viernes, 21 de septiembre de 2012

La Casa de Tucumán

Por el Profesor Carlos A. Barbera

La cuidad de San Miguel de Tucumán fue fundada en 1565 por el capitán Diego de
Villarruel, y en 1685 se la traslada a su actual emplazamiento. En 1814 se la separa de la intendencia de Salta y se le otorga jurisdicción sobre Santiago del Estero y Catamarca. Su población es de unos 5000 habitantes. Los edificios públicos o religiosos, entre ellos el Cabildo y la iglesia catedral, se hallan en estado ruinoso. Si el Congreso se reúne en la cuidad en 1816 es como consecuencia de la
espontánea colaboración de la señora Francisca Bazán de Laguna, quien sede su casa, una de las mejores de la cuidad, y autoriza que se realicen en ella las modificaciones necesarias. El edificio de la señora Laguna, situado en la entonces
calle del rey, actualmente calle Congreso N°151, data de finales del siglo XVIII y
tiene fachada de carácter Barroco, con columnas en espiral Salomónicas, caso que en Argentina solo se repite en la catedral de Santiago del Estero. La casa consta de una sola planta, con un patio rodeado de habitaciones; dos de ellas, paralelas a la fachada principal, se adaptan para las reuniones, demoliéndose algunas paredes divisorias y formando un salón de 15 metros de largo por 5 de ancho. Debido a que los arreglos demandan cierto tiempo, las primeras reuniones se efectúan en la casa de don Bernabé Aráoz, quien facilita diversos muebles, entre ellos el escritorio y sillón presidencial. Los escaños y sillones fueron provistos por los conventos de Santo Domingo y San Francisco. La transformación Después del 17 de enero de 1817, el congreso se trasladó a Bs. As. La casa retornó entonces al uso de sus propietarios
y posteriormente pasó por herencia a manos de la familia Zabalía. En 1869, el Congreso sancionó una Ley por la cual se autorizó al gobierno a adquirir el histórico
edificio. La compra se formalizó en 1874, y el inmueble pasó a ser propiedad del
Estado a cambio de la suma de 25000 pesos fuertes. Empero no se respetó la conservación del edificio como reliquia histórica. La casa de Tucumán fue
transformada en oficina de correos y Telégrafos y con la dirección del ingeniero
Federico Stavellus, se realizaron alteraciones en su fachada, que perdió por completo
su aspecto original en 1874. En 1880 el diputado tucumano y ex gobernador Lindoro J.
Quinteros resuelto a reparar estos desaciertos presentó un proyecto de restauración,
para el cual se acordó un subsidio de 6000 pesos. Para ese entonces la casa se encontraba en un estado de extremo abandono. A lo largo de 20 años se realizaron lentamente distintos trabajos de reparación, hasta que en 1903, el presidente Julio Argentino Roca, dispuso la demolición total del edificio, con excepción del salón donde se juró la independencia. Para proteger este último, se levantó un amplio pabellón o templete, cuya construcción en estilo Neoacadémico o "francés", llevo a cabo el ingeniero Joaquín Belgrano. De esta forma se desvirtuó lo poco que quedaba de la casa Histórica. La Reconstrucción El 9 de octubre de 1941, el diputado doctor Ramón Paz Posse logró la sanción de la Ley 12.724 por la que se dispuso la reconstrucción de la casa de acuerdo con su trazado original. Esta tarea fue encomendada al arquitecto Mario J. Buschiazzo. Este valiéndose de los planos levantados en 1874, de dibujos y fotografías antiguas (sobre todo la de Ángel Paganelli, tomada en 1869), preparó la documentación necesaria para la reconstrucción. El 12 de agosto de 1941 la casa había sido declarada Monumento Histórico Nacional, y en julio de 1942 se iniciaron las obras y demolición del "templete" Con el fin de mantener el carácter colonial de la casa, se adquirieron tejas, puertas, ventanas y rejas que pertenecieron a la residencia del obispo Piedrabuena, realizada hacia la misma fecha que la casa histórica. Terminada la reconstrucción, el edificio convertido en Museo, fue abierto al público el 24 de septiembre de 1943. Sobre las paredes del ultimo patio, hay dos bajos relieves esculpidos en bronce por Lola Mora en 1904 denominados El Congreso y 25 de Mayo.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Alberdi y la Guerra del Paraguay

Por el Profesor Jbismarck

Se cumplen 200 años del nacimiento de uno de los intelectuales más brillantes y discutidos de la Historia Argentina: Juan Bautista Alberdi. Vamos a hacer referencia a un aspecto no tan conocido de su pensamiento: el referente a una de las páginas más tristes de la Historia Americana: la llamada “Guerra del Paraguay”.

