miércoles, 28 de marzo de 2012

Acto en Homenaje al Brigadier Gral Juan Manuel de Rosas

La Municipalidad de Gral San Martín, Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de Gral San Martín y diversas Agrupaciones invitan a Ud, al acto que en Homenaje al Natalicio del Restaurador se realizará en la Plaza San Martín de nuestra Localidad, el dia Viernes 30 de Marzo a las 11 hs.

lunes, 26 de marzo de 2012

Liniers

Por Don Singulario


1° de enero de 1809: Proclama de Liniers
- Don Singulario, me intriga con ese libraco de letras enormes y por lo que leo de ojito se refiere a Liniers (lee)
“DON SANTIAGO LINIERS Y Bremond, Caballero de la Orden de San Juan, Comendador de Ares del Maestre en la Montesa, Xefe de Escuadra de la real Armeda, Virey, Gobernador y Capitan general Interino de las Provincias del Rio de la Plata, y sus Dependientes , Presidente de la real Audiencia Pretorial de Buenos-Ayres, Superintendente General; Subdelegado de Real Hacienda, Rentas de Tabaco y Naypes, del Ramo de Azogues y Minas, y Real Renta de Correos, y Comandante General del Apostadero de Marina, &c.
- Al cumplirse el 150° aniversario de la Revolución de Mayo se editó una recopilación facsimilar del material impreso entre 1809 y 1915. Así se presentaba en la proclama que dio a conocer frente al levantamiento de algunos miembros del Cabildo encabezados por Félix de Álzaga, conocido monopolista del puerto, junto con Mariano Moreno, Leyva y otros miembros. Lo acompañaba el gobernador de Montevideo, Elio. (La trascripción es fiel, incluso con letras antiguas como“f” por “s”, etc.)
“Por quanto el dia de ayer vi con el mayor dolor y sentimiento de mi corazon , que unos pocos infelices dirigidos por algunos espirtus inquietos y revoltosos, quisieron eftablecer la confusion y el desorden para traftornar los sagrados principios de nueftra conftitucion Monarquica, queriendo erigir una Junta subersiva , y enteramente opuefta a la autoridad Soberana de nuestro muy amado Rey y Señor D. Fernado VII, intentando implicar en efte perfido proyecto al pueblo de Buenos-Ayres, que ha dado tantas y tan repetidas pruebas de amor y fidelidad al Soberano: de un pueblo que se ha cubierto de inmortal gloria, defendiendo y conservando baxo mis ordenes eftos dominios de S. M.: de un pueblo cuyo delicado pundonor y sus acciones heroycas lo ponen a cubierto de semejante odiosa imputacion; y de un pueblo en fin, que apenas trascendió, que efta injuriosa nota se esparcia contra su reputacion y buen nombre, quedó cubierto de mayor dolor; pero que, algunos de sus valerosos Cuerpos Patrioticos para enxugar sus lagrimas, y hacer ver al Universo que sus laureles jamas podrá marchitarlos la malignidad, se presentaron en la Plaza, contienen a los facciosos, y se cubren de gloria, sosteniendo la autoridad Soberana del Señor Don Fernando VII, y la de sus Representantes, habiendo felizmente conseguido restituir a efta apreciabilisima Capital la tranquilidad y sosiego que ya miraba perdido, sin que para lograr efte bien se hubiera derramado ni una gota de sangre de un solo individuo. Por tanto, y atento tambien á que los que han intervenido en efte acontecimiento, eftoy intimamente persuadido, de que fueron sorprehendidos por uno ú otro espiritu mal intencionado y poco reflexivo, he venido a perdonarlos en nombre del Rey, como en efecto los perdono, sin perjuicio de las medidas que debe tomar efte Superior Gobierno, para que en lo sucesivo no se permitan iguales perniciosos exemplos, ordenandoles se dediquen con zelo á dar pruebas de su buena conducta y fidelidad al Soberano y á las autoridades constituidas que gobiernan en su Real nombre. Buenos-Ayres dos de Enero de 1809. = Santiago Liniers»
- Yo había leído que la bronca de Javier Elio contra el francés era una carta que le enviara a Napoleón ensalzando su patriotismo galo en desmedro de Fernando VII. Lo que me asombra por lo que Ud. dice, es la presencia de Moreno en el alzamiento
- Es verdad que en nuestra historia falsificada, –primordialmente por el fundador de un prestigioso diario que al decir de algunos lo creó para guardarse las espaldas de la historia–, aparece esa carta traducida, pero que cotejada en el Archivo de Indias y en Quai D’Orsay don Jacques Liniers se dirigió con exquisito estilo diplomático a Bonaparte recordando su orgullo de ser francés y también por pertenecer al servicio de España.
Por lo otro, hay que ubicarse en la época y los acontecimientos que no sólo ocurrían aquí sino en Europa, con la presencia de Napoleón en España, y la constitución de juntas de gobierno rebeldes a la monarquía. La de Cádiz fue paradigmática y muchos americanos entendían que sería la forma de liberarse del absolutismo imperante en las colonias. Elio en Montevideo representaba a los liberales en contra del absolutismo monárquico.
-Cada vez que nos metemos en los prolegómenos de la Revolución de Mayo, más barullo se me hace. No comprendo como don Mariano podía coincidir con Elio y Álzaga en contra de un líder popular como era Liniers.
-Tantas adulteraciones se convierten en verdades de peso que resulta complicado intentar clarificarlas, incluso por la destrucción premeditada de documentos. Una posible interpretación es que el apoyo popular del Virrey –proveniente de su accionar frente a los piratas invasores– se fue transformando en fuente de privilegios para la casta militar que lo apoyaba y que contaba con Saavedra como su líder carismático. Los comerciantes españoles que antaño gozaban de privilegios consideraban a Liniers como proclive a limitarlos. Y los jóvenes patriotas aprovechaban la bolada para meter baza en un ámbito cerrado.


