miércoles, 21 de junio de 2023

Leopoldo Marechal: Literatura, cristianismo, justicia social

Por Adrián Martínez
"Cuando sueñas, la construcción del mundo es una risa de albañiles.”
L.. Marechal

Leopoldo Marechal nace el 11 de junio de 1900 en la Ciudad de Buenos Aires.
Su infancia transcurre entre los barrios de Almagro y Villa Crespo. Sin embargo, mantuvo un estrecho contacto con la vida rural de Maipú, ciudad en la que se había radicado su tío político José Fabey, con la finalidad de introducir mejoras en la ganaderia criolla.
[...] Esas visitas a los campos de sus tíos, producirán en el escritor un cariño por personajes y paisajes de la zona pampeana, los cuales serán reflejados en varias de sus poesías. [...] En ese lugar, Marechal era conocido como "Buenosaires", nombre que daría título a su obra de mayor renombre.
En 1916 ingresó en la Escuela Normal de Maestros N° 2 Mariano Acosta, de donde egresaría en 1919. Además fue bibliotecario y profesor de enseñanza secundaria.
Su padre, Alberto, murió en ese mismo año víctima de la gripe española. Cuenta que pudo haberse salvado, si el dueño de la maderera donde se desempeñaba no lo hubiese obligado a volver a su puesto, antes de contar con el alta médica.
En aquellas épocas era muy escasa la legislación laboral, por lo que en ocasiones Marechal afirmaba que este vacío, entre otras cosas, lo había llevado a acercarse a la izquierda, para luego, ya en su etapa de madurez política, converger en las filas del Partido Justicialista.
Se unió al grupo literario de Florida, junto a otros escritores, intelectuales y pintores muy destacados, como Ricardo Güiraldes, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Macedonio Fernández y Xul Solar. También formó parte del staff de la revista Martín Fierro, que se publicó hasta 1927.
A mediados de la década de 1920 realiza su viaje iniciático por Europa, al igual que otros referentes de la cultura de su generación. Allí se relaciona con artistas de la talla de Pablo Picasso, Antonio Berni y Raquel Forner, entre otros.
En 1941 obtuvo el Primer Premio Nacional de Poesía por sus libros "Sonetos a Sophia" y "El centauro" (ambos de 1940). [...] Cuando el diario La Nación publicó el poema “El centauro”, recibió una carta de Roberto Arlt que le decía: “Poéticamente, sos lo más grande que tenemos en habla hispana: desde los tiempos de Rubén Darío, no se escribió nada semejante en dolida severidad" [...]
La religión en la obra de Marechal
Tempranamente demostró gran interés por los estudios bíblicos, y para los años treinta se inició en los Cursos de Cultura Católica. Muchos años después, afligido por los problemas de salud de su esposa Elbia Rosbaco, padeció una profunda crisis de tipo espiritual. Esto lo aleja de la Iglesia de Roma y pasa a congregar en la Evangélica del Padre Pedro en Ciudadela, provincia de Buenos Aires.
Para el Dr. Facundo Di Vincenzo, [...] el cristianismo para Marechal es un elemento central de nuestra identidad, sus principios fundantes arraigaron en la comunidad (en el pueblo trabajador). [...] Para [el escritor] nuestra identidad había surgido primero de la mixtura de lo católico con lo indigenista, dando lugar al gaucho, al mestizaje. Luego los inmigrantes que llegaron a estas tierras se acriollaron.
Ahora bien, los inmigrantes europeos (campesinos y obreros: italianos, españoles, franceses, rusos, árabes) que llegaron al Río de la Plata en su gran mayoría no eran protestantes o laicos, tampoco, como señala Alberto Buela, eran seres que habían pasado por los diferentes estadios de la denominada Revolución Mundial: Reforma, Revolución Francesa, Revolución Bolchevique y Revolución Tecnocrática. Éstos, dice Buela, “posee[n] como núcleo aglutinador de su conciencia una cosmovisión que es anterior de la Revolución Mundial”.
En pocas palabras, para Marechal, lo católico cruzado con lo indio se transfiguró en un “cristianismo plebeyo”, y en un sentido más medieval que moderno, el cristianismo se enlazó como fuente redentora, fuerza vital, un principio activo, que motorizó las esperanzas de un mundo mejor para los trabajadores y trabajadoras de estos suelos [...].
Oportunamente afirmó que: “dentro de mi obra se ve claramente mi aceptación de Cristo como único y suficiente redentor y la exaltación de la palabra del Evangelio, que releo constantemente y que propongo a mis amigos, incluso a los marxistas, como la única solución para resolver los problemas humanos que tanto nos preocupan”.
La irrupción del peronismo
