El Rey José:
Una vez sofocados los levantamientos de Madrid del
2 de mayo de 1808, Napoleón Bonaparte decide terminar con toda resistencia en
España, a la que quiere incluir en su imperio.
Para ello dispone el ingreso de más tropas, y
jefes militares como el general Pierre Dupont y el Mariscal Moncey. Para disgusto de su cuñado el Mariscal Joaquin
Murat (que quería quedarse en España), el Emperador decide enviarlo como Rey de
Nápoles, posición a la que había destinado a su hermano mayor Giuseppe
Bonaparte, a quien nombra entonces Rey José I de España.
Si bien la gran mayoría de los españoles
repudiaban la intromisión francesa, un pequeño grupo, de nobles, artistas e
intelectuales, en su mayoría liberales que admiraban la Revolución de 1789,
reconocieron a José y se prestaron a una muy dudosa convocatoria y una
constitución dictadas por los invasores, donde consideraban plasmadas sus
ideas. El pueblo rápidamente llamo
“afrancesados” a estas personas, entre las que había hombres de valia.
Breve semblanza
de Giuseppe, (José) Bonaparte:
La historia de los últimos tiempos ha cambiado la
imagen despectiva que los españoles tuvieron durante años de este hombre. Era el mayor de los hermanos Buonaparte, estudio Leyes en Pisa (Toscana) y Napoleón a
principios de 1806 lo designó rey de Nápoles. De todos los hermanos fue el que menos se
identificó con Francia. Solía hablar en
italiano y rodearse de gente de esa nacionalidad.
Las investigaciones históricas nos muestran a un
hombre que en muchos aspectos era la antítesis de su temible hermano. Era por
naturaleza cordial y bondadoso y deseaba sinceramente ser un buen
gobernante. Parece que no era bebedor y
los famosos motes que le pusieron en España como “Pepe Botellas” o “Rey de
Copas”, tenían más un interés político que verdadero. Puede verse en la nota siguiente la opinión
de don Benito Pérez Galdós sobre su persona.[i]
Aun con el respeto no exento de temor que se
sentía por su hermano, le escribió estas acertadas palabras “Tengo por enemiga una nación de doce
millones de habitantes, bravos y exasperados hasta el extremo… Todo lo que se
hizo aquí el 2 de mayo es odioso; no se ha tenido ninguna de las
consideraciones que se debían tener para este pueblo… No señor, estáis en un
error. Vuestra gloria se hundirá en España.
Sin embargo, es digno de repudio la actitud de José
(y de la mayoría de los jefes franceses) de rapiñar todo lo que pudieran cuando
se fueron de la península, monedas, obras de arte, objetos sagrados, etc.
Resistencia popular – Las Guerrillas:
La situación es única en la historia de
España. Las distintas regiones, e
incluso ciudades, deciden formar Juntas que representan la voluntad
popular. Todas consideran, como la
original de Mostoles, como objetivo principal expulsar al invasor francés. Concurren miles de jóvenes a alistarse en el Ejército,
y puede decirse que desde los mendigos hasta los nobles y obispos, y además
mujeres y niños, se ponen en pie de guerra contra el invasor.
Esta situación sorprende a los franceses, que
hasta ahora habían invadido distintos países de Europa, contando con la
indiferencia, e incluso la simpatía del pueblo.
En cambio en esta guerra percibían el odio profundo de los españoles.
Los hispanos formaron partidas irregulares, donde
participaban todo tipo de hombres, para hostigar a los franceses; que
comenzaron a ser llamadas “guerrillas” y sus componentes “guerrilleros” –nombre que iba a ser tan mencionado en el Siglo XX- . Los guerrilleros, con la ventaja del
conocimiento de la zona y la información que recibían de la gente del pueblo,
efectuaban ataques relámpago a los franceses, muchas veces nocturnos,
produciéndoles serias bajas, se apropiaban de armamento, equipos y
caballadas. Encolerizados, los invasores
muchas veces dispusieron ejecuciones masivas, que en vez de amilanar a los
españoles, aumentaron el odio hacia el francés.
Algunos jefes de guerrilla pasaron a la historia:
Los Mina (tío y sobrino) en Navarra, el Cura Merino en Salamanca, y el más famoso
de todos, Martin Diez llamado el Empecinado, en la zona del Duero cerca de
Valladolid (este hombre se convirtió en una verdadera leyenda en vida).
Primeras acciones de guerra – Batalla de Bailen-
Napoleón había previsto que controlaría fácilmente
a España sin comprometer en sus planes imperiales en el Centro y Este de
Europa, y los primeros resultados le resultaron alentadores, logrando imponer a
su hermano como Rey en Madrid.
