viernes, 27 de diciembre de 2013

Artigas y la "Junta de Mayo"

Por Alberto Umpiérrez
Un problema de interpretación histórica de hechos y documentos probados
Convengamos en que la Historia es una Ciencia y como tal debe basarse en hechos y documentos probados. Pero también, como todas las Ciencias sin excepción, tiene algo de Arte, de Filosofía y de Política, en tanto los hechos se relacionan y se interpretan en función de determinados criterios o paradigmas cuya “objetividad”, en el mejor de los casos, radica en un consenso entre varios historiadores que en principio configuran al menos una corriente de opinión.
Mucho se discutió y se sigue discutiendo sobre la relación entre José Artigas y la Junta Gubernativa establecida en Buenos Aires a partir del 25 de Mayo de 1810. Uno de los elementos centrales que sirven de prueba para demostrar su adhesión y subordinación a esa Junta es el famoso “Plan de Operaciones” cuya redacción se atribuye a su Secretario Mariano Moreno. No es el único elemento de juicio, pero nos focalizaremos en él asumiendo, junto con la mayoría de los historiadores, que efectivamente fue obra de Mariano Moreno y expresa una tendencia “jacobina” (revolucionaria republicana).
En el mencionado Plan se establece como principal objetivo estratégico promover una insurrección popular en la Banda Oriental que, al cabo de seis meses, habría de terminar con el poderío español en Montevideo. Luego se pensaba seguir adelante en la guerra revolucionaria insurreccional en la Provincia de Rio Grande, hasta liquidar al Imperio Portugués, independizando al Brasil y logrando en definitiva la liberación de toda América del Sur. Para ejercer el liderazgo y comando militar de dicha insurrección popular en la Banda Oriental, se define expresamente a dos personas: José Rondeau y José Artigas.
¿Fue aprobado este Plan por la Junta? Algunos dicen que fue aprobado secretamente… tan en secreto que no hay ninguna referencia a este Plan en ningún otro documento de la época, ni oficial ni privado. Tal fue el secreto que su texto recién fue descubierto por casualidad en 1896 en los Archivos de Indias, en España, y generó discusiones que llegan hasta el presente sobre su autenticidad.
El historiador argentino Norberto Galasso afirma que “…el 17 de junio, le encomiendan al Secretario Mariano Moreno que redacte un Plan de Operaciones. Este Plan se presenta a la Junta el 31 de agosto…” (“La Revolución de Mayo y Mariano Moreno”, 2004). ¿Qué pasó después?...
Veamos los hechos. El 4 de setiembre la Junta designa a uno de sus vocales, Manuel Belgrano, como comandante del Ejército destinado a la Banda Oriental, pero el 22 de setiembre se le asignan nuevas instrucciones que destinan ese ejército al Paraguay. Los hechos fríos y probados parecen indicar que el “Plan de Operaciones” fue rechazado por la Junta en aquella oportunidad, en la medida que se rechaza el ofrecimiento de Rondeau y Artigas para encabezar el Ejército, y luego también se rechaza a la Banda Oriental como principal objetivo de la Expedición.
Poco después, en noviembre y diciembre de ese año 1810, los referidos capitanes Rondeau y Artigas, todavía al servicio del gobierno de Montevideo, encabezan una invasión a Entre Ríos, logrando en pocos días expulsar a todos los partidarios de la Junta porteña. ¿Tendrá esta acción militar alguna relación con la decisión de la Junta? ¿Acaso Rondeau y Artigas no sabían que sus nombres estaban siendo ofrecidos por Mariano Moreno, nada menos que para comandar la insurrección de la Banda Oriental?
Tal vez cabría como mínimo una duda razonable respecto a la posibilidad de que Rondeau y Artigas estuvieran negociando con Mariano Moreno y con la Junta, a través de voceros. Si esto fuera así, entonces quedarían más claras sus actitudes en una secuencia lógica: primero ofrecen sus servicios y ponen condiciones (Plan de Operaciones); luego son rechazados por la Junta y por lo tanto demoran su adhesión a la misma; tercero procuran presionar a la Junta haciendo una demostración de poder en Entre Ríos.
Quizá aprovechando la invasión de Entre Ríos, Mariano Moreno vuelve a intentar en la Junta la aprobación de su “Plan de Operaciones”, pero al ser rechazado finalmente decide renunciar y pedir su designación para realizar la misión en Londres, embarcándose el 14 de enero de 1811 y falleciendo durante el viaje el 4 de marzo.
