miércoles, 30 de junio de 2021

Rosas frente a los Imperios

 Por Julio Irazusta

La paz con Francia no puso término a la guerra civil desencadenada por la intervención de ese país, ya que no resultó más que una tregua. Lavalle fue derrotado en Quebracho Herrado antes de reunirse con sus correligionarios del interior y los unitarios no pudieron sostenerse en Córdoba; desencontrados los jefes, se retiraron, los unos hacia el oeste y los otros hacia el norte. Los primeros, dirigidos por Lamadrid, fueron perseguidos por Pacheco y los segundos, comandados por Lavalle, lo fueron por Oribe, el que, como aliado de la Argentina, fue designado por Rosas general en jefe interino del ejército unido de vanguardia. Ambos jefes unitarios fueron derrotados a fines de 1841, en las batallas de Rodeo del Medio y de Famaillá, respectivamente. Lejos de terminarse, la contienda rebrotó en la Mesopotamia. El general Paz fue llamado a Corrientes, después de un nuevo pronunciamiento antirrosista y triunfo de Echagüe en la batalla de Caaguazú, el 28 de noviembre de 1841. Rosas ordena a sus fuerzas vencedoras en el interior regresar al litoral para hacer frente al peligro incesantemente renovado por la libertad que Rivera daba a los emigrados para seguir sus agresiones contra la Argentina. El Entre Ríos queda a medias ocupado por los ejércitos de Paz y de Rivera. Las ambiciones territoriales de éste alejan al general cordobés.  Y el usurpador del Uruguay es derrotado por su rival Oribe, presidente legal, en Arroyo Grande, al sur de Concordia.

Golpe de teatro: los agentes de Francia e Inglaterra, hasta entonces al parecer desacordes, se unen para intimar al gobierno argentino la orden de que el ejército unido de vanguardia no pasara el río Uruguay en persecución del anarquista Rivera. Rosas hace caso omiso de la intimación, pero no publica el documento y da por inexistente la pretensión europea. Al cabo de largas correspondencias diplomáticas entre Londres y Buenos Aires, Lord Aberdeen dice a Manuel Moreno que da la intimación de 1842 como non avenue. De todos modos, la coalición anglo-francesa contra la Argentina puede considerarse en formación desde aquel entonces. Se concretó en 1845, por las rivalidades que, en medio de un llamado acuerdo cordial, desgarraban a las dos grandes potencias conquistadoras que se repartieron el mundo ultramarino en el siglo XIX.

Oribe dominó la mayor parte de la campaña uruguaya y puso sitio a Montevideo. Cuando la escuadra de Brown iba a sellar la suerte de la plaza, se interpone el comodoro inglés Purvis, quien, reincidiendo en las pretensiones europeas, niega “a los puertos de Sud América el ejercicio de un derecho tan importante como el del bloqueo”. Purvis reabastece a Montevideo y, mientras sirve los planes de su gobierno, hace buenos negocios. Rosas se contenta con protestar ante Mandeville, sin enfrentar a las potencias marítimas a su medio. Pero mantiene en el Uruguay a los diez mil argentinos que eran auxiliares de Oribe, durante diez años. La declaración del bloqueo anglo-francés de 1845, la expedición de ambas potencias al Paraná, la derrota honorable que fue la Vuelta de Obligado seguida por un triunfal desquite al regreso de la expedición, las misiones Ouseley-Deffaudis, Hood, Howden-Walescki, Gore-Gros, se empeñan vanamente en lograr que Rosas retire aquel ejército de diez mil argentinos que, según los europeos y satélites locales, constituían amenaza para la independencia uruguaya, cuando en realidad la defendían de la codicia imperialista. Impotentes para alcanzar ese resultado, los europeos nos reconocen todos los derechos de soberanía que nos habían negado. Caso único en la época: la agresión conjunta anglo-francesa, no resistida en ningún punto del globo y que permitió a las potencias coaligadas abrir el África, la China, el Japón y crear dos de los mayores imperios conocidos, fracasó en el Plata. Bajo la dirección de Rosas, la Argentina mostró una fuerza sorprendente. La epopeya de la emancipación, sin ayuda de nadie, se repitió en la quinta década del siglo. Y San Martín escribió al caudillo que su lucha era de tanta trascendencia como la que se había librado contra los españoles.