El 29 de agosto de 1810 nacía en San Miguel del Tucumán Juan Bautista Alberdi, hijo de Salvador de Alberdi, comerciante próspero de la región y vecino respetable, y de Josefa de Aráoz, quien pertenecía a una familia tradicional y aristocrática del noroeste argentino. A los pocos meses del nacimiento de Juan Bautista muere su madre, y cuando él tiene 10 años, su padre. Recibe la instrucción primaria en una de las escuelas que Belgrano donara a su provincia natal y luego estudiará Derecho en la Universidad de Buenos Aires.
A los 25 años Juan Bautista Alberdi, formaba parte de Asociación de Mayo; jóvenes románticos, idealistas y liberales, obnubilados por las nuevas corrientes filosóficas y encandilados los “las luces” de Europa, creen poder convencer al Restaurador Rosas de sus ideas. Alberdi lo llama “el Gran Rosas”. Pronto, al ver que Rosas no está en camino de aplicar las libertades ni filosofías de la Revolución Francesa, serán sus enemigos. Alberdi publica artículos en “La Moda” de crítica costumbrista, con el seudónimo de Figarillo. Este grupo de jóvenes afrancesados se sienten en cierta forma amenazados y Alberdi, temeroso, pide audiencia a Rosas: “Más tolerante que sus consejeros, me dispensó de ella, mandándome palabras calmantes por medio de Mariño” confesará Alberdi. Emigrado en Montevideo (1838), junto a otros jóvenes se dedicará a combatir a Rosas. Alberdi reconoce que emigran espontáneamente, sin ofensas ni odios y sin motivos personales, y solo por combatir la “Dictadura”. Desde “El Nacional” predica la alianza entre los emigrados y la escuadra francesa que bloquea y ataca. A la confederación. Cuales son los argumentos: “nosotros no somos hijos de nuestra tierra sino de la Humanidad” (…) “para los espíritus vastos y serios que saben no estacionarse en el círculo estrecho de la Nación, la patria es la Humanidad“.dice Alberdi. En 1847 desde Chile, publica “La Republica Argentina luego de 37 años después de la revolución de Mayo” donde dice…. “Rosas es un mal y un remedio a la vez”… “Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Buenos Aires” … “el nombre de Washington es adorado en el mundo, pero no más conocido”… “los Estados Unidos, a pesar de su celeridad, no tienen hoy un hombre público más expectable que el General Rosas”… “se habla de él popularmente de un cabo al otro de América”… “no hay lugar en el mundo donde se ignore su nombre…” “Cual es la celeridad parlamentaria de esta época que no se haya ocupado de él”… “A pesar de ser un enemigo político de Rosas, honestamente…” “Si se pidiesen títulos de Rosas a la nacionalidad Argentina, yo contribuiría con un sacrificio no pequeño al logro de su rescate”…. “El primer partido de América que haya repelido a los estados de Europa, es el de Rosas”.
A la caída de Rosas surgen las disensiones entre los emigrados Las intenciones constituyentes de Urquiza pondrán en funcionamiento el genio de Alberdi, dando origen a las Bases y puntos de partida para la organización nacional. La lucha política no atrae a Alberdi; pero se convierte en un decidido defensor de la política urquicista. En 1854 Urquiza es designado presidente de la República y Alberdi es nombrado encargado de negocios ante los gobiernos de Francia, Inglaterra y España. Sin hacer escala en Buenos Aires, se embarca para Europa a bordo del “Lima”. El gobierno de Mitre lo remueve de su cartera diplomática. Publica en 1869 una serie de folletos denunciando el carácter de la guerra, reunidos bajo el título “EL CRIMEN DE LA GUERRA”
En 1863 una revolu­ción fraguada en Uruguay contra el presidente uruguayo Pereyra (Blanco) por el coronel Venancio Flores (colorado), que había formado en las filas de los liberales mitristas que avasalla­ron el interior argentino, le dio ocasión al imperio de Brasil para algo de mayor alcance. El gobierno paraguayo solicitado por el de Mon­tevideo en sus apuros, intervino en el conflicto ante la amenaza que para el equilibrio de la Amé­rica Austral, comportaba la descarada intromisión imperial Brasileña en el Plata. Lo cierto es que el Paraguay de Francisco Solano López resistió durante cinco años a la Argentina de los liberales mitristas, al Uruguay de Venancio Flores y al Imperio del Brasil en la denominada “Guerra de la triple alianza” que algunos historiadores llaman de la “Triple Infamia”

Estos le llevaron guerra de exterminio. Esa guerra que resultó de la injerencia argen­tino-brasileña en el Uruguay; se inició con el bom­bardeo de Paysandú por la escuadra imperial, mandada por el almirante Tamandaré el 2 de ene­ro de 1865.

El asedio de la plaza por los revolucionados orientales en tierra y por los marinos brasileños en el agua, duró tanto que los pertre­chos de guerra de la escuadra imperial se agotaron. Y entonces el arsenal de Buenos Aires suministró las bombas que faltaban a los atacantes para con­tinuar el bombardeo. Mostrando su beligerancia.

Solano López (Presidente Paraguayo) solicitó permiso para cruzar territorio correntino y atacar la ciudad Brasileña de Uruguayana; Mitre le contesta que no porque ÄRGENTINA ERA NEUTRAL” entonces Solano López ataca a Corrientes (previa de­claración de guerra) el 13 de abril de 1865; Provincias enteras se mostraban apáticas ante este ataque.

El gobierno nacional debió constantemente dis­traer tropas del ejército en guerra con el Paraguay, a cuidar su retaguardia en el interior. En la lucha fratricida las fuerzas de los dos países her­manos (Argentina y Paraguay) hicieron prodigios de valor y de heroísmo sin ninguna ventaja para ninguno de ellos, sino únicamente para el Brasil,

Mitre, aliado a Brasil y al gobierno impuesto por este, declarara la Guerra al Paraguay, como de costumbre, con frases célebres: “Tres días en los cuarteles, tres semanas en campaña, tres meses en Asunción”. La guerra duraría cinco penosos años, y Mitre, como no podía ser menos, fue general de todos los ejércitos. No gana ni una batalla y los brasileros lo reemplazan. Una guerra injusta, un genocidio del pueblo paraguayo.

Muchos se opusieron a esa guerra infame, entre otros el autor del Martín Fierro, José Hernández y Juan Bautista Alberdi….éste entabla con Mitre una agria polémica publica en la que entre otras cosas, refiriéndose al propio Mitre, le enrostró la siguiente frase: “Si al menos hubiera yo tomado una escarapela, una espadas, una bandera de otro país, para hacer oposición al Gobierno del mío, como en Monte Caseros lo hizo otro Argentino contra Buenos Aires, con la escarapela Oriental, como oficial Oriental, bajo la bandera oriental y alienado con los soldados de brasil..” y opinando luego además sobre la política del mitrismo agrega: “Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado Oriental y al Paraguay, viene a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios”. (Juan Bautista Alberdi)

“En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje”