Los franceses sitiaron las importantes ciudades de
Gerona y Zaragoza, esperando su rápida caída y para su asombro, los habitantes
se organizaron militarmente y resistieron.
Un intento del Mariscal Moncey de avanzar por el
Levante, fracasa al ser derrotado en la Batalla de Valencia.
Como Andalucía estaba aún libre del dominio francés,
hacia allí se dirigió un ejército invasor a cargo del General Dupont, quien
ansiaba obtener el bastón de Mariscal, después de lo que suponía una fácil
conquista. Los españoles que debían
enfrentarlo estaban al mando del General Francisco Castaño, quien contaba con
dos militares extranjeros al servicio de España, el suizo Teodoro Redding y el
francés (realista, enemigo de la Revolución de 1789) Antonio Malet, marqués de
Coupigny. Malet contaba entre sus
hombres de mayor confianza a su ayudante de campo, el joven capitán, nacido en
las Misiones de América del Sur, José Francisco de San Martin y Matorras. En un encuentro previo a la batalla, en el
pueblo de Arjonilla, San Martin había tenido una actuación muy destacada al
frente de varios hombres, que derrotaron a otro destacamento francés más
numeroso. Luego de la victoria de Bailen fue condecorado y ascendido.
Según los historiadores, Dupont comete varios
errores. Decide entrar en el pueblo de
Bailen en la Sierra Morena (Provincia de Jaén) el 19 de julio de 1808,
esperando la pronta llegada de refuerzos a cargo del general Vedel. Pero el lugar ya estaba ocupado por las
tropas de Redding, que resiste muy bien los ataques franceses. Al avanzar el día, los franceses se ven
atrapados en un valle y comienzan a ser superados al llegar refuerzos
españoles. Es un día de un calor
abrasador y los españoles son provistos permanentemente de agua por mujeres y
niños de la zona, pero los franceses comienzan a sufrir la sed y el calor, además
comienzan a fallarle los cañones. Viéndose
perdido, ofrece su rendición. Y así
cerca de 17.000 soldados franceses deben entregar sus armas y ser tomados
prisioneros. Es la primera vez que un ejército
napoleónico pasa por esa humillación.
El ejército de Castaños, reforzado por el
armamento capturado y con más hombres que se iban incorporando avanza
triunfador hacia Madrid. Los franceses
entran en la desesperación. Levantan los
fracasados sitios de Gerona y Zaragoza, y el Rey José huye de Madrid, hasta más
allá del Ebro, preparándose para regresar a Francia. Hay una retirada general de franceses y
recuperada Madrid, se establece una Junta preparándose para gobernar en
representación del prisionero rey Fernando VII.
Los españoles festejan pensando que habían logrado
liberar su patria del invasor. Pero lo
peor estaba por llegar.
Al enterarse de estos hechos, Napoleón Bonaparte
arde de ira. En especial la rendición de
Dupont, que era comentada en toda Europa.
Dupont es destituido y juzgado y en vez del bastón de Mariscal, está a
un paso del pelotón de fusilamiento (que finalmente no
se llevó a cabo).
Dispone hace cargo personalmente de la situación,
poniéndose al frente de un poderoso ejército de más de doscientos mil hombres,
y lleva a sus mejores jefes, los mariscales Ney, Soult, Lannes, Augerau,
Victor, Verdier, De Marmont y otros, así como abundante armamento.
Los españoles, pese a su heroísmo, no pueden
resistir esta superioridad. Los franceses retoman Madrid y otras ciudades. Nuevamente Gerona y Zaragoza (protegidas por
los generales Álvarez de Castro y Palafox, respectivamente) son sitiadas y pese
a una resistencia heroica en la que participa toda la población –mujeres y
niños incluido- se deben rendir en 1809, casi totalmente destruidas y
diezmadas.
Napoleón se instala en Madrid y pese a reponer a
su hermano como rey, planea quedarse durante un tiempo como “dictador” en
España, y comienza a tomar una serie de medidas, muchas en contra de la Iglesia
Española a la que considera su enemiga-.
No obstante ello, al poco tiempo debe regresar a hacerse cargo de una
nueva rebelión en su contra en Austria, dejando como jefe militar al Mariscal
Soult.
Los años 1809 a 1811, son los peores para
España. Los franceses logran ocupar todo
su territorio y los españoles solo tienen en su poder la Isla de Leon, en
Cadiz, donde son protegidos por la Armada británica. Allí se establece el Consejo de Regencia y se
iba a dictar la conocida Constitución de 1812. En esos años, las fuerzas regulares hispanas
se dispersan y solo actúan los guerrilleros.
