viernes, 22 de septiembre de 2023

Un patriota: Hilario lagos

Por el Prof. Jbismarck

Nació en Buenos Aires el 22 de octubre de 1806, siendo sus padres Francisco Lagos y María Josefa Salces, ambos pertenecientes a familias porteñas. En su ciudad natal realizó sus estudios, y muy joven, el 16 de setiembre de 1824, fue dado de alta como sargento en el Regimiento de Húsares de Buenos Aires. Por sus excepcionales condiciones de soldado pronto se destacó en la ruda lucha contra los indios, por lo que fue promovido a portaestandarte de su cuerpo en 1825. Actuó en los combates de Arroyo Pelado y Arroyo de Luna. Participó en las victorias del 17 y 20 de octubre de 1825, por cuyo comportamiento mereció el grado de teniente. También estuvo presente en el rechazo de los indios invasores en el Puesto del Rey, cerca de Salto, mereciendo elogiosos conceptos por parte del coronel Federico Rauch, comandante de su cuerpo. A las órdenes de Rauch asistió a la primera y segunda campaña a la Sierra de la Ventana, siendo herido Lagos en la iniciación del primer avance.

 
Poco después de Ituzaingó se enviaron de Buenos Aires tropas a reforzar el Ejército Republicano, marchando entre ellas un destacamento del 5º de Caballería, que condujo el capitán Hilario Lagos, el cual gracias a esta circunstancia fortuita pudo participar de la Batalla de Camacuá, el 23 de abril de 1827. Terminada su comisión regresó a incorporarse a su Regimiento, destacado en el Salto, de donde pasó a fines de diciembre de 1827 al Fuerte Federación (actual ciudad de Junín). En febrero de 1830 obtuvo despachos de teniente coronel, haciéndose cargo del comando del 1º de Caballería, al frente del cual, el 10 de abril de 1830 mandó el ala derecha de las fuerzas del coronel Pacheco empeñadas en un rudo combate contra los indios en el Salado. En 1833 fue destinado a la Plana Mayor del Ejército, pasando luego a formar parte de la "División Izquierda", con la cual el general Rosas emprendió su campaña al Desierto. El general Pacheco fue destacado con la vanguardia y el 10 de mayo ocupaba el río Negro, haciendo pasar a la margen opuesta dos escuadrones a las órdenes de los tenientes coroneles Hilario Lagos y Francisco Sosa, para que operasen río arriba, mientras Pacheco seguía la misma dirección por el interior. Lagos y Sosa se arrojaron sobre la primera toldería que encontraron, pero los indios huyeron a esconderse en los montes. Pacheco prosiguió su marcha costeando la margen izquierda del río Negro hasta Choele-Choel, y el 26 de mayo lanzó a los comandantes Lagos y Sosa sobre la tribu del famoso cacique Payllaren, a la que destruyeron completamente, muriendo en la lucha este último y casi toda su gente de pelea. Posteriormente derrotó también a la tribu del cacique Pitrioloncoy, en lucha cuerpo a cuerpo. Terminada la campaña al Desierto, Lagos continuó revistando en la Plana Mayor del Ejército.

Cuando el insurrecto Lavalle invadió la provincia de Buenos Aires, en agosto de 1840, en que desembarcó en San Pedro, el ahora coronel Lagos pasó a incorporarse a las fuerzas que Rosas puso bajo el mando superior del general Oribe, las que tomaron el nombre de "Ejército de Vanguardia de la Confederación Argentina". Se distinguió igualmente por su coraje en la batalla como en su caballerosidad desplegada luego de sus victorias en Quebracho Herrado y Famaillá; después de su regreso a Buenos Aires, se lo asignó, con una división, al ejército de Urquiza en Entre Ríos, donde permaneció hasta que este último se pronunció contra Rosas.   Renuente a la idea de volverse contra el Restaurador, el coronel Lagos presentó su dimisión a su cargo y pidió su pasaporte para trasladarse a Buenos Aires, fundado en "los sagrados deberes en que estoy para con la Patria, y para con el general Rosas, y porque así me lo imponen mis sentimientos y mi honor de Americano". Urquiza, haciendo debida justicia a aquel rasgo de lealtad, le concedió el pasaporte.