“Era muy de mañana, y yo acababa de ponerle a mi mujer una inyección de morfina (sus dolores lo hacían necesario cada tres horas). El Coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. Mi domicilio era este mismo departamento de la calle Rivadavia. De pronto, me llego desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular, y enseguida la letra: “Yo te daré, / te daré, Patria hermosa, / te daré una cosa, / una cosa que empieza con P. / ¡Perooón!. Y aquel “Perón” resonaba periódicamente como un cañonazo. […] Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina “Invisible” que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista.”
Una vez elegido presidente Perón en 1946, Marechal ocupó la Dirección General de Cultura, de la que fue desvinculado cuando se convirtió en Secretaría. De allí, pasó a la Dirección de Enseñanza Superior y Artística.
[...] Las relaciones entre peronismo y cultura siempre fueron puestas bajo sospecha por los aparatos de cultura tradicionales. Enrique Santos Discépolo y Leopoldo Marechal sufrieron en carne propia su declarada adhesión al peronismo y fueron condenados por sus colegas a un doloroso ostracismo interno. Para las élites culturales ser peronista e intelectual siempre fue leído como un oxímoron, un equívoco, como si esos dos mundos girasen en esferas completamente distantes [...]
Adan Buenosayres
Para 1948 publica Adán Buenosayres, una de las novelas más importantes de la literatura argentina del siglo XX.
Dice Julio Cortázar, autor de la celebérrima “Rayuela”, editada por primera vez en 1963: “La aparición de este libro me parece un acontecimiento extraordinario en las letras argentinas y su diversa desmesura, un signo merecedor de atención y expectativa”.
Eduardo Rinesi analiza el Adán desde una perspectiva capital para la novelística argentina: “Es el relato de una búsqueda. De una búsqueda movida por el sentimiento de un desgarro y narrada según la más vieja metáfora de la literatura, la del viaje, que se inspira aquí en tres motivos notorios: el homérico de la odisea de Ulises, el medieval de la nave de los locos y el dantesco del descenso a los infiernos”.
En su faceta como dramaturgo escribió "Antígona Vélez", obra que se enmarca en la denominada "Conquista del Desierto", donde ya desde su título traza una clara intertextualidad con la histórica tragedia de Sófocles. La obra se estrenó en el Teatro Nacional Cervantes el 25 de mayo de 1951 bajo la dirección de Enrique Santos Discépolo.
La dictadura cívico militar “Libertadora”
En su madurez creativa, escribe dos insignes novelas: "El banquete de Severo Arcángelo" y "Megafón o la guerra", esta última publicada de manera póstuma. La misma transcurre luego del derrocamiento del Gral. Perón, que tuvo como consecuencia el fusilamiento del General Valle junto a los resistentes que se levantaron en contra de la dictadura, hechos de los que diera cuenta Rodolfo Walsh en su célebre "Operación Masacre". [...] Yo, en tu lugar, buscaría en el pueblo la vieja sustancia del héroe. Muchacho, el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria [...].
Dice Guillermo Saccomanno en su artículo El Poeta depuesto: [...] En 1956 en su departamento se reúnen en conspiración el dirigente Andrés Framini, el sindicalista portuario Eustaquio Tolosa, el historiador revisionista José María Rosa, y los generales Juan José Valle y Raúl Tanco.  […] Es el arranque por las armas de la Resistencia Peronista. Marechal será el autor de la proclama revolucionaria que esperaba ser difundida el 9 de junio, al cumplirse un año del golpe fusilador. El alzamiento es frustrado por la inteligencia gorila y los militares son fusilados. Convengamos que este dato contribuye a arrancar a Marechal de la imagen doméstica de un justicialista pasivo [...].
Robinsonismo amoroso
Después del '55 y a diferencia de sus afinidades literarias de los años del gobierno del Gral. Perón, Marechal se vuelve nuevamente hacia los vanguardistas, celebrando encuentros con algunos jóvenes que fueron parte de El Escarabajo de Oro, la revista dirigida por el destacado cuentista argentino Abelardo Castillo. Ahí estaba él, recibiéndolos en su viejo departamento de Congreso junto a Elbiamor, su musa y compañera hasta sus últimos días. Era la época en que irónicamente se autodenominaba “el poeta depuesto”.
Horóscopo
«Es la noche —dijiste— pon tu espejo
debajo de la almohada al acostarte
y en él verás, si sueñas, el reflejo
de la mujer que nunca ha de olvidarte».