En el fondo de la cuestión estaba el intento europeo por rehacer “por el comercio y la emigración, los lazos que sujetaban antes a la América del Sud bajo la exclusiva dominación de España”. Francia Quería participar urgentemente de tal empresa ya -que, hacia 1850, según Brossard (secretario de Walescki uno de los diplomáticos franceses) su país necesitaba del Plata como lugar para ubicar el excedente de su población sin trabajo, manteniéndolo bajo su jurisdicción política. Por eso dice claramente que su país era “arrastrado cada vez más hacia el Plata por la necesidad de expansión que trabaja a los pueblos en los períodos críticos de su vida social.

En definitiva, lo que las grandes potencias marítimas ambicionaban era retacear la soberanía argentina, tanto moralmente en la aplicación de las leyes como materialmente, y si podían en algo de lo material que era el territorio. El tono de la música lo había dado Purvis al negarnos el derecho de bloqueo. Las restantes misiones pretendían negamos el derecho de beligerancia contra un enemigo que nos había declarado la guerra.

“Bajo Rosas, en sus 17 años de dictadura, con un ejército al que Sarmiento consideraba capaz de conquistar el subcontinente, la Argentina ganó el pleito que le plantearon los anglo-franceses. A las generaciones posteriores les quedaba la tarea de sacar para el país los beneficios consiguientes”

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Rosas y la parroquia de Jesús Amoroso en la Plaza de Gral San Martín

