lunes, 15 de agosto de 2022

Osvaldo Gasparini. El pintor gaucho de los Pagos de Areco y su Museo Evocativo.

Por Claudia Alejandra Heredia.
San Antonio de Areco, distante a 113 km. de CABA, es la ciudad donde ficción y realidad se entremezclan y donde es posible caminar sobres los pasos de Don Segundo Sombra en su personaje inspirador: el resero de la familia Güiraldes, Segundo Ramírez, quien tendrá un papel muy importante en esta historia. Una fina y persistente llovizna cae sobre el empedrado. Domingo otoñal...nadie en las calles, solo unos pocos turistas sacándose fotos. Dejamos atrás el casco histórico de la ciudad para llegar al Barrio Gómez, allí a pocas cuadras, atravesando la plaza homónima. La casa se destaca de las del resto de la cuadra. Está pintada de rosa. Una tranquera entreabierta nos invita a pasar, como el cartel lo dice: “Pase nomás” y Lucy, una perrita mestiza que ya es famosa, nos recibe con amigables saltos y nos acompaña en el recorrido.



Silencio y quietud en el patio trasero de los Gasparini. Nos surgen interrogantes: ¿se podrá pasar?... todo parece haberse detenido en el tiempo. Es que los Gasparini son historia viva en una ciudad que ha hecho de la tradición su modo de vida y el Atelier-Museo devenido en centro cultural de arte criollo es un espacio abierto a todo aquel que guste exponer sus pinturas o simplemente conocer este rincón que supo ser el hogar del fundador de una verdadera estirpe de artistas gauchescos.

Osvaldo Gasparini nació en Laboulaye, Córdoba, el 5 de marzo de 1917. Un año más tarde la familia se radicó en Villa Lía, un pueblito a 15 km de la cabecera del partido de San Antonio de Areco. Fueron sus padres José Gasparini, italiano de 50 años y Victoria Alonso de solo 16. Vivieron en Villa Lía hasta el año 1930 en que su madre abandonó el hogar dejando a sus hijos pequeños para irse con otro hombre. Osvaldo, que tenía 13 años, huyó del hogar, desesperado corriendo en plena noche, atravesando campos, alambrados y arroyos. A tres leguas llega sin saberlo al Puesto “La Lechuza” donde viven Don Segundo Ramírez y su familia. Al día siguiente su padre llega a buscarlo, pero Don Segundo le dice: “déjemelo Don José, que lo he de criar como a un hijo”. Así, el niño se queda 5 años viviendo con quien se convertiría en su protector y padrino Segundo Ramírez, el resero que inspiró el personaje de Don Segundo Sombra en la pluma de Ricardo Güiraldes. Osvaldo trabajaba de boyerito, se ocupaba del cuidado de los bueyes y al mismo tiempo comenzaba a dibujar y pintar con carbón del fogón. Sus temas serán lo que ve en el puesto La Lechuza, los arreos que llegan de Zárate y paran en San Antonio en su camino a Carmen de Areco.

