en el Litoral, La Plata y Buenos Aires.   Fue un decidido militante de la causa nacional y popular en todos los terrenos.
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Porque también desde la intelectualidad, nuestra Argentina –la cristiana, la hispana, la gaucha- fue acechada por dos corrientes supuestamente antagónicas, pero coincidentes en puntos fundamentales: el liberalismo y el marxismo con su particular visión de la historia. Rosa siguió los sabios consejos del Papa León XIII quien afirmó: “Es necesario que los hombres probos doctamente versados en esta clase de estudios apliquen sus aptitudes a escribir la historia con el propósito y la intención de mostrar lo cierto y lo justo”.   En su primera obra “Interpretación religiosa de la Historia” destaca que: “La interpretación materialista de la Historia buscó en la Economía el espíritu de la sociedad. La racial en la Etnografía. Pero ni una ni otra explicaron satisfactoriamente el proceso histórico. Es que la sociedad era antes que nada un vínculo religioso, y no debía encontrarse en la Etnografía ni en la Economía, sino en la Historia de las religiones la clave del lenguaje ignorado en que se escribió la Historia...La nación es siempre un culto religioso. Un culto supone la dirección del misticismo social hacia un objeto, una idea o un hombre” (pp. 11-115).     Años más tarde en el libro “Conversaciones con José María Rosa”, su autor Pablo J. Hernández le pregunta a Rosa qué persona lo indujo a tomar posición por Juan Manuel de Rosas. Y el maestro le responde: “Otro que influyó mucho en mi rosismo fue el gobernador Iriondo, que había sido en su juventud secretario de don Bernardo de Irigoyen. Iriondo, como todos los hombres de otra generación, tenía el arte de conversar del que antes le hablaba. Después de comer, los jóvenes íbamos a su casa a tomar café. Oír sus recuerdos en tiempos de las revoluciones liberales de Luciano Leiva y Patricio Cullen contra su padre, sus anécdotas de don Bernardo, sus tiempos de ministro de Figueroa Alcorta, era un embeleso. Sobre todo cuando hablaba de don Bernardo y contaba que, como aspiraba a ser presidente de la República, no podía defender a Rosas. Yo soy muy rosista, pero antes que nada soy hernandista. En la intimidad se ponía chaleco colorado y divisa punzó. No pudo ser presidente porque Mitre se opuso porque no había renegado de lo que debía renegarse, como otros rosistas. Pero don Bernardo, pese a sus ambiciones, era demasiado íntegro para renegar de Rosas”. 

Destacó en el “El Revisionismo responde” la mala fe de la oligarquía en condenar a Rosas: “La oligarquía no condenó a Rosas por tirano, lo condenó por la defensa de la soberanía, y porque representó auténticamente a las clases populares”.   José María Rosa fue presidente del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas en 1951, al cual se acercó en 1941 y colaborador de la revista de dicha institución y de las publicaciones “Santo y seña”, “Mayoría”, “Patria Libre” y “Línea”. Tras la victoria de la Revolución Libertadora en 1955 y el fracaso del movimiento de los generales Valle y Tanco, al año siguiente debió asilarse en Uruguay y en España. Fue en el destierro que investigó en archivos y bibliotecas extranjeros y halló los documentos reveladores de la trama de acontecimientos decisivos de nuestra historia que traidores y falsarios nos escamoteaban. Ningún historiador con honestidad intelectual puede hoy negar que ignora los trabajos de Rosa, ni repetir impávido las versiones que antes recitaban los textos escolares y aparecían consagrados en los grandes diarios y en las academias.
En la Memoria del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas (Revista Nº 17, pp. 102-103) se hace una aclaración preliminar sobre la detención de Rosa y la persecución a esta entidad por parte de la llamada Revolución Libertadora: “Debe decirse que le fue prohibido al Instituto la realización de sus conferencias, que las pocas que pudieron llevarse a cabo fueron atentamente controladas por la policía y que en determinados momentos se tuvo la sensación, la certeza casi, de que la entidad podría ser intervenida o clausurada. Cabe mencionar aquí la prisión a todas luces injusta de que fue objeto el presidente, Dr. Rosa, y que –como se desprende de lo públicamente declarado con posterioridad por él, fue motivada exclusivamente por su posición personal en materia histórica…a partir de los últimos días del año 1955, las actividades del Instituto quedaran prácticamente reducidas a la sola atención del público y despacho de la correspondencia”.
En noviembre de 1972 formó parte de la comitiva que acompañó al general Juan Domingo Perón en su regreso a su patria. Tras la victoria electoral justicialista de 1973 fue nombrado embajador en Asunción del Paraguay y después en Atenas. Entre sus obras más destacadas se encuentran: “Interpretación religiosa de la Historia” (1936); “Defensa y pérdida de nuestra independencia económica” (1943); “ La misión García de 1815 ante Lord Strangford” (1951); “El cóndor ciego” (1952); “Nos los Representantes del Pueblo” (1955); “La caída de Rosas” (1958); “Del municipio indiano a la provincia argentina” (1958); “La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas” (1954); “Rivadavia y el imperialismo financiero” (1964) y su célebre “Historia Argentina” (1964-1980) en 13 volúmenes.
En la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas escribió entre otros artículos: “Don Bernardo de Irigoyen” (Nº 15-16); “Los heterodoxos argentinos: Pequeña biografía de Salvador María Del Carril” (Nº 15-16, este artículo fue escrito por él con el seudónimo de Martín Pincén) y “Rosas y la República Independiente de Río Grande (1836-1845)” (Nº 17). Dictó varias conferencias en esta institución como: “Aniversario de la suma del poder público” y “Los jefes del partido popular: Soler 1815-1820, Dorrego 1820-1828 y Rosas 1829-1852” (1950) y “¿Por qué fue condenado Rosas?” (1954).
En el sepelio de Rosa dijo José María Castiñeira de Dios, por ese entonces subsecretario de Cultura de la Nación: “Pudo decir que él no defendía a Rosas. Porque Rosas se defiende solo…Vivió el reconocimiento en vida. No importa si los grupúsculos académicos desoyeron la seriedad profunda de sus papeles. Lo escuchó el pueblo, y el pueblo lo supo y lo sabe intérprete real de la realidad histórica de nuestra tierra”. Entre otras personalidades de la cultura que brindaron su homenaje al insigne maestro se destacaron: Marcelo Sánchez Sorondo, Francisco Hipólito Uzal, Fermín Chávez, Cristina Minutolo de Orsi, Jorge Oscar Sulé y Jorge Ocón.

Fuentes:
-JOSE MARIA ROSA, Interpretación religiosa de la Historia, Buenos Aires, 1936.
-JOSE MARIA ROSA, El Revisionismo responde, Buenos Aires, 1964.
-PABLO J. HERNANDEZ, Conversaciones con José M. Rosa, Buenos Aires, 1978.
-Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas Nº 15-16, Buenos Aires, 1951.
-Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas Nº 17, Buenos Aires, 1958