Por Jaime González Polero
Curato en Santos Lugares. La gente del pueblo de Santos Lugares dependió del Curato de San Isidro hasta el 12/4/1825, cuando el Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires - Manuel J. García- concertó la división del Curato de San Isidro, designando a Bernabé Márquez, José Arévalo y Martín J. Ocampo para que formen una Comisión y procedan a tomar todos los recaudos necesarios para proponer al gobierno la mejor demarcación de territorios entre San Isidro y el futuro curato de Santos Lugares. Dice Víctor Yantorno de "Caras y Caretas N° 1866 de 1934" dice que para 1825 en toda la zona de los franciscanos y mercedarios el único poblado era el humilde caserío de San Martín que se levantaba junto a una pequeña capilla de escasas dimensiones perteneciente a misioneros franciscanos de los Santos Lugares.
 La Parroquia de Jesús Amoroso : La Curia Eclesiástica de Buenos Aires el día 10/6/1825 erigió oficialmente la Parroquia de Santos Lugares bajo la advocación de Jesús Amoroso en la Capilla de La Calera de los ex-frailes franciscanos y la segregó de la de San Isidro. La capilla había sido levantada en el otro extremo de los campos de los franciscanos (hoy barrio de Belgrano) y se extendían hasta el centro de Gral. San Martín, donde estaba la Capilla de 1800. El primer cura párroco de Jesús Amoroso fue el Dr. Feliciano José Pueyrredón (hermano del ex Director Supremo) designado el 23/8/1825 y el 30/8/1825 -día de Santa Rosa de Lima-, se ofició la primer misa. El primer bautizado que figura en los archivos de la Parroquia de Jesús Amoroso del Libro de Bautismos de 1825 fue Ramón Benigno de Duarte, nacido el 16/2/1825.  Los vecinos de Santos Lugares pidieron el 25/11/1834 al provisor del obispado R. P. Miguel promover a la categoría de parroquia  la capilla de los ex-padres franciscanos de Santos Lugares, mientras los vecinos construían una iglesia más grande en los terrenos donados Curia por doña María Francisca Arroyo de Barros (en el terreno de la actual ). Nueve años después de la fundación de la Parroquia de Jesús Amoroso en el 17/12/1834 el R. P. don Miguel García decretó el traslado de la parroquia Lugares a San Martín, argumentando que era un paraje más céntrico", que terminando la construcción de una nueva iglesia más apta para el servicio y destacando además, que se hallaba "en los terrenos llamados de la Virgen".   Este apoyo del obispado, más fondos personales de D. Juan Manuel de Rosas -muy devoto- y el aporte de los vecinos.   Desde 1831 el gobernador Rosas había iniciado la reconstrucción de varias iglesias abandonadas de Buenos Aires, construyó nuevas iglesias y ante la falta de curas incluyó en la nomina oficial a los sacerdotes católicos. Entre ellas la de San José de Flores.  El ministro inglés Hamilton (protestante) el 14/4/1835 cuando se enteró que Rosas estaba reconstruyendo iglesias en Buenos Aires definirá a los partidarios religiosos de Rosas como  el resto fanático y embrutecido del dominio español Agregando también que...algunas de las modificaciones...lejos de ser mejoras (estaban) destinadas más bien a restaurar y perpetuar ( ...) costumbres no civilizadas y postración mental (...) como las corridas de toros y la reapertura de los conventos de los dominicos.   El tema era importante para el gobierno provincial porque no tenía los registros propios de los nacimientos y defunciones de los nuevos poblados y dependía de las pocas parroquias que podían hacer los registros.     
La Parroquia de Jesús Amoroso en San Martin: La parroquia fue inaugurada el 8/ 12/1836 en San Martín, donde hoy está la Catedral. El cura explicó el en esta carta:   “Santos Lugares de Rosas el 14/12/1836, 27° aniversario de la d, 21° de la Independencia y 7o de la Confederación Argentina", el Cura Vicario de Lugares de Rosas, Pascual Alejandro Rivas informa al Juez de Paz de San Isidro: que después de festejos cívicos que se iniciaron el día 6 precedente de la Víspera y día 8 de diciembre que se colocó el Nuevo templo dedicado a su legítimo Patrón Jesús Amoroso, el Se. visor Dr. Dn. Miguel García, Canónigo Dignidad de Presbítero honró a este acto, dignándose bendecir el dicho Templo con un numerosísimo compañamiento. A  9 de la mañana se inició la Función de Iglesia con la solemnidad propia del lugar y con arreglo a las escasas facultades del que suscribe y su vecindario: el Canónigo Dr. Dn. José ia Terrero debió haber cantado la misa, mas no tuvo este pueblo tal honor por una divertida equivocación se precisó a cantarla el Cura que habla: el referido Sr. Provisor un Panegírico tan erudito y edificante, que el Vecindario con el Cura sentirán muchísimo el que no vea la luz pública; en él no solo se tocaron los corazones de los fieles : concurrir al nuevo templo a implorar e impetrar todos sus consuelos, sino que aludió a la especial protección de la Paloma sin mancilla, N. S. de la Concep. nuestra Madre Santísima, en cuyo día se celebra tan augusta ceremonia, y moviendo asimismo a los fieles a la gratitud que debían a Nuestro Ilustre Restaurador de la Leyes y Ejemplar Protector de  Religión Santa Que exclusivamente había edificado este delicioso Templo en que ya se celebraban los incomprensibles misterios de la Divinidad: concluida la función en que nos honra la Sra. Heroína de la Federación Dña. Encarnación Ezcurra de Rosas, la Sra. María de los Dolores Fernández, Viuda del memorable Sr. Gral D. Juan Facundo Quiroga y otras señoras de Categoría; el Sr. Provisor y Cura Rector de la Parroquia de la Piedad D. Tomás Gaete honraron al que suscribe acompañándole a su mesa en la que reinó la más cordial y sincera complacencia, diciéndose al mismo tiempo muchos brindis tan análogos a las actuales circunstancias que llenaron de una completa alegría los corazones de todos los circunstantes; después, de concluidos estos actos en los que reinó el amor más sincero y fraternal, siguieron los bailes, y músicas y demás diversiones del Pueblo sin haber ocurrido el menor desorden; todo lo que pongo en conocimiento del Sr. Juez de Paz para su conocimiento, y fines que hallare por conveniente. Dios g. al Sr. Juez de Paz ms. Años. Firmado por Pascual Alejandro Rivas"
 1852. Dibujan la Parroquia de Jesús Amoroso de San Martín: En la reunión del 14 de abril participó el calígrafo, dibujante y pintor Juan Manuel Besnes e Irigoyen, que pintó varias acuarelas que hoy se encuentran en la Biblioteca Nacional de Montevideo entre las cuales figuran dos de Santos Lugares: una presenta en primer plano a la Iglesia "Nueva" con un gran espacio abierto enfrente y al fondo algunos edificios del pueblo y la otra muestra los dos pilares de entrada al cementerio, pruebas fehacientes de su existencia antes de la fundación; la acuarela muestra hacia el Este la casa del Sr. Blas D'Espouy, en la que Urquiza ofreció el asado a sus convidados el 14/4/ 1852, construida cubriendo los muros de la Capilla Vieja y el convento, mandada levantar por Carlota Vieytes, que más adelante será de Don Demetrio Márquez y los Doctores José R. Cabral y Juan M. Guglialmelli, mejorada sucesivamente. Roberto Conde dice que en el frente de la capilla- parroquia habia un mármol que indicaba que Juan Manuel de Rosas fue el fundador de la misma.
1853. Amplían el edificio: El edificio de la parroquia de Jesús Amoroso fue ampliado en 1853 a pedido de los vecinos y con materiales de las casas demolidas del ex-Cuartel de las Crujías. que con el producto de las ventas de sus tierras se sufragarían los gastos de la Iglesia por su alma. 