Ahora bien, Artigas y Rondeau resuelven simultáneamente marchar a Buenos Aires el 15 de febrero de 1811. ¿Por qué cambian de opinión? Seguramente en esta decisión pesó fundamentalmente la derrota de Manuel Belgrano en Paraguay, en la batalla de Paraguarí, el 19 de enero. En tal caso también se explica que vayan con ellos el Teniente Rafael Hortiguera y el sacerdote párroco de Colonia José María Enríquez de la Peña, que seguramente eran los intermediarios entre Artigas y la Junta, como lo fueron también después durante el conflicto con Manuel de Sarratea en 1812.
Pero cuando llegan a Buenos Aires, el nuevo Secretario de la Junta Gubernativa es Hipólito Vieytes, viejo amigo y correligionario de Manuel Belgrano en el Partido “Carlotista”, al igual Juan José Castelli (primo de Belgrano y jefe del Ejército del Norte) y varios otros integrantes porteños de la Junta.
Seguramente Hipólito Vieytes, presionado por las circunstancias, accede de muy mala gana a designar a José Artigas como Teniente Coronel y Jefe de las Milicias Patrióticas de la Banda Oriental, el 9 de marzo. Pero el comando del Ejército se mantiene en manos de Belgrano, quien además había sido ascendido a Brigadier General el mismo día de su primera derrota en Paraguay.
Paradójicamente, el mismo día 9 de marzo, el Ejército de Belgrano sufre una segunda derrota en Tacuarí, a raíz de la cual se le obliga a retirarse del territorio paraguayo. Este desastre total en Paraguay termina desencadenando la reacción popular de la noche del 5-6 de Abril que se ha denominado “Revolución de los Orilleros”, provocando la caída del Secretario Hipólito Vieytes e imponiendo en su lugar a un nuevo Secretario de Gobierno, el Oriental Joaquín Campana. Poco después, el 22 de abril, es destituido y sometido a juicio militar el Brigadier Manuel Belgrano, designándose en el cargo de Comandante del Ejército en la Banda Oriental al Coronel José Rondeau. Entonces sí, finalmente es bajo el gobierno de Joaquín Campana que comienza a ejecutarse el “Plan de Operaciones” elaborado meses atrás por Mariano Moreno y rechazado en su momento por una Junta mayoritariamente de origen “Carlotista”, o sea monárquica legitimista borbónica, oligárquica en el más estricto sentido de la palabra y conservadora del Orden social de estamentos privilegiados.
Si esto es así, entonces cabría preguntarse hasta qué punto el propio Joaquín Campana estaba involucrado desde el principio en la negociación y redacción del “Plan de Operaciones”. Se sabe que Campana y Moreno se conocían desde antes: ambos eran abogados de los hermanos Gregorio y Ambrosio Funes, el primero de los cuales fue diputado por Córdoba en la Junta Gubernativa. El Plan se focaliza en la Banda Oriental e incluye sobre ella y su gente una cantidad de información que Moreno no podía conocer directamente porque nunca la visitó, forzosamente algún oriental debió aportar esa información y asesoramiento. ¿Por qué no Joaquín Campana?
En definitiva, esta interpretación de los hechos establece clara y nítidamente una fuerte contradicción ideológica y de intereses entre una oligarquía comercial monopolista porteñista-monarquista, representada por los viejos cortesanos “Carlotistas” (Belgrano, Castelli, Vieytes), desde el principio al menos implícitamente partidaria de abandonar a la Banda Oriental en manos de los portugueses. Y otra tendencia, americanista-republicana, que busca su base de sustentación en la insurrección de los Pueblos de las Provincias (Moreno, Campana, Artigas). La confrontación entre ambas tendencias radicalmente antagónicas tuvo su epicentro geográfico en la Provincia Oriental, pero en el fondo y desde el principio, es el reflejo político de la contradicción Oligarquía-Pueblo, Imperio-Nación.
Pero la eventual identificación de José Artigas con el “Plan de Operaciones” amerita una salvedad, como mínimo: “Clemencia para los vencidos”. La revolución de Artigas no sigue los lineamientos de Moreno en lo referente a la implantación del “Terror Revolucionario”, en cambio si lo hace la Junta de Buenos Aires, luego los Triunviratos y Directorios, hasta llegar al terrible baño de sangre que fue la Guerra del Paraguay. Resulta paradójico que el gran monumento ecuestre de Manuel Belgrano en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, se inaugurara en 1873, después de haberse completado tres años antes la destrucción del Paraguay, última Patria de Artigas. Tal vez para el Presidente Sarmiento y para el exPresidente Bartolomé Mitre, ellos completaron la misión que la Junta de Mayo le asignara a Belgrano en 1810… Vaya a saber.

