viernes, 21 de noviembre de 2008

CONVENTO DE SANTO DOMINGO, TESTIGO DE LA HERÓICA DEFENSA DE UN PUEBLO UNIDO.

 Por Claudia Alejandra Heredia

5 de julio de 1807. Segundo intento de ocupación inglesa. 9000 hombres habían desembarcado en la Ensenada de Barragán al mando de John Whitelocke, un General inglés muchísimo más experimentado que su antecesor Carr Beresford. Luego de varios días de marcha, las tropas de la infantería inglesa llegaron a los corrales de Miserere, eludiendo a las tropas de Santiago de Liniers que esperaban presentar batalla a campo abierto. La ciudad habría quedado descubierta si no hubiese sido por el rápido accionar del alcalde de primer voto, Martín de Álzaga, que planeó un combate dentro de la ciudad en el que participó todo el pueblo.
El 5 de julio, Whitelocke ordenó el avance de sus tropas, divididas en 12 columnas desde el norte y el sur, en una maniobra envolvente sobre la Plaza Mayor. No conocía la ciudad y el meterse por las callejuelas fue su perdición. El pueblo de Buenos Aires resistió heroicamente, cada casa se convirtió en un frente de combate arrojando todo tipo de objetos desde las azoteas.
Las tropas británicas se atrincheraron en el Convento de Santo Domingo y la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario fue saqueada. El Templo aún conserva las banderas británicas que el capitán Santiago de Liniers había entregado a los dominicos tras la primera invasión en 1806.
Con Liniers al mando, los defensores ocuparon la casa de Francisco de Telechea, en la intersección de las calles Defensa y Moreno, desde donde disparaban hacia la única torre que en ese momento tenía la iglesia, en el lado este.
En la torre aún pueden verse una serie de tachas de madera que fueron colocadas en los agujeros que dejaron los cañonazos. Las pusieron en 1836 para preservar el campanario y recordar la histórica defensa de la ciudad. El Comandante inglés rechazó la intimación de rendición, pero al ver que ya tenían muchas bajas y escasas posibilidades de salir victoriosos el 7 de julio, se produjo la rendición.


Cientos de soldados británicos y argentinos fueron enterrados bajo el empedrado de lo que hoy es el Pasaje 5 de Julio, que en ese entonces era la huerta de los dominicos. Siempre se habló de entre 2500 y 3000 cuerpos pero la cifra sería menor



La huerta fue expropiada en 1822 tras la reforma eclesiástica de Bernardino Rivadavia, el entonces f Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez. Se levantó un pasaje, que primero se llamó Sarandí y luego fue rebautizado 5 de julio. Durante las excavaciones los cuerpos fueron llevados a distintos cementerios de la ciudad... aunque resulta imposible caminar sobre el empedrado sin imaginarlos allí debajo en un sueño eterno, ya desprovistos de codicias y rivalidades,