Juan Bautista Aberdi al hacer referencia a los Empréstitos y negociados para reconstruir el Paraguay luego de la guerra dice que “los empréstitos paraguayos tuvieron inspiraciones extranjeras al Paraguay”. Alberdi ve claramente esos episodios de vasallaje y extorsión financiera sobre Paraguay, y señaló los empréstitos como “un entuerto que por su origen e inspiración no fue paraguayo, sino exótico, y surgido desde fuera por gentes afiliadas desde mucho antes en la obra de destruir Paraguay, en el interés de un poder que aspira a absorberlo todo después de arrasado”, y dirá con razón: “López no dejó deuda exterior paraguaya. La tiranía no pensaba como el liberalismo de sus adversarios que han probado su ´patriotismo´ endeudando a su país en millones que su tesoro escaso no puede pagar. Hechos después de la guerra y como consecuencia suya, se diría que esos empréstitos han sido una prosecución de la campaña contra ese país, al coincidir sus efectos y condiciones desastrosas y el papel de sus inspiradores durante la celebre contienda”

“Toda la prensa del General Mitre - escribió Alberdi - ha recibido la consigna de imputarme el folleto titulado “Les dissensions des Républiques de La Plata er les machinactions du Brasil”, como un acto de traición…Que el folleto precitado sea o no mío, es cuestión de poca monta, desde que todas sus ideas me pertenecen” (Alberdi: Los intereses argentinos en la guerra)
La campaña de los “liberales Mitre y Sarmiento” siguió personalizándose en Alberdi porque su voz era la mas respetable y resonante de todas las que habían logrado sucumbir de esa hecatombe.
El ilustre pensador no dejó de presentarles batalla. En 1867 sintetizaba la esencia del problema: “Luego yo he sido atacado esta vez, no por defender al Paraguay, sino por defensor de la República Argentina; no por aparaguayado como se dice en Buenos Aires, sino por argentino; es el patriotismo nacional argentino bien entendido”
Todavía en 1879, en conversación que tuvo en Paris con el doctor Ernesto Quesada, Alberdi le decía:
“Para consolidar tal ´Redención´ y uniformar el país en ese sentido, los hombres de Buenos Aires se enfeudaron a la política brasilera, y fomentaron la revolución Oriental de Flores, el escándalo de Paysandú y terminaron con el tratado de la triple alianza para arrasar al Paraguay y obligar a las provincias, so capa de la guerra internacional y merced al estad de sitio, a someterse a la política porteña. Consideré tal guerra como el más funesto error histórico y la mayor calamidad para nuestra nacionalidad: por eso la combatí desde el extranjero, como lo hicieron Guido Spano y la mismo Navarro Viola, que como verdadero patriota, debía mostrar a nuestras provincias el abismo que conducía tan monstruosa guerra, contraria a los intereses verdaderos de Plata y que solo serviría al Brasil para debilitar a sus linderos del Sud, consolidar su influencia agresivamente imperialista y legalizar sus usurpaciones territoriales…”( Entrevista celebrada en Paria, el 6 de junio de 1879. Quesada: La figura histórica de Alberdi)
La estadía de Alberdi en Buenos Aires no po­día ser pacifica. Su sola presencia era un factor de beligerancia. Cuando el Presidente Julio A. Roca, admirador confeso del padre de la Consti­tución, envió un mensaje al Congreso (14 de no­viembre de 1880) solicitando una edición de las obras de Alberdi, Mitre y “La Nación” declararon abiertamente la guerra contra lo que constituía la reivindicación oficial de sus ideas sobre la or­ganización nacional, sobre la guerra del Para­guay y otros tantos temas.
Los mitristas habrían de oponerse también al nombramiento de Alber­di como representante diplomático en París, ne­gando al Presidente Roca el acuerdo del Senado.
El 8 de agosto de 1881, enfermo y amargado, Alberdi volvió a Europa, embarcándose en el Equateur. Roca lo nombró ministro en Chile, pe­ro la enfermedad de Alberdi, agravada su viaje a Europa, le Impedirla ya definitivamen­te regresar.
Su misión en la patria estaba cumplida. La patria le daba un mezquino agradecimiento para remediar sus angustias económicas: el Presidente Roca lo nom­bró Comisario de Inmigración, y aún el Congre­so le acordó una pensión. No era mucho; pero si mucho mas que lo que dio a otros grandes hom­bres. Murió en Nueilly-Sur-Seine, cerca de París, el 19 de junio de 1884.
Sus restos fueron repatriados en 1889 y descansan en la Casa de Gobierno de la provincia de Tucumán.
Bibliografía:
García Mellid, Atilio ”Proceso a los Falsificadores de la Guerra del Paraguay“
García Mellad, Atilio “Proceso al liberalismo Argentino”
“La Gazeta”.com
Quesada Ernesto “La figura histórica de Alberdi”
Rosa, José María “Historia Argentina”
Rosa, José María “La Guerra del Paraguay y las montoneras Argentinas”