Juan Manuel de Rosas y la Defensa de la Soberanía

Por Alberto Gelly Cantilo

En 1838 Francia impone el bloqueo a la Confederación Argentina manifestando su intención de “infligir a la invencible Buenos Aires un castigo ejemplar que será una lección saludable a todos los demás Estados Americanos”.
Es el momento de su expansión imperialista que se había iniciado años antes con la conquista de Argelia, la intervención en Tahití y en Egipto y se había extendido al nuevo mundo con el bloqueo del puerto de Veracruz y la destrucción del fuerte de San Juan de Ulúa en Méjico y las presiones sobre Chile, Ecuador y Venezuela.
Los resultados del bloqueo eran tremendamente ruinosos y se hicieron sentir fuertemente. Perjudicaban a nuestros pueblos que no podían embarcar sus cueros, crines y carnes; los saladeros y fábricas de aceite debieron cerrar o disminuir su trabajo; faltó la leña que venía por los ríos o en buques; faltaban productos y alimentos europeos.
Sin embargo en nuestra patria aparece la palabra “soberanía”. Pese a las penurias el pueblo comprende este concepto nuevo. Una patria que no se hiciese respetar no era una patria. La patria eran ellos, sus hijos, algo concreto que todos comprendían y sentían.
Indignado por la conducta de los franceses, San Martín desde Grand Bourg, escribe a Rosas por primera vez. Después de explicarle las persecuciones sufridas que le obligaron a exilarse en 1824 y su deseo de no mezclarse en la guerra civil en 1829 que le hiciera volver a Europa sin desembarcar, señala: "He visto en los papeles públicos de ésta el bloqueo que el gobierno francés ha establecido contra nuestro país. Ignoro los resultados de esta medida. Si son los de la guerra yo sé lo que mi deber me impone como americano... si usted me cree de alguna utilidad espero sus órdenes. Tres días después de haberlas recibido me pondré en marcha para servir a mi patria honradamente en cualquier clase que se me destine".
En 1839 el Libertador escribe a Rosas: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su patria a una condición peor que la que sufrimos en tiempo de la dominación española. Una tal felonía, ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”.
Los franceses se apoderan de la isla Martín García defendida por una pequeña guarnición de 110 hombres mandada por el Teniente Coronel Jerónimo Costa, apoyada en una batería de 4 cañones a cargo del mayor Juan Bautista Thorne.
Amparados por el fuego de los 40 cañones de su escuadra, desembarcan 450 soldados enemigos que vencieron la enérgica resistencia argentina. Costa entregó su espada al jefe francés quién se la devolvió por su heroísmo ya que habían muerto la mitad de sus soldados y él mismo había sido herido. En tanto, con el transcurso de los meses, el bloqueo era burlado mediante las balleneras, pequeños botes a vela, rápidos y de escaso calado que se deslizaban por los bancos del río y evitaban las fragatas y las corbetas de la poderosa escuadra del Almirante Leblanc, ancladas en los canales. Su capacidad de carga era escasa, pero la suplían ampliamente con su gran número. Se encontraban en Punta Indio, en la desembocadura del Salado y en el Tuyú. El 9 de Mayo de 1839 es atacada Atalaya cerca de Magdalena donde desembarcan 500 marineros franceses que entran en combate con la pequeña guarnición a cargo del Mayor Miguel Valle, destruyendo las mercaderías, incendiando los depósitos y embarcaciones.
Finalmente los sitiadores viendo la inutilidad de sus esfuerzos - al no poder doblegar a nuestro pueblo - deben firmar el Tratado Arana-Mackau el 29 de Octubre de 1840 que pone fin a las hostilidades y la escuadra francesa saluda a la bandera argentina con 21 cañonazos, poniendo fin al bloqueo que había durado 30 meses. Sin embargo entusiasmadas por el éxito de uso de la fuerza en Asia y por la guerra contra China de 1840 a 1842, se intenta una nueva agresión, esta vez anglo-francesa con las escuadras más modernas y mejor armadas del momento.