A los 19 años, a instancias de Segundo Ramírez, se reencuentra con su madre y se queda a vivir con ella. “Si usted no la perdona no va a ser un hombre felíz... usted tiene que cerrar esa herida” fue el consejo de su padrino. Don Segundo muere en el año 1936 y Osvaldo parte a Campo de Mayo a cumplir con el servicio militar obligatorio. A su regreso “se va de croto”, dibujando y vendiendo sus obras. Gasparini pinta al óleo sobre bastidores armados por él mismo con hule que compra en la calle Alsina.
En 1938, bajo la gobernación de Manuel Fresco, se inaugura el Museo Ricardo Güiraldes y el joven Gasparini pinta y vende sus obras junto a las cadenas del frente de la Pulpería La Blanqueada. Sin embargo, es censurado y perseguido por la clase conservadora dominante. No lo quieren en Areco. Ya pensaba exiliarse en Buenos Aires cuando el destino hace que en su camino se cruce el Coronel Fernando Isaac Morel, quien, al ver la frescura de sus dibujos, lo invita a exponer en Buenos Aires y lo presenta al crítico de arte José León Pagano, quien al ver sus trabajos exclama: ”tiene el trazo de un genio”.
A partir de ese momento comienza a ser difundida su obra en exposiciones y en galerías de arte de la calle Florida. Gasparini pinta al gaucho en escenas de la vida cotidiana. Lo que Güiraldes narra, Gasparini lo dibuja y se convierte en pionero de la pintura gauchesca. En 1952 se casa con Rosita Carissimo, quien será su compañera toda la vida. Tienen a su primer hijo Miguel Ángel y siendo pequeño deben emigrar a Buenos Aires. Osvaldo trabaja en el Ministerio de Educación y es amigo personal de Juan Perón y Eva Duarte. Viven en diferentes lugares: Grand Bourg, Villa Domínico, Avellaneda, pero nunca llegan a acostumbrarse, extrañan sus pagos de Areco. En esos años conoce al Maestro Quinquela Martín quien le dice: “Usted será, un día, en Areco, lo que yo soy en La Boca” y le da un sabio consejo: que haga un rancho en sus pagos y lo convierta en museo y centro de la cultura gauchesca. La familia ya había decidido volver a Areco. Consiguen un terreno en la esquina de la Plaza Gómez y en el año 1965, siguiendo el consejo de Quinquela Martín, edifican el rancho de adobe, paja y piso de tierra. Allí viven y reciben a los turistas de fin de semana que llegan para conocer los escenarios naturales donde vivió Don Segundo Sombra, personaje que había adquirido popularidad tras la filmación de la película basada en el libro de Güiraldes. Alguien dijo que Osvaldo Gasparini desafió al destino bautizando a sus hijos Miguel Ángel, Luis Leonardo y Rubén Darío y el destino respondió favorablemente. Rubén Darío se convirtió en escritor y poeta, mientras que sus hermanos siguieron los pasos de su padre y se dedicaron a la pintura. La casa siempre tiene las puertas abiertas, brindándonos la calidez de la confianza que raramente encontramos los que llegamos de la gran ciudad. Seguimos nuestro recorrido en medio de la algarabía de Lucy que no para de saltar alrededor del busto de Don Segundo Ramírez, emplazado allí nomás en la entrada, apenas pasando la tranquera. Es el único monumento dedicado al gaucho en todo San Antonio de Areco. Obra del escultor Félix Tomasi, inaugurado en el año 1996. Pasamos directamente al patio del fondo. En el centro la estatua a la diversidad cultural, obra de Miguel Ángel, nos muestra las etnias...el indio, la mulata, el gaucho, el gringo... más allá la pequeña Capilla con la Imagen de Nuestra Señora de Pompeya y … el Rancho... con sus vívidas paredes rosadas que guardan tesoros y reliquias familiares, pinturas y objetos diversos, como ejemplares del diario La Nación del año 1906, las primeras planchas que se conocieron y otros objetos antiguos. Entonces, cuando ya creemos que la recorrida está terminada y nos vamos yendo silenciosamente para no interrumpir la siesta de nadie, se abre la puerta que da al patio trasero y aparece Rubén Darío, el poeta. Él mismo nos invita a pasar y disfrutar de una amena charla mientras recorremos cada una de las salas de la casa convertida en Museo.








La primera “Sala Osvaldo Gasparini” está íntegramente dedicada al fundador de la dinastía. En una vitrina se guardan sus objetos personales... sus lentes, su tirador y rastra de estrella federal, su mate plateado, y otros documentos importantes, como el Martín Fierro en braille, ilustrado por él y que fuera el primer libro gauchesco editado en el mundo con esa impresión. Otros documentos importantes nos muestran su trayectoria: el Título de Profesor de Dibujo y Pintura del Conservatorio Albistur, el Premio del Senado de la Nación como figura emérita del arte argentino (2001), y el diploma de vecino ilustre de San Antonio de Areco.

La sala está repleta de tesoros. En otra vitrina se conserva la primera edición de “Don Segundo Sombra” de editorial Colombo (1926).