De regreso a Buenos Aires el Restaurador dio a Lagos el mando de una fuerte división de 3.000 hombres, que se acantonó en Bragado, constituyendo la vanguardia del ejército federal cuando las legiones de Urquiza se aproximan por la provincia de Buenos Aires. Lagos es el único que hostiliza al ejército enemigo, cuando avanza sobre la Capital. Al aproximarse éste a los campos de Alvarez, Rosas ordenó a Lagos que los batiese, y efectivamente, en la mañana del 31 de enero, con su división y la de los coroneles Sosa y Bustos, sumando si fuerza 2.500 hombres, marchó en tres columnas paralelas al encuentro de la vanguardia aliada. Lagos cargó con la bizarría acostumbrada, pero su denuedo fue impotente para compensar la enorme disparidad de fuerzas y el repliegue se impuso, haciéndolo en orden sobre el Puente de Márquez.

Asiste en la noche del 2 de febrero a la Junta de Guerra, en la que éste manifiesta su resolución de dirigir la batalla que se prepara para el día siguiente. En Caseros el General Hilario Lagos mandó 3 divisiones de caballería del ala izquierda del Restaurador.  . Iniciada la batalla esperó la carga de los enemigos con sus 2.000 lanceros a pie firme, y con dos columnas de ataque a los flancos de su línea. Según dice Saldías en su "Historia de la Confederación Argentina": "El choque fue estupendo, que tan valerosamente fue llevado como sostenido. Los aliados fueron rechazados dejando más de 400 hombres fuera de combate. La división Galarza acudió al punto; pero por el flanco derecho apareció una división de caballería que Rosas mandó avanzar a gran galope del extremo opuesto. Simultáneamente Lagos lanzó sus dos columnas y los aliados, con ser más fuertes en número, empezaron a retroceder en desorden. Entonces Urquiza arrojó allí a las caballerías de López. Más de 15.000 hombres se disputaron allí la victoria…" "…Acosado por aquella masa inaudita de jinetes que se aumentaba en proporción a sus pérdidas en las cargas que llevara, Lagos trató de replegarse a su línea, pero envuelto por la dispersión de los suyos fue llevado fuera del campo de batalla".

  Traicionado y desaparecido el Restaurador, Lagos apoyó a Urquiza (frente a los unitarios que se habían adueñado de Buenos Aires) y a su idea de una organización nacional verdaderamente federal de las provincias; calificado de "auténtico federal", fue uno de los conductores del grupo "chupandinos", compuesto por ciudadanos de Buenos Aires que deseaban unir sus provincias hermanas en la Confederación; a fines de 1852, cuando la provincia de Buenos Aires rehusó aceptar el Acuerdo de San Nicolás y cooperar en el congreso constituyente reunido en Santa Fe, estalló un conflicto entre los provinciales de Buenos Aires y los porteños de la ciudad; asumiendo el liderazgo de este movimiento, Lagos intentó usar esta fuerza para introducir a Buenos Aires en la Confederación; mediante un golpe de Estado provocó la renuncia de Valentín Alsina como gobernador (tanto por razones políticas como personales) y luego presentó el movimiento a Urquiza, invitándolo a hacer uso de estas fuerzas para incorporar a la provincia de Buenos Aires a la Confederación con las otras trece provincias.