Se produce la Guerra del Paraná donde el 20 de Noviembre de 1845 en la Vuelta de Obligado el río fue cruzado con gruesas cadenas y defendido por baterías al mando de Eduardo Brown, el hijo del almirante y por Thorne, junto con el Regimiento Patricios y las milicias de Facundo Quiroga, el hijo del Tigre de los Llanos. Se lucha desde bien temprano y a las tres de la tarde apenas quedaban municiones. Thorne a las cinco de la tarde hace su último disparo siendo volteado por una granada enemiga.
"No ha sido nada" dice al levantarse, pero ha quedado sordo para siempre. Cerca de las seis desembarcan los infantes de marina franceses que son repelidos por los defensores con armas blancas. Su jefe el General Lucio Norberto Mansilla al frente del Regimiento de Patricios, de las milicias de San Nicolás y del batallón del Norte carga a bayoneta consiguiendo arrollar a los ingleses corriéndolos hasta sus botes, pero es herido por un casco de metralla.
Se sigue combatiendo hasta las ocho de la noche y finalmente son rechazados debiendo volver a sus buques.
El campo estaba sembrado de cadáveres y heridos graves. Los cañones estaban destruidos e inservibles. La bandera de guerra no cayó en su poder porque quedó destruida por el fuego, pero tuvimos 250 muertos y 400 heridos.
Los anglofranceses debieron quedarse en Obligado 40 días para reparar sus buques. Jamás habían supuesto una resistencia.
Las dos escuadras más poderosas del mundo no pudieron desembarcar en ningún punto de la costa argentina sin recibir un fuerte escarmiento.
La navegación de los ríos interiores era para los invasores un riesgo permanente, pues desde las costas recibían metralla desde los puntos más inesperados.
Al cruzar frente a Obligado con sólo la mitad de los buques fueron nuevamente atacados por Thorne con pequeños cañones llevados a cincha de caballo y debieron desembarcar 300 infantes de marina para atacar a esa artillería volante y a los 50 lanceros de caballería que la protegían.
Mansilla ya restablecido los ataca desde las barrancas de Tonelero a la altura de Ramallo y Acevedo a la altura de San Nicolás.
Al pasar por San Lorenzo ocho cañones ocultos en la maleza causan grandes daños a la escuadra en un feroz ataque que duró cuatro horas. En su parte Mansilla se muestra orgulloso de haber combatido en el mismo paraje regado por la sangre de los granaderos de San Martín.
La intervención anglofrancesa fue un fracaso y al regresar fueron repetidamente atacados en el Quebracho, situado a una legua al norte de San Lorenzo donde la barranca es alta y el río se angosta. El 4 de junio Mansilla con tres baterías con 17 cañones al grito de “¡Viva la soberana independencia nacional!”, atacó a la escuadra desde las 11 de la mañana hasta las dos de la tarde con un fuego intenso que les causó más muertos que en Obligado. Los argentinos apenas tuvieron un muerto y cuatro heridos, entre ellos nuevamente el bravo Thorne.
Finalmente el Tratado Arana-Southern desde 24 de Noviembre de 1849 pone fin a la intervención extranjera.
José de San Martín en la cláusula tercera de su testamento estableció: “El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la Independencia le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la república frente a las injustas pretensiones extranjeras que trataban de humillarla".
Recordar los fuertes lazos que el amor a la patria y la defensa de nuestro territorio unieran a San Martín y Rosas a partir de 1838 y años subsiguientes implica un compromiso ciudadano.
Por ello cuando el Doctor Adolfo P. Carranza funda el Museo Histórico Nacional le solicita a Manuelita Rosas la donación del sable corvo que acompañara al Libertador de América y que su padre Don Juan Manuel conservara hasta su muerte en el cofre original en cuya tapa había una chapa de bronce en la que estaba escrita la citada cláusula 38 como el reconocimiento del más grande de los argentinos.
Manuelita y su esposo Máximo Terrero deciden acceder al pedido y donar el sable al pueblo argentino, para lo cual encomiendan a Juan Manuel Ortiz de Rozas, el nieto del Restaurador, que lo traiga y lo entregue al Presidente de la República Argentina, el Doctor José Evaristo Uriburu. Ese símbolo de gloria, de soberanía y de libertad pertenece hoy a todos los argentinos y se encuentra dignamente custodiado en este Regimiento de Granaderos a Caballo que fundara el General San Martín.
El sable, la espada, es símbolo de los valores esenciales de la vida militar, del pasado heroico y de lo que debemos ser.