sábado, 26 de junio de 2021

Caballos que hicieron Historia

Por Ana Moya
Ya decía Rubén Darío: “No se concibe a Alejandro Magno sin Bucéfalo; al Cid, sin Babieca; ni puede haber Quijote sin Rocinante, ni poeta sin Pegaso”. Éste, que era el caballo de Zeus, fue el primer medio de comunicación y transporte que se elevó por los aires. También pasó a la historia Genitor, el caballo de Julio César. El nombre, que significa padre, creador, se lo puso César en homenaje a su padre. Alejandro Magno, cuenta la leyenda, le pidió a su padre, el rey Filipo de Macedonia, uno de esos “caballos de Tesalia” que eran los mejores del mundo para la guerra. Así tuvo a Bucéfalo, de color negro azabache y con una estrella blanca en la frente con forma de cabeza de buey, que despertaba el asombro por su belleza y gallardía. Los centauros eran de otra clase: seres monstruosos, mezcla de hombre y caballo. Píndaro, el poeta griego, los hizo hijos de Centauro, hijo de Apolo y Estilbe, y de yeguas magnesias. Compañero del hombre en las buenas y en las malas, el caballo se subió a las calesitas y se hizo pony para que lo monten los niños, se perpetuó en el bronce y se instaló en el naipe de la baraja española y en el tablero de ajedrez y en el cine y en la literatura. 
Más modesto, el caballo criollo de América Latina es el descendiente directo de los caballos que llegaron con don Pedro de Mendoza y que terminaron multiplicándose sin orden ni concierto. Fueron esos equinos españoles -andaluces, portugueses y árabes- los que transmitieron su sangre a estos nobles pingos que durante cuatro siglos se adaptaron a las llanuras de América del Sur, desarrollando resistencia a las enfermedades y al trabajo junto con una sobriedad natural intransferible. Los nativos primero y los gauchos después, los hicieron medio de transporte, compañeros de caza, de trabajo y de juegos. Naturalmente el criollo se consolidó como el caballo del gaucho para el trabajo con el ganado. A finales del siglo XIX, la llegada de machos europeos o de América del Norte contaminó la raza; hasta que algunos criadores apasionados emprendieron una selección rigurosa que consolidó aquellas extraordinarias condiciones de resistencia y adaptación al medio. Y las pruebas de resistencia en travesía dieron dos ejemplares con destino icónico y literario: Mancha y Gato. Las inscripciones de esta raza en la SRA se realizan desde 1917: casi todos los pelajes son aceptados en su estándar, excepto el tobiano y el pintado.