Urquiza que esperaba utilizar la diplomacia y la negociación antes que la fuerza se sintió sumamente molesto por esta situación; sin embargo, la ciudad de Buenos Aires fue sitiada por Lagos durante siete meses. Al pronunciarse contra el Gobierno de Buenos Aires el 1º de diciembre de 1952, el coronel Hilario Lagos lanzó el siguiente Manifiesto:

Manifiesto

"Habitantes de la Capital: Tenéis en frente de vuestras calles un ejército de compatriotas, que sólo quiere la paz y la gloria de nuestro país. Son vuestros hermanos, y no dirijáis contra ellos el plomo destructor. No enlutéis vuestras propias familias. Venimos a dar a nuestra querida Buenos Ayres, la gloria y tranquilidad que le habían arrebatado unos pocos de sus malos hijos. Nada temáis de los patriotas que me rodean: el ejército de valientes que tengo el honor de mandar, no desea laureles enrojecidos con la sangre de hermanos. Solo quiere paz y libertad. El glorioso pabellón de Mayo es nuestra divisa, y nuestros estandartes serán siempre emblemas venturosos de fraternidad, y de unión sincera de todos los partidos. Basta de males y desgracias para los hijos de una misma tierra. Patria y libertad sea nuestro Norte. La gloria de un abrazo fraternal, nuestro premio".

  Establecido el sitio de la ciudad, este se desarrolló con frecuentes encuentros entre sitiados y sitiadores. También hubo varios intentos de paz, pero todos fracasaron. El 17 de abril se produce el primer encuentro naval entre la escuadra de la Confederación mandada por el comodoro John Halstead Coe y la escuadrilla porteña a las órdenes del coronel Floriano Zurowsky, quedando ésta totalmente destruida. Finalmente las fuerzas sitiadoras se disolvieron cuando en esos días se produjo la traición del jefe de la escuadra de la Confederación Argentina Coe, quien por una bolsa de monedas de oro, entrego a Buenos Aires la escuadra nacional. Se pretendió también comprar a Juan Bautista Thorne a través de su hermana quien fue a bordo del Enigma acompañada de la esposa del ex rosista Lorenzo Torres. Ante esta situación el marino arrebatado por su indignación, puso sobre sus rodillas a su imprudente hermana y le propino una soberana paliza por haber abusado de la relación familiar. Muchos de los soldados de Lagos manifestaron resentimiento hacia la federación de Buenos Aires.

El Congreso exigía que la paz fuera negociada y los diplomáticos británicos y norteamericanos ofrecieron sus servicios para el arreglo de esta situación; se concedieron algunas amnistías, pero muchos de los dirigentes fueron exiliados; también lo fue el General Lagos, que despojado de su rango militar y privado de sus propiedades fue a Santa Fe; en 1857 el gobierno de Buenos Aires ofreció restituirle su rango, así como la totalidad de sus privilegios militares si se avenía a cooperar en la lucha contra las crecientes depredaciones indias en el sur; rechazó este ofrecimiento prefiriendo compartir la suerte de sus compañeros de exilio; más tarde regresó a su ciudad natal, donde murió el 5 de julio de 1860.

Estaba casado con Toribia de la Fuente y fue padre del coronel del mismo nombre, que se distinguió en la guerra del Paraguay

Fuentes

Antook – El General Hilario Lagos (1806-1860).

Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1972).

Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de Obligado.

Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina.