Representa un estilo de vida digno y austero propio de hombres viriles y auténticos. Nos recuerda a nuestros próceres luchando contra las invasiones inglesas en la Reconquista y la Defensa de 1806 y 1807, a los guerreros de la independencia, a los soldados de los ejércitos libertadores, a los gauchos, a los combatientes de Malvinas, a todos los que luchan por la dignidad.
El Ejército Argentino orgulloso de nuestro pasado histórico ha impuesto el 26 de Noviembre de 2007 el nombre de Juan Manuel de Rosas a la Brigada Mecanizada XI de Río Gallegos, de Gerónimo Costa al Regimiento de Infantería Mecanizado 24 y de Juan Bautista Thorne al Grupo de Artillería Blindada 11 de dicha brigada.
Se trata del reconocimiento a los protagonistas de una lucha honrosa que expresaron un rostro de la patria que merece respeto y consideración. Fueron hombres de su tiempo con todas las virtudes de esa época valiente.
He tenido el alto honor y el gran privilegio de integrar la comitiva que acompañó al Señor Jefe del Estado Mayor General del Ejército a esas lejanas tierras de nuestra Patagonia donde se realizaron las ceremonias de imposición de nombre histórico y cambio de la Bandera Nacional de Guerra, así como a la colocación de la piedra fundamental de los nuevos cuarteles en la Guarnición de Ejército Piedrabuena y a la formación por el 25 aniversario de la Gesta de Malvinas.
Con profunda emoción fui testigo presencial y directo de una de las páginas más trascendentales de nuestra historia puesto que se rindió un solemne reconocimiento a aquellos próceres que tantos servicios habían prestado a la patria.

Fuente:

GELLY CANTILO, Alberto, “Juan Manuel de Rosas y la defensa de la soberanía”. Conferencia pronunciada el 2 de abril de 2008 en el Regimiento de Granaderos a Caballo.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

INGLATERRA Y EL RÍO DE LA PLATA (1806-1807)

Por el Dr. Julio R. Otaño

Los políticos de Inglaterra, dueña de los mares alentaban el proposito de apro¬vechar la decadencia y la depresión de España para apoderarse de sus colonias. Con paciencia y prolijidad de araña, la diplomacia inglesa había dispuesto los hilos para capturar la presa codiciada: primero, la paulatina penetración comercial; luego, la penetración ideológica, mediante la difusión de principios liberales y revolucionarios. El más activo de sus agentes era el venezolano francisco de Miranda, inquieto personaje que había actuado en la revolución francesa, y en Rusia (había sido amante de la Zarina Catalina) se había acercado al ministro inglés Pitt para ofrecerle sus servicios “revolucionarios” (en realidad quería cambiar de dueño). Miranda inició en 1806 gestiones ante Home Popham con el objetivo específico de atacar el Río de la Plata específicamente Buenos Aires y Montevideo.
El virrey marqués de Sobremonte era Virrey desde 1804 su fuerza de combate estaba constituida por 1.403 veteranos de infantería y dragones, la mitad de los cuales se hallaba en puestos alejados: provincias interiores, costa patagonica; Entre los fuertes de Montevideo, Maldonado y Buenos Aires se repartían un centenar de artilleros en mal estado y escasa munición..Las fuerzas navales consistían en una corbeta, un bergantín y algunas lanchas cañoneras. El 9 de junio el vigía de Maldonado advirtió la presencia de una escuadra inglesa próxima a la costa y compuesta de ocho buques. Era la que en abril había partido del cabo de Buena Esperanza a las órdenes de Sir Home Popham con el propósito de conquistar a la indefensa Buenos Aires. Traía 1.200 hombres de desem¬barco, comandados por el Coronel Guillermo Carr Beresford.
El 25 recibió con el consiguiente estupor la noticia de que los ingleses habían desembarcado en Quilmes y se dirigían sobre la ciudad. Rápidamente envió para detenerlos cuatrocientos milicianos y cien blandengues mal armados, que fueron dispersos por el fuego excelente de las baterías inglesas y de su disciplinada infantería. Despejado el camino, el jefe inglés Beresford intimó la rendición de la ciudad. El jefe militar de mayor graduación, brigadier Hilarión de la Quintana, a cargo de la defensa, vio la inutilidad de resistir y entregó la ciudad y el Fuerte. El virrey Sobremonte se había retirado entre tanto a la ciudad de Córdoba con los caudales del tesoro, a fin de organizar desde allí el rescate.