iChiche, moro, zaino…!
Todos han merecido el bronce: el oscuro de Urquiza, el moro de Quiroga, el blanco de Belgrano. Seguramente, el general San Martín utilizó una docena de caballos en sus campañas, pero sólo han trascendido algunos: el bayo de San Lorenzo, que murió en aquel combate por una bala de cañón (apretado por el animal, el gran jefe fue rescatado por el sargento Cabral). Otros fueron el alazán tostado de cola cortada al corvejón y el zaino oscuro de cola abundante, ambos, según menciona su amigo Jerónimo Espejo, caballos de paseo de San Martín en Mendoza; o el que le regaló Simón Bolívar después de la entrevista de Guayaquil. ¿Recurso estilístico de pintores de la época? ¿Paradigma de perfección? Del color que fuere, el caballo criollo -que sin duda montó San Martín- fue el verdadero protagonista de sus campañas, pero los pintores de la época no le dieron crédito en sus lienzos. Y qué decir de nuestras mulas, más propicias para la montaña, ésas que eligió el Libertador para cruzar los Andes. Subercaseaux, Rugendas, Ballerini, Carlssen, Vila y Prades, pintaron siempre al general montado en un caballo blanco.
Al entrar en Buenos Aires, el mediodía del 5 de octubre de 1820, para reponer al gobernador Martín Rodríguez, Rosas montaba “un soberbio tordillo patas negras, de grande caja, de manos finas, nerviosas y atrevidas.. .“, refiere el historiador Adolfo Saldías.
Y Juan Manuel Beruti, en su libro “Memorias curiosas”, señala que Rosas, en una carta dirigida a Quiroga, le escribía acerca de un colorado pampa que habría montado en la batalla de Puente de Márquez (en el límite de Villa Udaondo y Paso del Rey, provincia de Buenos Aires) el 26 de abril de 1829. El testimonio de Máximo Aguirre en “Los caballos del Restaurador”, consigna una acotación de don Juan Manuel: “El mejor caballo que he tenido y tendré jamás, me lo regaló don Claudio Stegmann. Era bayo, del Entre Ríos…”. Y don Emilio Solanet en su conocido libro “Pelajes criollos”, señala que en vísperas de Caseros (3 de febrero de 1852) se lo vio a don Juan Manuel revistando sus tropas en un soberbio caballo gateado, marca del chileno Saavedra. Conocida la derrota, Rosas partió con su caballo a la Legación Inglesa (en la calle Bolívar, entre Venezuela y México).
El caudillo santafesino Estanislao López (1786- 1838), después de vencer a Dorrego en El Gamonal, el 2 de septiembre de 1820, aceptó una invitación de Rosas para visitarlo en la estancia Los Cerrillos en el verano. Allí, en medio del agasajo -que duró ocho días- López destinó repetidos elogios a los montados del anfitrión. Rosas vio por dónde venía la mano y trató de “salvar” a un tordillo negro: “Éste es el único que me reservo, porque es de la silla de Encarnación; si no le diría ‘tómelo’, como puedo hacerlo con los otros”. Según se lee en “Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires”, de Manuel Bilbao, Rosas lo invita a elegir otros: “… López… se apresuró en señalar un pangaré que ese mismo día había montado el dueño de casa. Éste ordenó inmediatamente que le pusieran su recado”.
Sarmiento recoge en Facundo otro encuentro de López y Rosas al que se agrega Quiroga. Fue en Pavón: “Los tres caudillos hacen prueba y ostentación de su importancia personal. ¿Sabéis cómo? Montan a caballo los tres y salen todas las mañanas a gauchear por la pampa: se bolean los caballos, los apuntan a las vizcacheras, ruedan, pechan, corren carreras. ¿Cuál es el más grande hombre? El más jinete, Rosas, el que triunfa al fin. Una mañana va a invitar a López a la correría: ‘No, compañero’, le contesta éste; ‘si de hecho es usted muy bárbaro”. Rosas, en efecto, los castigaba todos los días, los dejaba llenos de cardenales y contusiones. Estas justas del Arroyo de Pavón han tenido una celebridad fabulosa por toda la República, lo que no dejó de contribuir a allanar el camino del poder al campeón de la jornada, el imperio al más de a caballo.
Quiroga tenía un motivo fundamental para odiar a López: el general Lamadrid se había apoderado en La Rioja de su famoso moro al que su dueño le adjudicaba poderes sobrenaturales: dicen que lo consultaba y seguía sus “consejos” al pie de la letra.
Luego de la batalla de El Tío, el caballo fue a parar a manos de López. Cuando Quiroga se lo reclamó, don Estanislao no quiso devolvérselo. El General Paz, en sus memorias, también se ocupa del moro. Recuerda una sobremesa de oficiales en la que todos se mofaban del caballo “confidente, consejero y adivino del general Quiroga”. Dicen que, picado, un antiguo oficial les dijo: “Señores, digan ustedes lo que quieran, ríanse cuanto se les antoje, pero lo que yo puedo asegurar es que el caballo moro se puso mañero el día de La Tablada, porque el general no siguió el consejo de evitar la batalla. Soy testigo de que ese día no se dejó poner el freno”.
Quiroga le pidió a Rosas que interviniera ante el caudillo santafesino pero ni así recuperó el caballo: “Puedo asegurarles compañeros que dobles mejores se compran a cuatro pesos donde quiera -responde López-; no puede ser el decantado caballo del general Quiroga porque éste es infame en todas sus partes”. Siguiendo instrucciones del Restaurador, Tomás de Anchorena escribió a Quiroga rogándole que no haga del tema del caballo un asunto de Estado que podría perturbar la marcha de la República y hasta le ofreció una indemnización. La respuesta de Quiroga (12 de enero de 1832): “Estoy seguro de que pasarán muchos siglos para que salga en la República otro caballo igual, y también le protesto a usted de buena fe que no soy capaz de recibir en cambio de ese caballo el valor que contiene la República Argentina”. El santafesino nunca devolvió el moro.
El doctor Osvaldo Pérez en su libro “Vida de ilustres caballos”, refiere que el general Justo José de Urquiza (1801-1870) tenía un tordillo al que llamaba El Sauce, que fue inmortalizado en un óleo por Juan Manuel Blanes (1830-1901). Añade más adelante: “En la batalla de Caseros, librada el 3 de febrero de 1852, Urquiza montó un caballo moro enjaezado de plata. Con el mismo animal entró en Buenos Aires diecisiete días después…”. De Francisco “Pancho” Ramírez (1786-1821) consigna que:
“… Solía montar un azulejo célebre por su velocidad y guapeza. Cuando Ramírez fue vencido por Estanislao López, le pidió a su querida Delfina que pasara con su escolta a la provincia de Entre Ríos, que él, con su azulejo, no tendría problemas ..
Con respecto al general Güemes, el autor cita a Juana Manuela Gorriti: “Montaba con gracia infinita un fogoso caballo negro cuya larga crin acariciaba con mano distraída, mientras inclinada hacia su compañero, hablaba en actitud de abandono”. Era el tordo, uno de los caballos favoritos de Güemes, junto con el Gateado, un bayo de crines, cola y patas negras.