No obstante, esta situación había trastocado los planes imperiales del
Gran Corso, ya que llegó a haber hasta 300.000 franceses ocupando a España, que
hubiera necesitado para el frente del Este.
Intervención de los ingleses, el General Wellesley:
Los ingleses estaban muy satisfechos con la
situación en España, que les proveía de una base para ir minando el poderío
napoleónico. Por ello concentraron su
accionar en el territorio de su aliado Portugal, que se encontraba acéfalo ya que
sus soberanos y ministros habían sido trasladados (por los mismos ingleses) al
Brasil, por lo que en la práctica era un protectorado británico, que lo
ocupaban resistiendo con suerte variable a los intentos de dominio francés.
En 1809 el Rey de Inglaterra envía un importante ejército
al mando del General Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington, quien se
hace fuerte en Lisboa y va a dar comienzo a la que los ingleses denominan “Peninsular War”.
Breve
semblanza de Arthur Wellesley:
Este hombre de armas, había nacido en Irlanda,
pero era de origen inglés, de una familia dsitinguida. Veterano de las guerras de la India, era
considerado un muy buen jefe militar. Su
personalidad era típicamente inglesa, frio y distante con sus inferiores, sus órdenes
eran cortantes y muy rara vez se permitía algún gesto de amistad. Planificaba cuidadosamente las batallas y las
dirigía con serenidad. Prefería
manejarse con prudencia, no siendo amigo de proezas heroicas o intuiciones
geniales, como a veces hacia Bonaparte. Los
ingleses lo consideran su más grande militar, comparándolo justamente con el
gran Corso, lo cual para muchos historiadores es exagerado.
No obstante demuestra ser un magnifico
organizador, preparando la defensa de Lisboa y derrotando en todos sus
encuentros a los franceses, dirigidos por mariscales exitosos como Massena,
Soult, De Marmont y otros. Tiene como
segundo al General Beresford (el Invasor de Buenos Aires de 1806, derrotado por
Liniers). Se propone entrenar
militarmente a muchos portugueses ansiosos de incorporarse a sus filas, y los
ingleses logran hacer de ellos buenos soldados (contra la primera opinión poco
favorable que tenían de los lusitanos).
Ya en 1811 está en condiciones de entrar en España
para combatir a los franceses. Las autoridades de Cadiz ordenan a los generales
españoles ponerse a las órdenes de Wellesley.
Esto genera cierto desagrado en los más veteranos como el general
Cuesta, ya que Gran Bretaña había sido el enemigo ancestral de España.
No obstante, se forma el ejército aliado (anglo-luso-español)
que iba a obtener importantes victorias a las órdenes de Wellesley.
Los primeros encuentros tienen lugar en
Extremadura, lindante con Portugal. Allí
se libró en mayo de 1811 la importante batalla de La Albuera, los aliados
fueron comandados por el inglés Beresford, y los españoles Castaños y Blake. Los
franceses por Soult. La batalla fue sangrienta pero los historiadores
consideran mediocre el desempeño de Beresford que estuvo a punto de caer en una
trampa que le tendió Soult. Coinciden en
que el jefe aliado clave que evito la derrota fue el cubano José Pascual de
Zayas, quien no pudo perseguir a los franceses por la abundante niebla. Esta batalla es la última que libra en España
el Teniente Coronel San Martin, quien luego se dirigió a Londres.
A principios de 1812 la situación cambia para bien
de los españoles. Bonaparte prepara la
invasión a Rusia que le insumirá un gran esfuerzo y para ello retira gran parte
de soldados y armamentos de España.
Los aliados siguen en su marcha hacia el este y en
Los Arapiles, cerca de Salamanca, obtuvieron en julio de 1812 una valiosa
victoria contra el Mariscal De Marmont.
Ante este resultado Wellesley decide avanzar hacia
Madrid, lo que provoca la segunda huida del rey José, esta vez hacia Valencia,
controlada por los franceses.
A su llegada a Madrid, el general inglés es
aclamado por el pueblo que lo ve como un libertador y el consejo de Regencia lo
colma de títulos: “Duque de Ciudad Rodrigo” “Grande de España”. A continuación decide desalojar a los
franceses de la ciudad de Burgos donde tenían una plaza fuerte, pero es
rechazado.
Wellesley observa que su posición en Madrid no es
muy segura, ya que cerca hay importantes contingentes franceses y haciendo gala
de su típica prudencia decide retirarse hasta Ciudad Rodrigo.
Fin de la Invasión – Consecuencias:
Ya a fines de 1812 la famosa buena estrella de
Napoleon Bonaparte se apaga. Como es
bien sabido, la campaña de Rusia fue un tremendo error estratégico, en la
retirada en el invierno ruso, hostigados por contingentes de cosacos y sin
alimentos, mueren cientos de miles de franceses y aliados. Se pierde toda la
caballada y casi todo el armamento y equipos.