El general Beresford tomó posesión del gobierno a nombre de Jorge III (Rey de Inglaterra) y obligó al juramento de fidelidad. Dio una proclarna a la población prometiendo respeto a la religión católica y a la propiedad privada y autorizando el comercio libre con las colonias inglesas. Al mismo tiempo pedía a Inglaterra refuerzos militares y envío de pobladores y mercaderías para iniciar un intercambio en gran escala.
Los habitantes de Buenos Aires se sintieron consternados y humillados por la derrota, según lo revelan las memorias de la época aunque no faltó por cierto, la facción que trató de congraciarse con el invasor y se ligó a su suerte. Pasados los primeros días de estupor, empezó a conspirarse contra los ocupantes. Las circunstancias apremiaban porque convenía actuar antes de que llegaran los refuerzos pedidos por Beresford. Sobremonte reunía milicias en Córdoba para acudir a libertar la ciudad y lo mismo hacía Ruiz Huidobro en Montevideo, al mismo tiempo que don Juan Martín de Pueyrredón y otros más reclutaban gente en la campaña.
Se necesitaba sólo el jefe que coordinara estos esfuerzos dispersos y los organizara para la acción. En esta circunstancia aparece un francés al servicio del rey de España el capitán de navío don Santiago de Liniers y Brémond. Liniers pasó a Montevideo y obtuvo del gobernador de la plaza un contingente de seiscientos hombres, todos voluntarios, con los que se embarcó el 3 de agosto en la Colonia, venciendo a favor de una neblina propicia la dificultad de cruzar el río vigilado por los ingleses..
Desembarcó en las Conchas (Río reconquista) al siguiente día. En las proximidades de San Isidro se le unieron los dispersos del contingente de Puey¬rredón, que pocos días antes había sufrido un revés en la chacra de Perdriel. El 10 de agosto acampó en los Corrales de Miserere y desde allí se dirigió con su tropa al Retiro, en cuya plaza de toros se había fortificado el enemigo. Se combatió todo el día 11, y los ingleses se replegaron hacia la plaza Mayor y el Fuerte. Al día siguiente ordenó el ataque, acometiendo la plaza por cuatro puntos. En pocas horas la defensa inglesa cedió. Beresford dispuso el repliegue hacia el interior de la fortaleza, contra la cual hizo abrir Liniers intenso fuego con los mismos cañones abandonados por el enemigo. Al atardecer, se levantó bandera de parlamento.
Liniers exigió una rendición incondicional. Los enemigos sobrevivientes depusieron las armas y desfilaron ante nuestras milicias bisoñas y triunfantes. El botín de guerra consistió en treinta y cinco cañones de muralla, veintinueve de campaña, mil seiscientos fusiles y las banderas del regimiento 71.
El júbilo de Buenos Aires fue inmenso así como su entusiasmo por Liniers, quién aparecía a los ojos de todos como el caudillo natural. Sin embargo la escuadra inglesa continuaba dueña del rio, esperando refuerzos para intentar el desquite. El 14 de agosto, un Cabildo abierto bajo presion popular se pronunció contra el Virrey y designó jefe militar a Liniers. Ëste desplegó una extraordinaria actividad, dando muestras de sus grandes dotes de organizador. En once meses convirtió a una población de comerciantes en una república militar. Formó distintos cuerpos, agrupándolos por sus orígenes locales o raciales: andaluces, gallegos, catalanes, patricios, arribeños, cazadores correntinos, negros, mulatos, pardos, etc. Organizó ademas seis escuadrones de caballería y un cuerpo de artilleros. Se ocupó de la instrucción, a menudo per¬sonalmente. Los cuerpos debieron elegirse por votación sus pro¬pios oficiales, y éste es el origen de los grados de casi toda la ofi¬cialidad de la Independencia.
La mayor dificultad era el armamento. El enemigo fondeado en la boca del estuario había seguido recibiendo refuerzos de Inglaterra. A principios de 1807 contaba ya con un ejército de doce mil hombres al mando del general Whitelocke. Este decidió ocupar en primer término la Banda Oriental y establecer allí la base para su ulterior operación sobre la capital del Virreinato. Una brigada al mando del general Auchmuty desembarcó en Maldonado y se dirigió hacia Montevideo conquistándola (Sobremonte huyó nuevamente). Buenos Aires debía hacer frente a una flota compuesta de veinte barcos de guerra y noventa transportes y a un ejército de desembarco de doce mil hombres a quienes no faltaba caballería ni artillería. Para oponérsele, sólo contaba Liniers con ocho mil combatientes, de los que sólo la décima parte eran veteranos.