jueves, 17 de junio de 2021

ZOOM HOMENAJE A MANUEL BELGRANO Y MARTÍN MIGUEL DE GUEMES

 

Julio Otaño le está invitando a una reunión de Zoom programada.


Tema: Zoom meeting invitation - Reunión de Zoom de Julio Otaño

Hora: 20 jun. 2021 06:00 p. m. Buenos Aires, Georgetown


Unirse a la reunión Zoom

https://us04web.zoom.us/j/4854245424?pwd=MHBRcEF4OUMzYmNENENUVkNyTFVrZz09


ID de reunión: 485 424 5424

Código de acceso: julio


miércoles, 16 de junio de 2021

Arenales, el HACHADO INMORTAL

Por el Prof. Jbismarck

Juan Antonio Alvarez  de Arenales (1770-1831) Nació el 13 de junio de 1770 en Villa de Reinoso, situada entre Santander y Burgos (provincia de Castilla la Vieja).  El general Belgrano lo designaba el 6 de setiembre de 1813, para el puesto de gobernador político y militar de la provincia de Cochabamba y de todas sus dependencias.  Cuando se produjeron los desastres de Vilcapugio y Ayohuma, pocos días después, el coronel Arenales quedó cortado en Cochabamba y en completo aislamiento a causa de la retirada del ejército patriota.  “Este bizarro jefe -dice el general Paz en sus Memorias póstumas-, tuvo que abandonar la capital, pero sacando las fuerzas que él mismo había formado y los recursos que pudo, se sostuvo en la campaña, retirándose a veces a los lugares desiertos y escabrosos, y aproximándose otras a inquietar los enemigos a quienes dio serios cuidados.  La campaña que emprende desde este momento el coronel Arenales coronada de triunfos, es su gloria inmortal”.  Aquella campaña tan larga como heroica, fue de consecuencias profundas para la causa de la emancipación americana. La fuerza que organizó no pasaba de 200 hombres, con los que emprendió una marcha hacia Santa Cruz de la Sierra, a través de millares de realistas, a los cuales arrolló en todos los encuentros que tuvo con ellos; motivo que inflamó el ardor marcial y retempló las fibras patrióticas de sus subordinados.  Arenales llevó su valor singular hasta el extremo de atacar en La Florida, con 300 hombres, una fuerza realista al mando del coronel Blanco, justamente triple en efectivos: La acción tuvo lugar el 25 de Mayo de 1814 y es uno de los más justos timbres de la gloria de este gran soldado.  Arenales dispone en el centro a la artillería, al mando del capitán Belzú, en la planicie de la barranca, esta posición en bien visible para el enemigo. Al pie, sobre el explayado hace abrir una trinchera disimulada con arena y ramas, de la suficiente profundidad para ocultar en su interior a tiradores rodilla en tierra. En ella coloca a tres compañías de infantería, y la de pardos y morenos a ordenes del comandante Diego de la Riva. Divide a la caballería en dos fracciones. Coloca sobre el flanco derecho a la de Santa Cruz al mando de Warnes; sobre el izquierdo la caballería cochabambina que el encabeza. Ambas fracciones se ocultan bajo denso boscaje.
Pronto aparecen las fuerzas del general realista Blanco con 900 veteranos, 300 de infantería y el resto de caballería, armados con carabina, lanza y sable. Al frente se encolumna el amenazante cuerpo de Dragones de Chubivilca. Detrás de ellos marchan los infantes a paso redoblado por los tambores y con bayoneta calada.
Al divisar a las fuerzas patriotas, y ver la disposición de la artillería, el general Blanco cae en la trampa que tendiera magistralmente el comandante Arenales; supone que en torno y detrás de esta se encuentran los efectivos patriotas. Despliega sus unidades de infantería en guerrilla por ambos flancos, con la idea de atacar a la concentración (que supone se encuentran detrás de las baterías), y avanza con el resto de los efectivos vadeando el río en forma frontal sin otra precaución.
Cuando el enemigo hace pie en la amplia playa, sufre una mortífera sorpresa. Es recibido por una descarga cerrada de los tiradores ocultos en la trinchera, que produce estragos en sus filas. La confusión paraliza a los realistas, incluso a su jefe que no atina a dar ninguna orden para reagrupar a la tropa.