La voluntad asombrosa de Bonaparte le hace
concebir nuevos planes de fortalecerse en Prusia y muchos jóvenes franceses son
llamados a las filas, pero ya España para él es una prioridad de segundo orden.
En 1813 nuevamente Wellington se pone en
movimiento hacia Madrid, y esta vez José huye en forma definitiva. Por toda España recrudecen los ataques de
guerrilleros y se rearman ejércitos regulares y los franceses comienzan a
retirarse seguros de que no van a poder recibir más refuerzos.
Tiene lugar un hecho vergonzoso pero común en casi
todas las guerras. Los jefes franceses
ya solo piensan en una cosa: ver que pueden saquear antes de irse de España. No solo los tesoros de las ciudades, sino los
objetos sagrados de las iglesias, cuadros, estatuas, muebles, etc. son cargados
en carros para llevárselos a Francia.
Mientras José huye, a la altura de Vitoria (en el
país vasco), ve acercarse a los contingentes aliados, y le aconsejan que deje
sus carruajes con objetos saqueados y lo acompañan varios jinetes en buenos
caballos para poder regresar a Francia.
En esa ciudad tiene lugar una batalla y los franceses, al mando de Soult,
ya con poca voluntad de pelear, son derrotados por Wellington y sus
aliados.
Los ingleses se abalanzan sobre el botín robado
que abandonan los franceses, lo que provoca la ira del general inglés.
Napoleón recrimina a Soult que había huido y le
ordena regresar y presentar batalla, lo que hace de mala gana y es fácilmente
vuelto a derrotar.
Por último, en octubre de 1813 tiene lugar la
homérica batalla de las Naciones en Leipzig, donde participan más de medio
millón de combatientes, y Napoleón es derrotado ya en forma definitiva.
Sus intentos de continuar en el poder fracasan al
perder el apoyo de sus mejores hombres, entre ellos el Mariscal Michel Ney (su mejor hombre, a quien había llamado el más bravo de los bravos).
A fines de 1813 y principios de 1814 los aliados
entran en Francia y Soult firma un acuerdo con Wellington por el cual los
franceses se comprometen a retirarse totalmente de España.
Ya en su exilio Napoleón reflexionando en frio,
reconoce que debió haber evitado esta guerra.
Habría pronunciado estas duras palabras:
“Esta
maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de
Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo
fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió
una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido”.
Consecuencias
de la guerra de la Independencia:
Un análisis imparcial de esta guerra, permite ver
que España tuvo paginas inmortales, como la rebelión de Madrid del 2 de mayo de
1808, el sacrificio de Daoiz y Velarde, la batalla de Bailen, la resistencia
heroica de Gerona y Zaragoza, las acciones de los guerrilleros, el compromiso
de todo un pueblo, que podría haber sido la base para renacer una gran nación.
Pero no se puede olvidar que sus consecuencias
fueron nefastas. En esos casi seis años España
perdió entre bajas de combatientes y consecuencias de hambrunas y pestes, casi
medio millón de habitantes. Muchas
ciudades como Zaragoza habían quedado semidestruidas y además los saqueos de
los invasores habían dejado a España sin metálico. Inmensos campos de cultivo estaban abandonados
desde hace años y el ganado era casi inexistente por haber sido consumido por
las tropas propias y las invasoras. Muchas
personas fallecían todos los días de inanición.
Otra consecuencia fue la pérdida casi total de sus
colonias en América, pues solo le quedaron las Islas de Cuba y Puerto Rico.
Resumiendo, España dejo ya de ser una potencia
europea, pasando a ser un país de, por lo menos tercer orden. Todo el Siglo XIX y también el XX fue de una
larga decadencia que parece no tener fin en el XXI.
BIBLIOGRAFIA:
España Histórica de Antonio de Carcer de Montalbán
Ediciones HYMSA 1934.
Episodios Nacionales Primera Serie: La Guerra de la Independencia de
Benito Pérez Galdós Edición de Dolores Troncoso y Rodri
[i] “Descripcion
de Jose Bonaparte: “Sin duda cree
posible ser dueño de España, conquistando uno a uno los corazones…” “ bromea con cierta causticidad muy fina,
propia de los italianos” . “confunde a menudo su lengua natal con la nuestra” .
“José no es borracho” .. “es un rey bastante bueno, y al verle y tratarle no se
puede menos de deplorar que lo hayan traído, en vez del nacimiento y el
derecho, la usurpación y la guerra”. Benito Perez Galdos op. Cit. Pag. 1183.