El general Whitelocke ordenó finalmente la invasión. El 28 de junio de 1807 desembarcaron los ingleses en la ensenada de Barragán y el 2 de julio su vanguardia llegaba a la orilla derecha del Riachuelo. Las fuerzas que llevó Liniers para contenerlos sufrieron una terrible derrota, esto consternó a la población que se juzgó perdida. Salvó la situación el Cabildo, por la decisión de su alcalde don Martín de Alzaga. Con la colaboración de todos los habitantes útIles, se puso rápidamente la ciudad en estado de defensa, cavandose trincheras en las calles, con baterías estratégicamente colocadas, y convirtiendo las casas en fortalezas. Al atardecer llegó Liniers, que había logrado reunir a la mayor parte de los dispensos. El 5 atacó Whitelocke, con ocho mil quinientos hombres divididos en columnas que debían avanzar por calles parale¬las hacia la plaza Mayor. Los recibieron una lluvia de proyectiles desde todas las casas. El enemigo había perdido entre muertos y prisioneros la mitad de su fuerza.
Liniers propuso negociaciones, el jefe británico debió ceder. El 7 de julio se firmó el convenio de paz. Por él los ingleses se comprometían a evacuar Montevideo y todos los puntos que ocupaban en el Río de la Plata.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Hace ciento sesenta años

Por Don Singulario

-Hola don Singulario, ¿cómo anda con los trámites de cierre del boliche?
-Más o menos, me genera una gran tristeza hacerme cargo de finalizar un proyecto comercial que proveyó de innumerables momentos de placer por los vínculos que a su alrededor se gestaron, pero también el alivio de reconocer que no se pierden, sino que se transforman en nuevas realidades…
-Así es don, a veces es necesario darse cuenta que si lo de ayer fue bueno, cambiando, lo de mañana será mejor… ¿Con qué fato se vino hoy?
-Lo que traje como efemérides, si por su contenido fuera no me ayudaría en la melancolía. Sin embargo conociendo lo malo, el doblez y la traición uno puede precaverse y evitar esos engaños perversos…
-¡Ya se puso patético! Déle al rollo
- Muchas veces naturales de nuestra tierra se habían aliado con los enemigos, pero generalmente habían tenido poca suerte. El 20 de noviembre de 1845 se produjo el bravo combate de la vuelta de Obligado, donde los criollos enfrentaron corajudamente a la escuadra anglo-francesa, San Martín le escribe a Rosas para expresarle sus respetos y felicitaciones: "Ahora los gringos sabrán que los criollos no somos empanadas que se comen así nomás sin ningún trabajo". Estaba un poco equivocado don José. Al cumplirse puntualmente los seis años, un 21 de noviembre de 1851 se comenzaba a gestar una de las mayores traiciones de nuestra historia.
-Estuve mirando por TV el acto que se realizó conmemorando aquella batalla y escuché a Cristina en un discurso magnífico, como es de costumbre sin letra preparada, recordando a aquellos héroes. Hoy aquel campo de batalla sobre el Paraná se ha transformado en un punto referencial de nuestra soberanía resaltado con un monumento que contiene las cadenas con que se cortó el río. Pero Ud. me habla de una traición poco tiempo después, ¿De qué se trata?
-Releyendo el libro “Fuentes para el Estudio de la Historia Institucional Argentina” recopilado y prologado por un tal Alberto David Leiva en una edición previa de EUDEBA del año 1982 encontré en el índice (yo estaba buscando referencias sobre aquel glorioso hecho) dos artículos consecutivos que quiero compartir con los lectores y luego ver si podemos sacar alguna conclusión:
 Otorgamiento de la Suma del Poder Público a Juan Manuel de Rosas – 7 a 30 de marzo de 1835 Página 305
 Convención por la que se establece una alianza entre Corrientes, Entre Ríos, el Brasil y la República Oriental del Uruguay para libertar al pueblo argentino del Gobierno de Juan Manuel de Rosas y se fijan las obligaciones recíprocas de los signatarios – 21 de noviembre de 1851. Página 307
 Protocolo…etc. – 6 a 12 de abril de 1852. Página 315
-A ver don Singu si comprendo un poco lo que está expresando. Ese libro de la Editorial Universitaria de Buenos Aires, publicado durante el Proceso de Destrucción Criminal, como fuente para el estudio de la historia considera como los únicos hitos interesantes a mediados del siglo XIX una decisión política y una convención entre países que se encontraban en guerra.