Arenales ordena una nueva descarga tan devastadora como la primera y ordena luego el ataque a la bayoneta de los infantes. Al mismo tiempo la caballería deja su enmascaramiento y carga impetuosamente sobre ambos flancos del enemigo, siendo completamente arrollado. La infantería realista huye desordenadamente buscando refugio en el bosque lindero, mientras es cañoneada por la artillería patriota, la caballería es destrozada por la caballería patriota que sablea sin piedad al enemigo. Arenales badea rápidamente el río y se apodera de la artillería española, es en esta parte e la acción donde pierde la vida el coronel Blanco.
La batalla esta decidida, el enemigo esta deshecho y huye desordenadamente dejando en el campo armamento y equipajes. Dispuesto a exterminar por completo a la expedición punitiva de los realistas, Arenales ordena la persecución de los restos de la fuerza enemiga. En la frenética carga, guiada por el mismo Arenales, y ante su irrefrenable deseo de aniquilar al enemigo, el comandante se adelanta demasiado al resto de la caballería de Santa Cruz, solo seguido de cerca por su ayudante y sobrino teniente Apolinario Echevarria. Recorre así unos 10km sin advertir que los santacruceños se quedan atrás ocupados en la recolección del botín de guerra. Así, penetra en una región del monte donde habían tomado por refugio unos 11 soldados enemigos que huían del campo de batalla, cuando advierten que son solo dos oficiales quienes los siguen, hacen alto y disparan contra Arenales y el Tte. Echevarria mientras los van rodeando. Cercados por completo, estos se defienden desde sus cabalgaduras hasta que estas caen malheridas. En tierra, Arenales, sin abandonar su espada, usa con destreza sus pistolas. En ese momento un realista le apunta con su trabuco, Echevarria, quien advierte esto, se lanza en la línea de fuego, recibiendo él el mortal impacto, cayendo muerto a los pies de Arenales, junto a los cadáveres de cuatro de sus enemigos. Arenales busca un árbol en la que apoyar su espalda para continuar hasta el final con esa lucha desigual y obstinada. Arenales ya no es un hombre, es una bestia salvaje luchando por su vida, con toda la ferocidad que acompaña al guerrero en esos decisivos momentos. Un certero sablazo le abre el cráneo en uno de sus parietales. Su cara esta bañada en sangre, la furia lo envuelve como un huracán. Otro tajo horrible lo abre desde arriba de la ceja hasta casi el extremo de la nariz, dividiéndola en dos; otro le parte la mejilla derecha por debajo del pómulo, desde el arranque de la sien hasta la boca. Trece heridas profundas ofenden su cabeza, su cara y su cuerpo, aquí empieza a nacer la leyenda del General hachado, el inmortal de la revolución, con todas sus heridas escupiendo litros de sangre, completamente bañado de rojo, mas parecido a un demonio salido del infierno que un hombre, el general Arenales sigue combatiendo con la rabia y la locura que se desprenden en cada asesino golpe de su sable mellado por los huesos de los enemigos muertos.
El bravo general sigue combatiendo sin dar cuartel, matando e hiriendo a sus enemigos que azorados no comprenden de donde saca sus fuerzas para seguir en pie, y además, combatiendo de ese modo. Entonces uno de ello, se escurre por detrás del general, que ya casi ciego por la sangre que baña su cara, no llega a divisarlo; entonces la vil maniobra, la ultima jugada de los enemigos que caían de a uno ante la inmortal espada de Arenales, con la culata de su fusil, le da un fuerte golpe en la nuca que le hunde el hueso, derribándolo al suelo sin sentido. Ni siquiera se atreven comprobar si el Coronel yace sin vida, sino por el contrario aprovechan la ocasión para huir despavoridos del terrible hachado. El cuerpo del Coronel Arenales permanece horas tirado entre los arbustos, rodeado por los cadáveres de sus enemigos, hasta que un grupo de merodeadores, esos que siempre siguen a los ejércitos en campaña para rapiñar de las sobras y despojos de las batallas, son atraídos por los brillos del uniforme de Arenales. Cuando estos rastreros se disponían a saquear el cuerpo del coronel, este, inmóvil pero conciente, les grita con recia voz, tan poderosa sonó que pareció el grito de Poseidón ordenando las olas en lo profundo de los mares, helándoles la sangre y haciendo que huyan despavoridos del lugar.