-. Me está queriendo decir que ese alzamiento no es tan…, tan como lo pinta la historia de héroes y villanos…
-Como en toda política –prehistórica, antigua, moderna o contemporánea– se dirimen proyectos o intereses de poder, en la que los hombres actúan en consecuencia. Incluso lo que en un momento es bueno o conveniente en otro puede ser malo o perjudicial.
Álzaga, Liniers, Moreno, Saavedra y otros en 1809 no eran los mismos que en 1810. Aunque sus pertenencias los ubicaban claramente en sus ámbitos, no eran lo mismo frente a la coyuntura. Los patriotas Saavedra y Moreno eran revolucionarios diferenciados por sus actitudes, desde el sosiego hasta el frenesí. Mientras el francés y el español con sus acompañantes pretendían la continuidad europea en la colonia, con sus más y sus menos.
-Es interesante esa mirada, ni los héroes son de bronce ni los villanos son de barro. Me acuerdo haber leído que alguna de las causas del Cabildo contra Liniers eran el casamiento de su hija que no había sido consultado y la pretensión de nombrar a Bernardino Rivadavia como Alférez Real.
-Una ley de Indias determinaba específicamente respecto a los virreyes que cualquier modificación en el ámbito familiar debía ser considerado por los cabildos. En cuanto a Rivadavia, enemigo declarado de los revolucionarios que pretendían la autonomía de todo yugo colonial había encolerizado a Moreno. Y no sin razón, conocía bien el pelaje de quién luego menoscabaría a San Martín negándole la asistencia en su cruzada libertadora.
-Sin embargo el general, historiador y periodista –don Bartolo– lo aclamó como “el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos”. Un poco mucho ¿no?
-Por eso es que estamos convencido que es necesario revisar desde el principio nuestra bibliografía histórica con el aporte no sólo de los historiadores académicos, sino desde otras distintas áreas del pensamiento. Vale la pena esta acotación que realizó Älvaro Abós en una reseña sobre la vida de Liniers y La Perichona que le acompañó sentimentalmente en parte importante de su vida:
«Ana Périchon fue desterrada cuando se hizo evidente que espiaba para los ingleses, y debió instalarse en Río de Janeiro. Enrique Molina, que al no ser historiador sino novelista está en buenas condiciones para atrapar la esquiva verdad, se pregunta: "¿Temió Liniers perder su cargo con aquella aventura o demasiado seguro de sí... tuvo miedo de pronto? Jamás lo sabremos"»

jueves, 8 de marzo de 2012

Esas cosas felisbertianas...