-Miremos de esta manera, el autor considera innecesario aportar argumentos de hechos ocurridos durante dieciséis años, entre los que podríamos llamar gobiernos populares, guerras intestinas, enemigos extranjeros bloqueando puertos, ataques piratas y un sinfín de otros asuntos políticos, comerciales, militares, etc. con personajes que han pasado a la historia como héroes o bandidos.
-Esa convención que menciona en segundo término, que por lo observado en el índice ofrece bastante material, por el título me imagino corresponde a un grupo sedicioso dispuesto a voltear a las autoridades argentinas.
-Imagina bien en lo de sedición, sólo que el que dirige la misma es un líder federal aliado a esas autoridades que comienza a traicionar, pero vamos a leer parte del texto, que no tiene desperdicio si lo comparamos con aquel otro aliado que, apoyado en la opinión de una hija sólo atinó a murmurar que “mi voto no es positivo”
«Nos el ciudadano Justo J. de Urquiza, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Entre Ríos hacemos saber: que el Encargado de Negocios de esta Provincia y de la de Corrientes, cerca de la República Oriental del Uruguay ha celebrado, ajustado, concluido y firmado en la ciudad de Montevideo a veinte y uno de noviembre de mil ochocientos cincuenta y uno, con el Plenipotenciario de S. M. el Emperador del Brasil y con el de la República Oriental del Uruguay, una convención, cuyo tenor es como sigue:
En nombre de la Santísima indivisible Trinidad
Artículo 1: Los estados aliados declaran solemnemente que no pretenden hacer la guerra a la Confederación Argentina, ni coartar de cualquier modo que sea la plena libertad de sus pueblos, en el ejercicio de los derechos soberanos que deriven de sus leyes y pactos o de la independencia perfecta de su Nación. Por el contrario, el objeto único a que los Estados aliados se dirigen es libertar al Pueblo Argentino de la opresión que sufre bajo el dominio tiránico del Gobernador D. Juan Manuel de Rosas, y auxiliarlos para que organizado en la forma regular que juzgue más conveniente a sus intereses, a su paz y amistad, con los estados vecinos, pueda constituirse sólidamente, estableciendo con ellos las relaciones políticas y de buena vecindad de que tanto necesitan, para su progreso y engrandecimiento»
-Don Singulario, así que en esa convención se complotaron para destituir al gobierno de don Juan Manuel
-Ese protocolo firmado consta de largos veintiún artículos donde se indican los distintos roles que ocuparán cada uno de los ejércitos comprometidos y las obligaciones emergentes como el del aporte económico, los montos y la devolución con los intereses devengados. Un párrafo sobre el particular puede ser revelador de los roles:
«[...] la deuda quedará a cargo de los Estados de Entre Ríos y Corrientes; y para garantía de su pago, con los intereses estipulados, sus Excelencias los SS. Gobernadores de Entre Ríos y Corrientes, hipotecan desde ya las rentas y los terrenos de propiedad pública de los referidos estados»
-¿Ante quien firmaban estas hipotecas don? Tienen pinta de leoninas…
-En otro artículo se define que para sufragar los gastos necesarios, S.M. el Emperador de Brasil les proveerá en calidad de préstamo la suma mensual de cien mil patacones. El artículo 14 establece con detalles muy concretos que los signatarios defenderán de todas las formas la libre navegación de los ríos interiores.
-Qué dato interesante, la batalla de Obligado fue para defender la soberanía de los ríos y en esta convención se acuerda lo contrario.
-Todo el tratado define con claridad meridiana que la guerra que se va a declarar es como un aporte a la humanidad en desmedro de los intereses nacionales. Pero quiero agregar que luego de firmado hubo algún chisporroteo porque inmediatamente se firma un artículo adicional donde el Emperador se aviene a adelantar la primera cuota.
-Cuestión de guita sería entonces, como dijo un presidente yanqui antes de entrar al salón oval “the economic, estupid”
-Déjeme antes de terminar que le cuente que el artículo 21 comienza así «Este convenio se conservará secreto [...]
-¿Dónde puedo leer ese convenio completo, don?
-En las páginas 307 del libro mencionado o por Internet en la siguiente dirección http://constitucionweb.blogspot.com/2010/06/tratado-de-alianza-entre-corrientes.html