Bahía Blanca

Por el escribano Néstor R. GÜichal
CIUDAD DE LA REPÚBLICA Argentina, SITUADA a 7 kilómetros de la costa Atlántica, con un puerto militar, base Puerto Belgrano y dos puertos civiles, el de Ingeniero White, el mas importante en materia de embarque de granos, y el de puerto Galván,
y tiene una historia muy rica y bastantes divergencias respecto de su fundación.
La versión liberal y oficial, es que fue fundada por el Coronel Ramón Bernabé Estomba, el 9 de abril de l828, este jefe militar es el que quedó en el bronce, dejando de lado el esfuerzo y la visión de Juan Manuel de Rosas. Así es que el comandante de la campaña, inicia, una acción dirigida a la fundación de varios fuertes, que serán la base de futuras poblaciones como: 25 de Mayo (cerca de la
laguna Cruz de Guerra), el Fuerte Federación (hoy ciudad de Junín). Sin embargo, lo que más preocupaba a Rosas era la fundación de un fuerte en la Bahía Blanca.
El comandante general de la campaña, planificaba la creación de un punto estratégico en la Bahía Blanca, llamada así por la fluorescencia blanquecina, que por los reflejos del salitre se veía en algunas horas. Este punto, era el más importante de todos, pues la salida al mar permitiría sacar la producción de cueros de los saladeros, pero lo mas importante, la sal saldría por el mar a Buenos Aires y se
distribuiría en todos los puntos donde habían saladeros, por el continente
demandaría mas tránsito, pero además existían las distintas postas que regenteaban los caciques tehuelches,araucanos y ranqueles, que exigían una constante negociación para el acceso a las salinas grandes. Retornar por el continente era muy complejo y
más lejos, no había caminos, y a veces aparecían grupos de choque de indígenas que impedían el desplazamiento. Con la salida marítima por el Fuerte Protectora argentina, que hoy se llama Bahía Blanca, esta sería más rápida y menos cruenta, aunque Don Juan Manuel no solo pensaba en la sal, sino también, en todo tipo de producción. En abril de 1828, la nación estaba convulsionada por la renuncia de
Rivadavia, que había asumido su error con la gestión de su ministro García por la pérdida de la Banda Oriental, si, se había perdido un pedazo de tierra más. Dorrego quiere reorganizar el país, pero la inmoralidad comenzó a socavar la estructura
que este montó para lograr la organización nacional, pero no pudo llegar a ello debido al cruento fusilamiento ordenado de Lavalle. Mientras tanto el comandante de la campaña bonaerense, Don Juan Manuel de Rosas, había iniciado en forma minuciosa y organizada la fundación del fuerte Protectora Argentina, a partir del 27 de diciembre
de l827. Pensó en lograr la pacificación inmediata de la zona y alrededores, desde los otros fuertes que ya estaban fundados, se vigilaba el merodeo de los indígenas que existían, estos habían escapado de las inmediaciones de San Luís, y fueron a
reunirse con las tribus establecidas entre Sierra de la Ventana y Tandil. Según cita el historiador Carlos Grau, que publicó un interesante mapa de la provincia de Buenos
Aires, editado en 1824, figuran entre las tribus de la nación pampa, los toldos
del cacique Llanquelen, ubicados en los que serian los partidos de Pringles y Coronel Suárez y en Sierra de la Ventana. Llanquelen había participado en un parlamento con Rosas, también otro gran parlamento de paz se realizo en la zona donde se fundó Bahía Blanca. El Coronel Rauch, había sido mandado por Rivadavia y
había matado y dispersado indígenas. Fue Don Juan Manuel de Rosas quien pacificó el campo, no estando de acuerdo con aplicar una política ofensiva, contra los pampas y algunas tribus ranqueles, así es que fundó, el fuerte Federación, donde hoy se halla
la actual ciudad de Junín, y luego el de Protectora Argentina. Para mayor seguridad de esas fortalezas ideó el sistema de situar en sus inmediaciones tribus de indios amigos, con sueldos y raciones, que informarían las novedades del campo. El General
Pacheco, que en ese entonces era el jefe de la frontera, informaba que los indígenas habían destruido el Fuerte Federación. Rosas tejió a través de una hábil negociación en toda la zona, las pautas de pacificación. Tenia como indios amigos al cacique Santiago Llanquelen en Junín, llevó a Tandil, a los grupos de los caciques Collinao y
Melinao. Destinó a las tribus de Catriel y Cachul para ocupar la zona que después seria el fuerte de Azul y en lo que hoy es Bahía Blanca (El Fuerte Protectora Argentina), estableció a los indígenas amigos, chilenos y pampas del cacique Cañuepan. Rosas inicio, con anterioridad a la efectiva fundación del fuerte protectora, el envió durante casi un semestre de materiales, provisiones, herramientas, como así también un agrimensor y un ingeniero militar, Narciso Parchape. Efectivamente en los papeles históricos el que firma el acta fundacional del fuerte Protectora Argentina (hoy Bahía Blanca), es el Coronel Ramón Bernabé Estomba, quien a recibido de la historia oficial todo el reconocimiento de un fundador, existen numerosas pruebas de la actitud rosista dirigida a la fundación del fuerte. El 14 de enero de 1828, Rosas se dirige a Estomba que se encontraba en el fuerte Independencia y le comunica que será el jefe de la expedición. Le envía 4 inventarios de todo lo que ya este había enviado al fuerte que llamara Protectora Argentina, hoy Bahía Blanca, esto prueba las comunicaciones permanentes entre Rosas y
Estomba y se encuentra en todos los archivos y estudios realizados sobre el tema.
Una vez más, la omisión histórica condenó al ostracismo a Don Juan Manuel de Rosas, que desde el punto de vista geopolítico y económico pensó en la organización del país, al organizar la fundación del fuerte Protectora Argentina, hoy Bahía
Blanca. El reconocimiento histórico oficial será siempre para Estomba.
FUENTES BIBLIOGRAFICAS CONSULTADAS
• Rosas y sus relaciones con los indios (Jorge
Oscar Sulé)
• Nuestros paisanos los indios (Carlos
Sarasola)
• Historia de la confederación Argentina,
Tomo 1 (Adolfo
Saldias)
• Caciques pampas y ranqueles (Santiago
Avendaño)
•Rosas y la problemática del indio (Jorge
Oscar Sulé)

viernes, 14 de septiembre de 2012

"Coincidencias entre San Martín y Rosas" por Jovenes Revisionistas

"COINCIDENCIAS ENTRE ROSAS Y SAN MARTIN", DISERTACION DEL TCNL (R) HORACIO MORALES, EN SANTOS LUGARES
Un momento de la conferencia. A la izquierda de la imagen, el Dr. Carlos de Santis, presidente del Instituto Rosas de General San Martín, y a la derecha el teniente coronel (R) Horacio Morales.