por Don Singulario


-¡Qué melancólico lo veo, don Singulario! ¿Qué cosa lo atribula?
-El sábado tuve un tiempo en blanco y recorriendo viejos libros encontré un cuentito de un uruguayo, músico de profesión, pianista, director de orquestas populares, escritor original, que generó polémicas en sectores antagónicos –como Arlt aquí– en el Montevideo de los años ’40.
Su cosmovisión tendía hacia el animismo, era diferente y pagana, donde cualquier objeto podía poseer su propia humanidad y transformarse como en los sueños y las fantasías más extrañas o desopilantes, confundiendo al lector. Estuvo casado con una agente de espionaje de la URSS, que utilizó a su marido para vincularse con la sociedad uruguaya. El Ignoraba las actividades de su mujer, sin embargo su obra abunda en pasajes sobre esa situación.
-¿Y quién es ese yoruga?
-Nacido en un país laico, por tradición los nombres de sus pobladores nunca se atuvieron al Santoral y el suyo, Felisberto Hernández (1902-1964), fue singular. Un cuento corto “La Pelota” me conmovió y quiero compartirlo:
«Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que no la cargoseara; después amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita – pronto para correr – yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina de donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la del almacén.
Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar la otra y que no había más remedio que conformarse con ésta. Lo malo era que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi cómo ella la redondeaba, tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a encaprichar. Al tirarla contra el patio el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia de verla tan fea; aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo.
Después de haberle dado las más furiosas patadas me encontré con que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolvía dar dos o tres vueltas más. En una de las veces que le pegué con todas mis fuerzas, no tomó dirección ninguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa. Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento.
Entonces la abandoné en la mitad del patio. Después volví a pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo (cuando era día de fiesta o estábamos tristes, comíamos dulce de membrillo). En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise pegarle una patada bien en el medio y bien fuerte; para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En el almacén no quise mirar la otra, aunque sentía que ella me miraba a mi con sus colores fuertes. Después que nos comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle tirarle un pelotazo. Esperé sentado encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y al mirarla la encontré más ridícula que nunca: había quedado chata como una torta. Al principio me hizo gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que hacía al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si fuera una rueda.
Cuando me volvió el cansancio y la angustia le fui a decir a mi abuela que aquello no era una pelota, que era una torta y que si ella no me compraba la del almacén yo me moriría de tristeza. Ella se empezó a reír y a hacer saltar su gran barriga. Entonces yo puse mi cabeza en su abdomen y sin sacarla de allí me senté en una silla que mi abuela me arrimó. La barriga era como una gran pelota caliente que subía y bajaba con la respiración. Y después yo me fui quedando dormido »
-Realmente don es conmovedor, me acordé de mis sueños jugando en la vereda con la de trapo –que también tenía vida propia– donde un árbol podía ser Perfumo o Dellacha defendiendo, y el poste de luz Labruna o Pontoni tirándome una pared para batir a Carrizo o Musimessi. Por lo demás, me dejó intrigado con eso de la espía…
-Las cosas inanimadas a las que don Felisberto les daba vida, son las mismas que los chicos hacen desde que el mundo es mundo.
En La Nación, “Felisberto Hernández y la Espía Soviética”: Alicia Dujovne Ortiz narra la historia sobre su casamiento con María Luisa Las Heras -alias África- (espía, coronela de la KGB) y las coincidencias con el cuento Las Hortensias, que don Felisberto escribió y le dedicó. La historia es la siguiente:
Horacio vive con su mujer, María Hortensia, a la que llama solamente María para distinguirla de Hortensia, la muñeca de tamaño natural tan parecida a ella que le ha regalado. La manía de Horacio consiste en coleccionar muñecas un poco más altas que las mujeres normales para hacerles representar escenas. Las muñecas parecían seres hipnotizados cumpliendo misiones desconocidas o prestándose a designios malvados. En un diálogo Alex, su valet ruso, le comenta que esa muñeca se parece a una espía soviética… (Ese cuento estuvo durante mucho tiempo fuera de circulación por decisión de sus herederos que lo consideraban pagano, erótico y morboso)
-Don Singulario, medio complicada la historia, el escritor fue usado en una de espías sin su conocimiento, mientras el fantaseaba con situaciones análogas. Me quedo con la cabeza del pibe apoyada en la zapán de la anciana
-Hoy nos dedicamos a recordar al casi ignoto escritor oriental. En esta época tan agitada politicamente, a veces un cachito de nostalgia y fantasías con espías, nietos y abuelas barrigonas enlazadas a pelotas y muñecas, vale la pena.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Buenos Aires y la Banda oriental

