miércoles, 6 de febrero de 2019

La Batalla de Caseros, la gran derrota

Por Dr. Carlos A. De Santis
Presidente del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas de San Martín
En el año 1841 accedía Justo José de Urquiza a la gobernación de Entre Ríos, engrosando la nómina de gobernadores fieles a Juan Manuel de Rosas.
Estanciero, que en poco tiempo amasó una fortuna que los hizo tan rico, o más que él, con la explotación del ovino y la comercialización de las lanas, que posibilitó la realización de un gobierno progresista y ampliar su prestigio de caudillo provincial.
Urquiza se transformó en un hábil político, desarrollando vinculaciones comerciales licitas e ilícitas de contrabando con el Uruguay, ganando poder político. Asimismo, no tuvo escrúpulos en entablar relaciones con Brasil, a pesar del antagonismo existente con la Confederación Argentina. También se vinculó con los comerciantes ingleses, que habiéndose iniciado la segunda era industrial, deseaban  expandir sus industrias adquiriendo materias primas en otros países, para revenderlas posteriormente, como producto manufacturado, ganando su valor agregado. La lana era la materia prima necesaria para la confección de tejidos.
Escudo de la Confederación Argentina
Al iniciarse la década del cincuenta, Entre Ríos era una provincia rica al nivel de Buenos Aires. Por ello, Urquiza concibió un proyecto de construcción de país, con ideas personales y provenientes del extranjero.
En ese camino comenzó a exigir a Juan Manuel de Rosas, la libre navegación de los ríos interiores, coincidiendo con iguales pretensiones de países foráneos, que querían surcar nuestros ríos libremente, violando nuestra soberanía territorial. Estos últimos, los principales eran Inglaterra y Francia, resultaron siendo poderosos aliados del entrerriano, y coincidieron en intereses comerciales y políticos.
Su programa era el libre comercio y la nacionalización de las aduanas exteriores y finalizar con el control aduanero porteño, que tenía Buenos Aires.
Las medidas de Urquiza beneficiarían al litoral, pero en mayor medida, casi exclusiva, a su persona y peculio. Por tal motivo, las provincias del interior estuvieron ausentes de tal conflicto.

Rosas y la Confederación Argentina

En el año 1850, se encontraban en lo más alto de sus logros y en el pináculo de su prestigio; después de los triunfos conseguidos, en defensa de la soberanía nacional,  n sus conflictos con Inglaterra y Francia (Bloqueo del puerto de Buenos Aires, la guerra del Paraná, etc.) y la paz interior reinante en el país.
El Restaurador estaba en condiciones de vencer al enemigo, a Brasil, y reconstruir el viejo país del Río de la Plata. Los ejércitos de Oribe, de Echague y de Urquiza eran poderosos. Brasil no podía oponer fuerza igual. Peligraba su existencia. Si Rosas triunfaba, Paraguay volvería al seno de las demás provincias del Río de la Plata, los ríos interiores serían Argentinos, la Banda Oriental permanecería bajo la gravitación del país al cual perteneció siempre.
El General José de San Martín, en el destierro que le había impuesto Rivadavia y sus satélites con sus continuas persecuciones, se informa y analiza a través de dos décadas cómo Rosas organiza la Confederación Argentina, como defiende los derechos de la misma, como solo lo podría haber hecho un hombre de la tierra, de la tierra Argentina, y se siente confortado. Encuentra un émulo, un político, que no solamente finaliza la obra comenzada por él en Mendoza, sino que, con gran talento político, moldea la gran Confederación.
San Martín, el Libertador de América, fallece en 1850, en el apogeo del país y su plena soberanía, y lo hace con la plena convicción que la soberanía del país no peligrará mientras existe un gobernante del talento y la bravura de Juan Manuel de Rosas.
1851 es el año de la claudicación. Veinte años de lucha en bien de la reconstrucción de la patria, padecerán las enormes consecuencias. Brasil, con su astucia ha logrado vencer voluntades argentinas, ha logrado comprar voluntades con el oro de sus arcas.
Retrato de Juan Manuel de Rosas
Los brasileños le prometen a Urquiza, el poder, le dan dinero, armas y elementos para realizar el traslado del ejército. Todo está documentado. Los brasileños necesitan derrotar a Rosas, el tiempo los favorece, y cualquier vacilación les puede ser fatal.
En primer lugar, separa a Entre Ríos del Pacto Federal (firmado en 1831),  de la Confederación Argentina el día el 13 de mayo de 1851, firmando el 29 del mismo mes un Pacto con la provincia de Corrientes y el gobierno de Brasil y Uruguay, que establecía que si  la Confederación declaraba la guerra a uno de los firmantes de la alianza, los restantes se unirían contra la nación atacante.- Para ello necesitan dividir al partido federal. Con la minoría de  traidores unitarios, no lograrán nada. Precisan sobornar a un alto jefe militar ambicioso y descontento
Es entonces que Urquiza traiciona a su Patria.

La Batalla de Caseros

1852. En la Batalla de Caseros se produce la mayor claudicación que han vivido los argentinos del siglo XIX. Un hecho insólito en toda la historia del federalismo, la entrega a Brasil de la hegemonía lograda por Juan Manuel de Rosas, la entrega a Brasil de nuestra dignidad al permitir que sus ejércitos hollaran las provincias argentinas y tomaran el desquite de la derrota de Ituzaingo.
Rosas declara la guerra a Brasil, acusándola de inmiscuirse en asuntos argentinos, lo que era cierto. “La Alianza Internacional”, el 21 de noviembre de 1851, inició la guerra contra Rosas, invadiendo la provincia de Buenos Aires, bajo el mando de Justo José de Urquiza.
Ilustración del siglo XIX sobre la Batalla de Caseros, donde se ve el Palomar, actualmente Ciudad Jardín
El 3 de febrero de 1852, en los campos de Caseros, las tropas rivales libraron la batalla, donde las tropas de la Confederación resultaron vencidas.
Las últimas acciones bélicas antes del desenlace, al mediodía, una columna de caballería aliada cargó contra la división del coronel Sosa, que superada envolvió durante su retirada a Rosas.
Perseguido por la caballería aliada se retiró siendo herido en su mano derecha. Luego ordenó a sus escoltas retirarse y como en Hueco de los Sauces redactó su renuncia:
“Señores Representantes; creo haber llenado mi deber como todos los señores Representantes, nuestros conciudadanos, los verdaderos federales y mis compañeros de armas. Si más no hemos hecho en sostén sagrado de nuestra independencia, de nuestra integridad y de nuestro honor es porque no hemos podido”.
Había terminado, una etapa histórica de la vida de la Confederación Argentina, que se caracterizó, en lo institucional por la vigencia del Pacto Federal del 4 de enero de 1831, y en lo personal el protagonismo inminente de Juan Manuel de Rosas, desde que asumirá el gobierno de la Provincia de Buenos Aires por elección de la legislatura en 1829.

No hay comentarios:

Publicar un comentario