Llegó la noche al fin. Bajo la almohada,
recordándote, amada,
puse el cristal revelador. De suerte
que soñé con la muerte.

“Elbia y yo tomamos una decisión tan heroica como alegre; encerrarnos en nuestra casa y practicar un ‘robinsonismo’ amoroso, literario y metafísico”.

Su influencia para estos años fue de tal magnitud, que debe considerarselo como uno de los principales referentes en lo que dio posteriormente en llamarse “El boom de la literatura latinoamericana”, junto a autores de la talla de Miguel Asturias, Juan Rulfo o el mismísimo Jorge Luis Borges.
A fines de 1966 cuando muchos escritores lo creían muerto o exiliado en Europa, asiste a Cuba para integrar el jurado del Concurso Literario de Casa de las Américas: "¿Cómo puede ser —me dije— que un Estado marxista-leninista invite a un cristiano viejo, como yo, que además es un antiguo "justicialista", hombre de tercera posición?".
Marechal en la cultura del Rock Argentino
El banquete de Miguel Abuelo
Son los comienzos del rock en la Argentina y a iniciativa de su amigo Pipo Lernoud, el productor Ben Molar entrevista a un hombre que estaba dando sus primeros pasos en el género, Miguel Ángel Peralta. Quería saber si tenía un conjunto armado con la condición de realizar alguna grabación. Para hacerse de una oportunidad, este le contestó fingidamente que sí. Rápido de reflejos, recordó una frase de “El banquete de Severo Arcángelo” que se encontraba leyendo y que decía: “padre de los piojos, abuelo de la nada”. Así que, ante la requisitoria, le dijo que el grupo se llamaba “Los Abuelos de la Nada”.
Tal fue la influencia que ejerció la novela de Marechal en su carrera, que más adelante su nombre artístico pasó a ser Miguel Abuelo, como se lo conocería hasta su muerte acaecida en 1988.
El encuentro de dos potencias
Gloria Guerrero en su libro "Indio Solari El hombre ilustrado" da cuenta de Carlos Solari a comienzos de los años setenta, cuando vivía en Valeria del Mar, cruzándose con Marechal a su paso por las sendas de medanos vírgenes. "Sí, a Leopoldo lo he cargado bastante, incluso. Porque era habitué de Valeria del Mar, donde yo vivía. Yo le gritaba "cuídese de mí Leopoldo, cuídese de mí". Estaba con Elbiamor, su mujer, iban de visita a un drugstore. Valeria era un lugar muy loco, donde iban desde Chunchuna Villafañe hasta Marechal."
Un final sin poesía
El 27 de junio de 1970, en el barrio porteño de Liniers, algunos allegados acuden a dar su último adiós, entre ellos los jóvenes intelectuales Mario Goloboff y Vicente Battista, quienes compartieron con Marechal sus últimas tertulias literarias.
En los diarios nacionales, resonaba desde hacía algunas semanas los ecos del "Operativo Pindapoy", que terminó con el asesinato del exdictador Pedro E. Aramburu, uno de los principales proscriptores de lo que los golpistas de 1955 habían dado en llamar “la Segunda Tiranía”.
Para despedir al poeta depuesto, no estuvieron allegados ni sobrevivientes de las viejas vanguardias de Florida y Martin Fierro. Jamás le perdonarían su compromiso militante, en la primera experiencia peronista del siglo XX.

Fuentes consultadas:
Facundo Di Vincenzo, “Leopoldo Marechal y su batalla desde abajo”, 2020.
Guillermo Saccomanno, “El Poeta depuesto”, 2015.
Alfredo Andrés, “Palabras con Leopoldo Marechal”, Carlos Pérez Editor, 1968.
Graciela Maturo, “Marechal, el camino de la belleza”, Editorial Biblos, 1999.
Leopoldo Marechal, “La isla de Fidel”, registro de la Revista Crisis N° 10, 1974.
Rodolfo Edwards, “Con el bombo y la palabra”, 2014.
Claudio Kleiman, “Reportaje sobre la historia del rock en la Argentina”.
Caras y Caretas “Leopoldo Marechal”, junio 2020.
Indio Solari. El hombre ilustrado. Gloria Guerrero, 2005.