Fue una mañana agradable la del sábado 16 de julio próximo pasado en los Santos Lugares de Rosas, en la localidad de San Martín. Diríamos, ideal para escuchar la interesante conferencia que otorgó el Tcnl (R) Horacio Morales en el marco de una serie de disertaciones que, habitualmente, organizan los integrantes del Instituto “Juan Manuel de Rosas” de la citada localidad bonaerense. Allí estuvo presente Jóvenes Revisionistas a través de su presidente, Gabriel O. Turone, y de uno de sus Vocales Titulares, Juan Manuel Cardoso.
El tema de la charla era atractivo, y siempre genera una enorme satisfacción para los que nos sabemos simpatizantes del Restaurador de las Leyes y su obra de gobierno, pues, como se sabe, ésta fue premiada cuando José de San Martín le lega a aquél su glorioso Sable Corvo desde Francia.

LOS 5 VIAJES DE LA RELIQUIA HISTORICA
El ocultamiento de la sana relación que mantuvieron Rosas y San Martín tiene como uno de sus puntos de partida la batalla de Caseros. Allí, los vencedores de la Federación tuvieron el tiempo suficiente para fabular sobre todos los aspectos de la vida de don Juan Manuel y sus funcionarios. Se dedicaron, sin más, a hacer pasar por ciertas aquellas mentiras que no tuvieron ninguna clase de asidero o sustento documental. Cuando la realidad de los hechos y testimonios se hacía patente, como ser la amistad entre el Restaurador y el Libertador, los unitarios ganadores emprendieron el ocultamiento pertinaz. “Todos estamos pagando las consecuencias de Caseros, que eliminó la etapa más gloriosa que fue la Confederación Argentina”, espetó Morales.
San Martín adquiere su sable en el año 1811 en la ciudad de Londres, Inglaterra. A partir de entonces, la reliquia será trasladada unas cinco veces de un lado a otro del Océano Atlántico, quedándose definitivamente en Argentina a partir de 1897. El itinerario bien merece ser puntualizado:
1) Estando José de San Martín en Inglaterra, a finales de 1811 adquiere el sable corvo. Un año más tarde, en 1812, ya se encuentra en las Provincias Unidas del Río de la Plata presto para iniciar la campaña libertadora. Aquí se produce el primer cruce trasatlántico de la espada (Inglaterra-Argentina).
2) Amenazado de muerte por los logistas de Buenos Aires, San Martín finaliza su campaña promediando 1824, ocasión que aprovecha para irse a Europa. Desde allá, le encarga a su hija Mercedes que le lleve su sable corvo al viejo continente. Estamos en las postrimerías de 1832, y ella cumple con el deseo de su padre. Segundo periplo trasatlántico (Argentina-Francia).
3) La muerte de San Martín se produce en 1850. Entonces, el sable corvo había pasado a engrosar el patrimonio de su yerno, Mariano Balcarce, y el de su hija Mercedes, quienes vivían en Buenos Aires. Aquí se produce el tercer viaje trasatlántico de la espada (Francia-Argentina).
4) Juan Manuel de Rosas es electo por segunda vez gobernador bonaerense en 1835. Ya en 1844, San Martín dicta su famosa Cláusula 3° donde le legaba su gloriosa espada al Restaurador. Sin embargo, semejante honor tendrá lugar a partir de 1850, cuando se lo hace saber Balcarce mediante una carta que le manda a Rosas el 30 de agosto de ese mismo año. Don Juan Manuel conservará la espada hasta Caseros y se la llevará consigo al exilio de Southampton. Cuarta travesía trasatlántica (Argentina-Inglaterra).
5) Rosas conservará la presea militar más gloriosa de la historia argentina hasta su muerte, ocurrida en 1877. La mantiene guardada en todos esos años dentro de su estuche original, con el único aditamento de mandar hacer una chapa de bronce con la Cláusula 3° (de 1844) que fijará en el mismo. Máximo Terrero y su esposa, doña Manuelita Rosas, se quedan con todos los bienes de Rosas, y se los llevan a Londres, casualmente la misma ciudad capital donde San Martín había adquirido el sable en 1811. En tierras inglesas permanecerá el sable hasta el año 1897, cuando, en el mes de febrero, retorna definitivamente a la patria. Se completa así el quinto viaje oceánico del sable (Inglaterra-Argentina).
La inquina no había diezmado las pasiones políticas en Buenos Aires. Muestra de ello fue la poca atención que mereció el retorno del corvo sanmartiniano a tierras criollas. Ni los periódicos de la época ni tampoco los altos oficiales del Ejército y la Marina estuvieron a la altura del acontecimiento que se vivía. “Solamente un viejo soldado, el antiguo trompa de órdenes de Lucio Norberto Mansilla en Vuelta de Obligado, el ya teniente general Donato Álvarez, se dignó encabezar la ceremonia militar que dio la bienvenida a la reliquia legada a Rosas por San Martín”, sostuvo el teniente coronel retirado Morales en su estupenda alocución.