jueves, 14 de septiembre de 2023

JULITO OTAÑO… el TERMINATOR Paraguayo

 Por Victor Medem

El Teniente Julio Dionisio Otaño (Concepcionero), fué identificado en la Guerra del Chaco como uno de los Oficiales más sobresalientes por su valentía, coraje y arrojo.  Sus amigos lo llamaban afectuosamente Julito y decían que era un intrépido, un fanático de los asaltos a las trincheras enemigas y del combate cuerpo a cuerpo.  Peleó en Boquerón, Yujra, Alihuatá, Km 7, Saavedra, Herrera, Falcón, Pozo Favorito, Strongest, El Carmen, Oruro, Ybybobo, El Mirador, Agua Blanca y Capiírendá. Recibió todas la medallas otorgadas en la Guerra, la Medalla de Boquerón, la Cruz del Chaco y la Cruz del Defensor.  Asombrosamente y desafiando cualquier serie de acción de NETFLIX, se convirtió en uno de los Oficiales Paraguayos en ser herido más veces, sin abandonar el campo de batalla hasta el final de la Guerra del Chaco.  Durante el primer día de la Batalla de BOQUERÓN el Tte. Otaño, Oficial integrante del R.I. 3 “Corrales” resultó herido seriamente en el omóplato derecho, y una vez que recibió las curaciones en el puesto sanitario, volvió de inmediato a la línea de fuego, rechazando rotundamente la evacuación a la retaguardia que le ofreciera el Médico. El Teniente a pesar de esta herida, lucharía en la primera línea de combate durante los 20 días de la Batalla de Boquerón.  En el camino de YUJRA, rodeados de enemigos y apoyando a un reducido grupo de soldados, a lo que la sed amenaza con derrumbar, Otaño se yergue para animar a sus hombres, los incita y se coloca al frente de ellos donde es herido de bala, de su cuerpo comienza a manar sangre, pero Otaño sigue al frente sus soldados. 
No cesan sus voces de ánimo, no se doblega al dolor ni al desfallecimiento. La imágen de un Jefe empapado en sangre agiganta a sus hombres, rato después el enemigo se retira derrotado.  En POZO FAVORITO, también es herido en una circunstacia igualmente grave, donde Otaño conduce hacia adelante a sus tropas personalmente, uno a uno durante 200 metros.
Durante la Batalla de SAAVEDRA en Noviembre de 1.932, el Tte. Julio D. Otaño recibió en dos días quince heridas, sobreviviendo nuevamente a todas ellas.   En CAPIÍRENDÁ, recibió 22 heridas, donde fue evacuado a retaguardia regresando de nuevo al frente.  Hay un pasaje que es relatado por el Tte. de Intendencia Horacio Ramón Jimenez en su libro “Reminiscencias”, donde nuevamente resalta las agallas de este osado Oficial, ya ascendido a Capitán y siendo Comandante del R.I. 1 2 de Mayo” luego de la Batalla de El Carmen.   Resulta que en las proximidades del Fortín Oruro el enemigo había construido una línea defensiva sobre la recta a orillas de un bosque con cuatro ametralladoras pesadas, dejando como campo de tiro un descampado completamente limpio.
El Cap. Otaño dispuso emplazar morteros para atacar esa posición. A tal efecto y valiente como el que más, acomodó dos morteros sobre un burro y montando el cuadrúpedo cruzó indemne la barrera de fuego para la admiración de nosotros, sus subalternos y a la vista también del Cap. Ricardo Benza Carreras con todo su R.I. 4 “Curupayty” que llegaban para hacer un relevo.
Cuando veíamos cruzar al Cap. Otaño en medio del nutrido fuego enemigo, el Tte. Andrés Santacruz, Jefe morterista del R.I. 1 me dijo: ___pero está loco este Julito…
Lo cierto es que después con esas piezas se pudieron acallar rápidamente las cuatro ametralladoras pesadas que a caballo batían la recta haciendo que el enemigo se replegara hacia Oruro.
Mucho tiempo fue tema de comentarios y admiración el hecho protagonizado por el Cap. Otaño. Imaginen al manso burrito con dos morteros Stokes- Brandt a cuestas, y montado en él, al Cmdte. del R.I. 1, cruzando serenamente frente al enemigo en medio de un infernal tableteo de cuatro ametralladoras en un descampado.
Incomparable la audacia del Cap. Otaño con su burrito…
Paradójicamente, falleció un 17 de Febrero de 1.936, a los 29 años de edad en la Plaza Uruguaya durante la revolución de Franco, donde recibió una bala perdida en la ingle no pudiendo ser evacuado, para morir desangrado.
En el Departamento de Itapúa hay un distrito con su nombre (Mayor Otaño) en su conmemoración.