por Alberto Umpiérrez

Desde principios de 1815, fracasados los repetidos intentos de los centralistas porteños por vencer a las milicias federales Orientales y de las Provincias del Litoral, el entonces Director Supremo Carlos María de Alvear le ofrece a José Artigas el reconocimiento de la independencia absoluta de la Provincia Oriental. Lo hace primero por intermedio de su Secretario Nicolás Herrera y luego a través del coronel Elías Galván, propuestas que Artigas rechaza terminantemente. Ya derrocado y exiliado Alvear, el nuevo Director Supremo General Ignacio Alvarez Thomas reitera la misma iniciativa porteña enviando ante Artigas en Paysandú la misión del coronel Blas Pico y el Dr. Bruno Rivarola. Ya constituida la Liga Federal de los Pueblos Libres, Artigas vuelve a negarse.
Viendo entonces que los pueblos de las Provincias Unidas, incluyendo el de Buenos Aires, muestran cada vez mayor simpatía y adhesión a la causa Federal representada por el caudillo Oriental, resuelven que una de las alternativas posibles es negociar la intervención del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves. Otra alternativa explorada fue someter las Provincias Unidas del Río de la Plata al Protectorado del Imperio Británico, pero Lord Strangford, representante inglés en Río de Janeiro, la desestimó de plano en atención a los compromisos existentes entre Gran Bretaña y España en el marco de la restauración monárquica.
También se intentó en 1815 mediante una misión a Europa de Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia, llegar a un acuerdo con Fernando VII, pero este ni siquiera se molestó en recibirlos. Así es que se dirigen a Roma para negociar con Carlos IV la eventual coronación de su hijo menor el Infante Francisco de Paula de Borbón, como Rey de las Provincias Unidas. Pero considerando los riesgos y las seguras resistencias de las monarquías europeas, se termina rechazando esta opción por inviable.
En Rio de Janeiro estaban ya orquestando la invasión, por el lado porteño Carlos María de Alvear y su secretario montevideano Nicolás Herrera, a los que se sumaba el designado Embajador Plenipotenciario de las Provincias Unidas Manuel José García. Por el lado portugués comenzaron a llegar desde Lisboa las tropas de elite de veteranos de las guerras napoleónicas al mando del General Carlos Federico Lecor y del general inglés William Carr Beresford (que ya había sido derrotado durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807), a quien el propio Regente portugués Joao VI le impuso el grado de Mariscal.
En diciembre de 1815 los agentes de Artigas en Rio de Janeiro le informan sobre los movimientos de tropas y las intenciones que se estaban gestando:
"Amigo mío: ... Ahora es muy justo que entremos en las cosas por acá. Hoy hay revista en la playa grande de los 1.500 que vinieron días pasados de Lisboa y después salen para Santa Catalina a seguir por tierra para estos lados; lo mismo sucederá con los otros que se esperan a mas tardar por enero y tendrán ustedes en esta por abril o mayo el placer de verlos, pues así esta decretado, según las mejores noticias, aunque mejor es esperar a lo que de el tiempo; pero en lo que no hay interpretación en que van a tomar posesión de la Banda Oriental. Hay un manejo de intrigas que asombra, en las que yo creo comprendidos los de Buenos Aires. De estos malditos diplomáticos no se puede sacar sino palabras preñadas que nada significan..."