PUNTOS DE CONTACTO
En vida, José de San Martín había llegado a la conclusión de que la única figura política nacional que se había acercado a sus valores era el brigadier general Juan Manuel de Rosas. “Si vemos la época –agrega Morales-, varias figuras pudieron haber sido honradas con la espada del Libertador. Antiguos colaboradores suyos como Tomás Guido, seguían vivos. El último sobreviviente de la Primera Junta, Juan Larrea, o el jefe máximo de la Armada Nacional, Guillermo Brown, también estaban vivos, y bien pudieron ser los herederos. Sin embargo, San Martín se quedó con Rosas”.
Al término de la conferencia, hubo tiempo para saborear unas empanadas y beber algo de vino y gaseosas. Todo se desenvolvió en un buen clima de camaradería, como se aprecia en la imagen.
Entre estas dos figuras claves de la historia patria hubo afecto, respeto y reconocimiento. El Restaurador le puso a dos de sus estancias nombres ligados al Libertador: a una le llamó “San Martín” y a otra “Ayacucho”. El bergantín “General San Martín”, que fuera robado por las fuerzas navales anglo-francesas en Montevideo, no habría llevado tal denominación si es que don Juan Manuel hubiera aceptado la propuesta que le presentaron sus funcionarios de ponerle “General Rosas”. Aquí, el gobernador desechó su nombre por el del anciano e ilustre general.
Como cada vez que transcurrían los últimos meses del año, Rosas se dirigía a los argentinos con un mensaje que voceaba desde la Legislatura (en la actual Manzana de las Luces de San Telmo). El mensaje de 1849 tenía exactas 240 páginas, lo que demuestra el genio de estadista que fue Juan Manuel de Rosas. En ese año, San Martín ya hacía rato que padecía problemas visuales que lo tenían a mal traer, por eso pidió en su residencia de Boulogne-Sur-Mer que ese mismo mensaje se lo lean en dos oportunidades. Así lo deja entrever San Martín en la última carta que le envía a Rosas el 6 de mayo de 1850: “El objeto de esta es tributar a Ud. mis más sinceros agradecimientos al ver la constancia con que se empeña en honrar la memoria, de este viejo amigo; como lo acaba de verificar en su importante mensaje del 27 de Diciembre pasado; mensaje que por segunda vez me he hecho leer…”.
El Libertador se siente altamente satisfecho al contemplar los importantes conceptos que Rosas a brindado a los habitantes de la Confederación Argentina en 1849: “como argentino –le dice en su última correspondencia- me llena de un verdadero orgullo, al ver la prosperidad, la paz interior, el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria”.

TERGIVERSACIONES Y OMISIONES
Algunos malintencionados han procurado olvidar u ocultar el verdadero significado de todas las cartas que Rosas y San Martín han intercambiado desde 1838 hasta 1850. La versión que más corrió, fue aquella que decía que San Martín “estaba viejo” y que, por lo tanto, “no sabía lo que escribía”. Otros decían que las cartas originales no eran tales porque las mismas habrían sido “cambiadas”; que dichas correspondencias no eran, para ellos, tan benévolas ni amistosas…
Un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores del entonces presidente Arturo Frondizi, afirmó el 17 de agosto de 1960 que la legación del sable de San Martín a Rosas se debió “únicamente” a que Rosas era en ese momento el representante de las relaciones internacionales de la Argentina, y que hubiese dado lo mismo legárselo a cualquiera si esa representación recaía en ese momento en cualquier otra figura política…
El Dr. Alberto Gelly Cantilo dejó un mensaje en representación del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas", donde ratificó el apoyo de la entidad a sus pares de San Martín, y anunció que actuará del mismo modo su nuevo presidente, el Dr. Alberto González Arzac.
Un confundido Ricardo Rojas insistía en “separar” lo que fue Rosas en su política externa de la interna. Afuera, el Restaurador había sido un excelente defensor del país, sostenía Rojas, pero internamente había sido un “tirano” y un “déspota”. Aquí, Ricardo Rojas le erraba porque jamás se puede separar lo externo de lo interno, más teniendo en cuenta el contexto histórico que había tenido que vivir Rosas. Omitía decir Rojas que la política internacional rosista fue un producto surgido de la acción perversa de los unitarios salvajes que, internamente, se aliaban a las potencias extranjeras para atentar contra la soberanía nacional (guerras intestinas, bloqueos navales, focos de subversión en distintas provincias, etc., etc.). Por eso mismo, en lugares como “en el que estamos, la vieja Comandancia Militar federal, Rosas ordenó fusilar a los unitarios que conspiraban con el extranjero. Ramón Maza fue fusilado aquí, en Santos Lugares”, dijo Horacio Morales.
El teniente coronel (R) Morales dejó, y leyó, para el final una cita que dejó escrita Leopoldo Lugones a los 23 años de edad, en referencia a la repatriación del Sable Corvo que San Martín le cedió por testamento a Rosas en 1844. Al notar la indiferencia de las autoridades argentinas que lo tuvieron que ir a recibir (José Evaristo Uriburu era el presidente de la Nación), Lugones se mostró indignado, dejando unas hermosas palabras elogiosas de la figura del Ilustre Restaurador de las Leyes, don Juan Manuel de Rosas.
Así terminaba esta excelente disertación del militar retirado Horacio Morales. Siguieron, luego, algunas palabras que pronunció el Dr. Alberto Gelly Cantilo en representación del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”. No solamente felicitó al expositor sino que, además, envió un mensaje de adhesión del flamante presidente de dicha entidad, Dr. Alberto González Arzac, en apoyo a las actividades que desde la localidad de San Martín se desarrollan permanentemente en pos del revisionismo histórico.
La hora de las empanadas y el vino se había hecho presente. El cielo de la tarde era limpio, y las charlas muy amenas. Degustar empanadas en el lugar donde se firmó el Pacto Arana-Mackau, o donde se construyeron o repararon los fusiles de la patria federal, es un honor que algunas veces nos podemos dar los revisionistas.
Jóvenes Revisionistas quiso dar una última vuelta por el interior de la ex Secretaría General de la Comandancia. Ahí mismo, cintillos federales originales, retratos pintados de Encarnación Ezcurra y monedas de la Confederación Argentina se ubicaban en las vitrinas del lugar. Un sótano ubicado en uno de los salones internos, al cual se podía bajar mediante una escalera, sugería que allí pudo haber estado algún salvaje unitario penando por ser un desalmado traidor. No lo sabemos, en verdad.
Viejo sótano que está dentro de lo que hoy es el Museo Histórico Regional "Brigadier General Juan Manuel de Rosas", donde se ubicaba la Secretaría General de la Comandancia de Santos Lugares. ¿Habrá algún unitario salvaje allí, mazorquero?
Salimos del sitio histórico, por la calle Diego Pombo, dejando tras de nosotros ese mojón de patria gaucha que se confunde, hoy, con la moderna urbanidad.