Al anochecer es encontrado por una partida de caballería que lo lleva a la misión de Piray. Allí lo revisa el cirujano quien por la gravedad de las heridas y la gran cantidad de sangre perdida, se lamenta en vaticinar, que por desgracia el Coronel Arenales no va a volver a ver la calida luz del amanecer…
No solo el inmortal Arenales ve el amanecer, sino que en algunos días se repone y vuelve a servicio, pero esta vez envuelto por el velo de la leyenda y la admiración de sus hombres que se sienten en manos de un inmortal mas que de un simple mortal. El glorioso Arenales, el Hachado, el inmortal de la Florida.
 El historiador Fermin V. Arenas Luque aportó datos valiosos en cuanto al destino que sufrieron los restos mortales de héroe de “La Florida”: “Cuando un terrible temblor sacudió al pueblo de Moraya, la iglesia parroquial se derrumbó.  Las sepulturas se removieron y por esta macabra circunstancia algunas fueron objeto de actos profanatorios.  Con el propósito de que pudiese ocurrir lo mismo con los restos de Arenales, el coronel Pizarro los sacó del lugar en que se hallaban y los depositó en el osario común, excepto la calavera, que quedó en poder de dicho militar”.  Tiempo después, en 1874, la calavera del prócer fue remitida desde Moraya a Buenos Aires, para ser entregada a su hija María Josefa Alvarez de Arenales de Uriburu, permaneciendo en poder de sus descendientes hasta fines de la década de 1950. A lo largo del Siglo XX, en la provincia de Salta, se promovieron múltiples iniciativas tendientes a tributarle los debidos homenajes y el justo reconocimiento por la sobresaliente actuación del general Arenales, una de ellas, de gran significación, fue la que impulsó al Primer Arzobispo de Salta, el insigne monseñor Roberto J. Tavella, quien interpretó cabalmente el deseo de los salteños para que sus restos descansen en la tierra en donde consolidó su hogar y en la cual ejercitó su mandato como gobernador.  Monseñor Tavella decidió contactarse con los descendientes directos del prócer en Salta, sus sucesores Uriburu Arenales, que a la sazón la integran las familias: Castellanos Uriburu y Zorrilla Uriburu, al tiempo que remitió una carta a los otros miembros de la familia Uriburu Arenales, residentes en Buenos Aires, con el objeto de solicitarles la remisión de sus restos mortales, a fin de que los mismos descansen en el Panteón de las Glorias del Norte, en virtud de los nobles servicios prestados a la Patria.
En uno de los párrafos más salientes de la misiva de Monseñor Tavella al doctor Guillermo Uriburu Roca afirmaba: “… la presencia de esta reliquia, vendría a completar la constelación sanmartiniana de Arenales, Alvarado, y Güemes, los puntos básicos de la estrategia del Gran Capitán, que tendrán en el Panteón de las Glorias del Norte de nuestra Catedral, el reposo junto con la admiración de Salta, su tierra amada, y de todos los americanos”.  En la Capital Federal, reunidos los sucesores del prócer en el domicilio de la señora Agustina Roca de Uriburu, estos procedieron a labrar una escritura pública por la entrega de tan inestimable tesoro familiar, ante el escribano Luis. M. Aldao Unzué, encontrándose presentes en esa ocasión los doctores Atilio y Pedro T. Cornejo, quienes posteriormente trasladaron la urna provisoria a Salta.
bibliografia:
 http://www.revisionistas.com.ar/?p=7750/

martes, 1 de junio de 2021

Falleció el Dr. Arturo Pellet Lastra

 Por Julio R. Otaño 

El Dr. Arturo Pellet Lastra, Historiador, Abogado, Politòlogo, Docente Universitario, Jurista y sociòlogo fue un intelectual y luchador del pensamiento nacionalista.  Hombre de amplísima cultura, Pellet ha publicado decenas de Libros que hoy dia, son materia de consulta de miles de estudiantes Universitarios.  Ameno y lúcido conferencista, sus charlas son seguidas por muchísimo entusiasmo y afán de aprender.  Tuve el honor de ser su alumno en varias materias de UBA-DERECHO y su ayudante de cátedra durante varios años.  Fuí recibido varias veces en su casa, me ha obsequiado muchas de sus obras. Realmente Arturo fue un ejemplo de vida. Y uno de mis maestros, además él me entrego mi diploma de abogado.  Muchas gracias Arturo por todo... QEPD y mucha fuerza y resignación a su querida esposa Susana y su gran familia.