Para enero de 1816 Artigas ya está prevenido y le notifica al caudillo guaraní Andresito Guacurarí:
“Los portugueses se mueven contra nosotros según las noticias privadas que tengo y esa ultima carta que se ha recibido de Río de Janeiro. En consecuencia es preciso irnos preparando poco a poco y ponernos en términos de contener los esfuerzos de esta potencia, a quien como tan vecina debemos suponerla más enemiga por la experiencia que tenemos de sus procedimientos inicuos, y mayoritariamente cuando se que su plan es decidido a ocupar todo lo que divide la costa oriental del Paraná. Por lo mismo desde esta fecha prohíbame usted todo transito del otro lado a este y de este a aquel, impidiendo absolutamente el transito a todo portugués que venga o vaya a diligencias."

En julio de 1816 se reúne el Congreso de Tucumán y entre otras cosas discuten "off the records" sobre las alternativas ya mencionadas más arriba. Obviamente las Provincias del Litoral organizadas en la Liga Federal no envían ningún diputado y no reconocen a este Congreso auspiciado por los centralistas porteños cómplices de la invasión que ya está en marcha. Al firmarse la Declaración de Independencia el único de los diputados asistentes que deja expresa constancia de su oposición a la negociación de cualquier Protectorado británico o portugués, es Pedro Medrano, diputado por Buenos Aires pero nacido en la Banda Oriental, más precisamente en la isla Gorriti. Éste, a continuación de la expresión "una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli" agrega "y de toda otra dominación extranjera". Pero una golondrina no hace verano.
El 13 de mayo de 1816, día del cumpleaños del Regente de Portugal y Brasil, Don Joao VI, pasa revista en Rio de Janeiro a las tropas destinadas a la invasión de la Provincia Oriental y la Mesopotamia. Seguramente estarían a su lado el Embajador de las Provincias Unidas, el Embajador de España, el Embajador de Inglaterra, Carlos María de Alvear y su leal secretario Nicolás Herrera. Este último ofició además como asesor del General Lecor, acompañándolo durante todo el viaje hasta Montevideo, donde sería recibido con honores de Libertador.
Artigas pidió el apoyo de las Provincias Unidas contra la invasión portuguesa, pero no esperaba nada, ya sabía del acuerdo entre Buenos Aires y Rio de Janeiro. Y mientras defendía la frontera contra la invasión portuguesa, los porteños organizan un ejército para atacarlo por la retaguardia.
Cabe recordar que José Artigas había planteado ya en 1813, en las Instrucciones a los diputados orientales enviados a la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas los siguientes principios, entre otros:
"Primeramente pedirá la declaración de la independencia absoluta de estas Colonias, que ellas estén absueltas de toda obligación de fidelidad a la Corona de España y familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado de la España es y debe ser totalmente disuelta."

"No admitirá otro sistema que el de confederación para el pacto recíproco con las Provincias que forman nuestro Estado."
"El Gobierno Supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado. El resto es peculiar al Gobierno de cada Provincia."
"Que precisa e indispensable sea fuera de Buenos Aires, donde reside el sitio del Gobierno de las Provincias Unidas."
"La Constitución garantirá a las Provincias Unidas una forma de gobierno republicana; y que asegure a cada una de ellas de las violencias domésticas, usurpación de sus Derechos, libertad y seguridad de su soberanía que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y asimismo prestará toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad a todo cuanto crea o juzgue necesario para preservar a esta Provincia las ventajas de la Libertad y mantener un Gobierno libre, de piedad, justicia, moderación e industria."

Evidentemente era pedir demasiado. Resulta claro entonces que una de las posibles lecturas de lo ocurrido en el Congreso de Tucumán el 9 de Julio de 1816, es que las Provincias Unidas del Río de la Plata se independizaron de la Provincia Oriental.