jueves, 13 de septiembre de 2012

El Heroico Chilavert

Por el Dr. Julio R. Otaño

El coronel Martiniano Chilavert fue una de las tantas victimas inmoladas por el otrora “degollador de Vences” y ahora “Libertador”. Conducido como un criminal desde el campo de Caseros donde entregó su espada y su batería, hasta Palermo, Chilavert se propuso morir como hombre ya que sabía que lo asesinarían. Su fiel asistente, el sargento Aguilar, se lo repitió en la misma acción de la batalla, suplicándole entre lágrimas que huyese en su caballo. "Pobre Aguilar le dijo Chilavert, te perdono lo que me propone tu cariño. Los hombres como yo no huyen. Toma mí reloj y mi anillo y dáselos a Rafael (su hijo); toma mi caballo y mi apero y sé feliz. Adiós"». Y rechazó la oportunidad segura de escapar a la venganza.
Urquiza mandó traerlo a su presencia. ¿Era para levantarse grande como la gloria que le discernían sus vencedores, alargándole su mano a ese militar caballero en la desgracia? ¿Quiso ver humillado al que una vez lastimó su amor propio de amante? ¿O qué en su presencia se agrandase su antigua querella para justificar de algún modo el tremendo desahogo que meditaba darle a su despecho? ¿Se propuso comprar con su perdón la adhesión ilimitada del prisionero que era reputado el primer artillero de la República?
Lavalle se resistió ver a Dorrego antes de hacerlo fusilar, también por su orden, y por siniestros consejos, que también mediaron respecto de Urquiza, a punto de presentarle la muerte de Chllavert como una necesidad, para quitarle de encima un enemigo implacable y declarado. De cualquier modo, y conocidos el temple y carácter de Chilavert, se puede presumir cuál seria su actitud, y la soberbia entereza con que al vencedor respondería. -Pase usted, coronel Chilavert. Tome asiento –dijo Urquiza en tono amable, señalando una silla.
-Estoy bien así, general –contestó Chilavert, manteniéndose de pie.

-Por fin nos conocemos, coronel. Me han hablado mucho de usted –dijo Urquiza con un dejo de ironía, mientras encendía un puro.

-Supongo lo que sus nuevos amigos le habrán dicho de mi.

-Cosas buenas y cosas malas coronel. Pero lo importante del caso es que usted se equivocó de tiempo y lugar…

-No hace mucho, ambos estábamos del mismo lado, general.

-La diferencia, coronel, es que no ha sabido adaptarse a estos tiempos que corren. Sabe bien usted, que de persistir con la política de Rosas, el país seguiría en este desorden, en estas miserias sujetas a la voluntad del hombre fuerte de turno. Sin constitución, coronel, jamás podremos organizarnos…

-Eso no le da derecho a que un ejército extranjero invada nuestro país –dijo Chilavert desafiante-. La constitución nos la podemos dar nosotros, sin esos brasileros esclavistas que tanto dinero le han prestado.

-Y usted. ¿quién es para decirme qué es bueno o malo para este país? –contestó Urquiza poniéndose de pie.

-Un soldado que lleva cuarenta años peleando por su país y que de ninguna manera aceptará que fuerza extranjera alguna pise ésta, mi patria, aunque traigan constitución, emperador y todo el oro del mundo… Mil veces he de morir, antes de sufrir el oprobio de vender mi patria –Chilavert gritó estas últimas palabras.


Urquiza se sentó nuevamente. Hacía calor en la habitación. Las ventanas abiertas no alcanzaban a atenuar la pesadez del clima. Menos aún este coronel insolente y testarudo. Por un instante miró al coronel Martiniano Chilavert de pie, desafiante aun en la desgracia. Indomable, irreductible, así se lo habían descrito. No tenía ni ganas ni tiempo para discutir con este hombre. Llamó al soldado que esperaba afuera.

-Soldado, acompañe al coronel –y mirándolo le dijo con voz cansada: -Vaya usted, nomás, coronel.

Chilavert giró sobre sus talones y marcando el paso salió de la habitación.

El Libertador...el General de la Constitución según algunos...le ordenó a su secretario que lo hiciese fusilar como a traidor por la espalda.

Hay tormentos crueles que soporta el hombre fuerte mientras la dignidad se siente en la propia sangre, y hasta el instante en que la vida se va.
Pero lo que no puede soportar el hombre que rindió culto invariable a la siempre grata religión del honor, es que se le quiera degradar en el recuerdo, condenándolo a muerte infame, mas infame todavía que la que las leyes escritas asignan a los parricidas y a los piratas.
Es lo que le sucedió a Chilavert.
Cuando el secretario del general Urquiza le notificó su sentencia, el viejo militar de Ituzaingó habría querido ahogarlo por sus manos, y morir siquiera presa de la tremenda ira de su honor ultrajado, un oficial quiso asirlo para ponerlo de espaldas.
Fue como un bofetón en la mejilla, como el contacto de la mano impura en el seno de la virgen, la herida traidora en el pecho del león rugiente.
El oficial fue a dar a tres varas de distancia, y Chilavert, dominando a los soldados, golpeándose el pecho, y echando atrás la cabeza, les gritó: «Tirad, tirad aqui, que asi mueren los hombres como yo»
Los soldados bajaron los fusiles. El oficial los contuvo. Un tiro sonó.
Chilavert tambaleó y su rostro cubrióse de sangre.
Pero se conservó de frente a los soldados gritándoles: «Tirad, tirad al pecho!» El prodigio de la voluntad lo mantenía de pie; que tampoco el hacha troncha de una sola vez la robusta encina.
El oficial y los soldados quisieron asegurar a la víctima. Entonces hubo una lucha salvaje, espantosa. Las bayonetas, las culatas y la espada fueron los instrumentos de martirio que postraron al fin a Chilavert. Pero su fibra palpitaba todavía.
Envuelto en su sangre, con la cabeza partida de un hachazo y todo su cuerpo convulsionado por la agonía hizo todavía un ademán de llevarse la mano al pecho.
Era el «itirad aqui! ¡tirad aquí!» que los soldados debieron oír con horror en sus noches solas, como es fama que Santos Pérez oía el lamento del niño que degolló".
Saldías, Adolfo “Historia de la Confederación Argentina”
López Mato, Omar – Caseros, las vísperas del fin – Pasión y muerte del coronel Martiniano Chilavert. Buenos Aires (2006).