Las paredes están cubiertas por numerosas pinturas. Se destaca una litografía del mismo Quinquela Martín autografiada y regalada al matrimonio en ocasión de la inauguración del rancho. La obra en cuestión se llama “Levantando anclas “; “El fogón de los payadores”, obra de su hijo Miguel Ángel donde pinta un Martín Fierro y un Segundo Sombra ya envejecidos. Por último, sobre la puerta, una foto que ganó un concurso para ser colocada en una urna en el año 2003 como testimonio para las futuras generaciones. La foto se llamó “El sueño de un Pintor” y fue tomada por una artista quilmeña.


La segunda sala a mi parecer es la más emotiva ya que está dedicada al único de los tres hermanos fallecidos: Sala Luis Leonardo Gasparini.
Reposando en un sillón vemos su retrato y su obra cumbre, las ilustraciones del Martín Fierro en una edición de lujo de editorial Ruiz Díaz con 300 dibujos hechos en carbonilla y acuarelas. Una característica propia de Luis es que pintaba con los dedos, sin pincel ni espátula y nos cuenta su hermano mayor que cuando falleció estaba pintando un gaucho que se va …
“me fuí como quien se desangra” decía la frase final de Don Segundo Sombra... y el pintor, que aún tenía sus dedos manchados de carbonilla, fue enterrado con su retrato inconcluso



Por último la Sala Rubén Darío Gasparini, nuestro mismísimo anfitrión, quien puso en palabras lo que sus hermanos pintaron. En las vitrinas de la sala se exponen sus 14 obras literarias. Pero, sin dudas, lo que deslumbra en la habitación es el bajorrelieve de los potros galopando... sobre el revoque de la pared, Gasparini padre había delineado las figuras, trazo por trazo... actualmente hasta es posible seguir los surcos con el dedo... luego el encargado de pintarlo fue su hijo Miguel Ángel. Los caballos ocupan toda la pared y dan sensación de movimiento.


José, que además de ser artista es abogado, tiene su atelier al fondo, junto a la Capilla. Un cartel nos indica que lo suyo es el Expresionismo, con un estilo colorido y una temática diferente, cumple la voluntad de su abuelo de hacer de la casa un sitio abierto a la comunidad donde siempre se siga pintando.



Osvaldo Gasparini falleció el 27 de mayo de 2001 a los 84 años de edad, rodeado del cariño de sus hijos y de su fiel Rosita. Un cortejo de paisanos lo acompañaron hasta su última morada en el cementerio municipal de San Antonio de Areco, donde descansa junto a los restos de su querido mentor Don Segundo Ramírez y del escritor Ricardo Güiraldes.
Lo recordamos en las estrofas de estos versos que le dedicara su hijo Miguel Ángel en el 19° Aniversario de su fallecimiento.
Mateando recuerdos...

“Pocas ganas de cantar tienen hoy mis sentimientos

mi guitarra está tristona, sus cuerdas lloran al viento.

Porque estando en un fogón con los paisanos de Areco

Noté que faltaba uno mientras cantaba mis versos

Tendí mi vista en la rueda. Todos, todos mateaban contentos.

Y yo recordé aquel gaucho que no mateaba de hace tiempo, mucho tiempo

Porque hoy tiene un cielo de estrellas por querencia.

Osvaldo Gasparini, mi querido viejo, motivo de mis palabras

Entropillándo recuerdos. Un hombre que fue presente

Y hoy es pasado en el cofre de los tiempos.

Lagrimea mi corazón aunque poco lo demuestro

Porque no solo se llora cuando se mojan pañuelos.

Se hace amargo el mate cimarrón cuando mayo es invierno

Y más amargo pensar que el pintor de los gauchos ya se ha muerto.

Por eso, por eso falta un paisano en los fogones de Areco”

                                       

                                  Miguel Ángel Gasparini

 



“...centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos,

di vuelta mi caballo y, lentamente, me fui para las casas.

Me fui como quien se desangra.”

                                                             Ricardo Güiraldes.

Fuentes consultadas:

Testimonios directos de Rubén Darío y de Miguel Ángel Gasparini.

“Miguel Ángel Gasparini, el pintor costumbrista de San Antonio de Areco”.

Revista Somos Arraigo.