lunes, 10 de septiembre de 2012

Jaime González Polero

Por Raúl Oscar Finucci (Director Revista El Tradicional). No es esta una nota académica sobre historia, ni es este un artículo periodístico, es simplemente lo que siento por el hombre que fue el profesor Jaime Tristán González Polero, fallecido el 29 de noviembre de 2000. Amigo y maestro en igual porcentaje, me hizo comprender el pensamiento y obra de Juan Manuel de Rosas, aquel al que se le negó, y se le niega, el título de prócer, por la eterna voluntad de quienes creen que la firmeza en el mando es un pecado, ejerciendo constantemente el anacronismo, que como sabemos, es una forma de la mentira. Conocí al profesor Polero en tiempos en que el Intendente de Gral. San Martín, Escribano Antonio Libonati, accedía a su pedido de comprar la casa perteneciente a la familia Comastri en la localidad de San Andrés, sita en el mismo partido, y que fuera, según Polero, parte del Cuartel General de los Santos Lugares de Rosas. Esto fue e mediados de la década del noventa, hecho que agradó mucho a la comunidad interesada en la historia, y sobre todo a los adherentes al Pensamiento Nacional. Adquirida la propiedad por el Municipio, el profesor Polero fue nombrado su Director; allí comenzó a vivir su gloria. Inmediatamente se mudó al museo y ocupó con humildad e hidalguía, una cuarto que estaba sobre el sótano inundado, durmiendo sobre un catre cuyo colchón eran cuatro grandes almohadones de un viejo sillón. El, que pertenecía a una de las viejas familias del San Martín Antiguo; que había sido, a sus veinticuatro años, secretario privado del interventor en Rosario del Gral. Perón.
Estoicamente se bañaba con un jarro de agua calentada en la cocina, porque nunca logró que se le instalara el agua caliente, y cuando me escuchaba maldecir contra quienes no hacían en el museo, al que llamó “La Casa de Rosas”, las reformas y arreglos necesarios para una vida digna de su director y de la memoria que guardaba, me decía: “Me baño como lo hacía el Restaurador”. Nunca tuvo una plancha que funcionara; cortó el cable y la calentaba también en la cocina. Su magro sueldo de Director, le alcanzaba para mantenerse y enviarle algún dinero a su ex mujer, de la que se había divorciado hacía ya más de treinta años, y le exigía constantemente atención. Yo también me permití opinar sobre ese prescripto reclamo, y él, como un caballero con el honor intacto, me respondía: “Yo se lo que estoy pagando”. Luchó denodadamente para que “La Casa de Rosas” tuviera baños públicos, una oficina fuera del edificio y un tratamiento contra la humedad que desde abajo la destruía. Todo eso se logró después de su muerte. Cuando me planteó que lo ayudara a redactar los motivos por los cuales él quería que la casa fuera declara “Monumento Histórico Nacional”, nos pusimos a trabajar. Polero no descansaba reuniendo documentos y redactando razones que le dieran la razón. Finalmente el mismo Arquitecto Peña, presidente de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos de la Nación, junto a un colaborador, llegaron hasta el museo. Estuvimos charlando toda la tarde mientras ellos revisaban todo el edificio; ubicación con respecto a la línea municipal, reformas evidentes y otros detalles. Polero caminaba de una lado a otro, inquieto, ilusionado. Finalmente la comisión probó que su museo había sido una construcción del Cuartel General de los Santos Lugares de Rosas, y lo calificó “Lugar Histórico”, pero al no probarse que la hubiera habitado Rosas, no calificaba como “Monumento”. El profe se enojó, pero aceptó con un dejo de satisfacción; sabía que estaba en el lugar correcto, y para él sería siempre “La Casa de Rosas”. En otra oportunidad y sin dudarlo, llamó al Arquitecto Daniel Scháveltzon, quien yo conocía de la época en que trabajé en la revista “Todo es Historia” del Dr. Félix Luna. Daniel vino con su equipo de “Arqueólogos urbanos”, pero no encontraron demasiado, las construcciones sanitarias y otras modificaciones del terreno, hicieron desaparecer los elementos que podían haber sido importantes en las vitrinas de sus dos salas. Trabajaba mucho, escribiendo y consolidando el Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” de Gral. San Martín, y aportando constantemente su conocimiento y capacidad de gestión, para el Instituto Nacional. Algunas veces he pasado de madrugada cerca del museo, y me acercaba para ver si estaba todo bien en la casa de mi amigo. Varias veces lo vi, a través del vidrio de la puerta que daba a su escritorio, dormido sobre sus papeles, junto ala pava y el mate. Lo llamaba desde mi celular y lo despertaba para que se fuera a dormir. Varias veces le dije que tenía que dormir más, que tenía que descansar, y su respuesta era. “Mi descanso es continuar”. Cuando el cambio de signo político se cernía sobre el partido, alguien llegó como amigo a absorber conocimientos y agenda de Polero. Algunos se lo dijimos, pero alentaba la idea de que no lo dejarían sin su museo. El intendente Ivoskus asumió su cargo e inmediatamente lo echó. A él, que había encontrado esa casa, a él que la había hecho comprar y la había convertido en museo, a él, que dormía en un catre con almohadones… A los pocos días, después del ultimátum, lo pasé a buscar y lo llevé a una pensión, que fue la antesala de su tumba. Al mes quedó mudo, y a los dos meses murió. La ceguera de la política, no importa del signo que sea, mató al Profesor Jaime Tristán González Polero. Mi amigo, maestro y ejemplo de que lo que se siente se debe vivir en consecuencia.