Por el Profesor Roberto Lizarazu
Juan Bautista Alberdi nació en 1810 y Domingo Faustino Sarmiento en 1811. Con motivo de esta circunstancia, desde hace varios meses se trabaja en algunos medios académicos y universitarios afines con la trascendencia de ambos personajes y empresas editoriales para reimprimir las obras de ambos; y dedicando el 2010 a Alberdi y el 2011 a Sarmiento. Igualmente durante ambos años se proyecta y de hecho, algunos de ellos ya se han llevado a cabo, efectuar actividades de diversa índole que conmemore a los dos intelectuales que han tenido mayor trascendencia en nuestro país en el siglo 19. Alberdi y Sarmiento.
La coincidencia ideológica, la visión y proyecto de país que pretendían ambos, era casi idéntica. Tenían la misma edad, eran de la misma generación. Si se analizan las concepciones políticas, económicas y sociales; eran casi las mismas. Cuando ambos estaban en Buenos Aires, concurrían a los mismos círculos sociales simultáneamente. Deberían haber sido íntimos amigos. Para mi resulta incomprensible el porqué fueron enemigos declarados desde jóvenes y hasta la muerte. Nunca comprendí porqué lo que debería haber sido Alberdi y Sarmiento, de hecho se transformó en Alberdi vs. Sarmiento.
El Alberdi ironista y antisarmientino. Conocemos de Juan Bautista Alberdi, la parte “jurídica” de su obra. Su pertenencia a la generación romántica del 37, sus acuerdos y desavenencias dejadas por escrito con otros del mismo grupo como Marcos Sastre, Esteban Echeverría o Domingo Faustino Sarmiento. De años posteriores y ya en el terreno de la doctrina política, sus permanentes desacuerdos con Bartolomé Mitre, y obsesivamente contra Domingo Faustino Sarmiento.
Conocemos que tras la caída de Rosas, Alberdi publicó sus “Bases” en 1852 con el objeto de orientar a quienes habrían de integrar el Congreso Constituyente que se planeaba realizar. En sus “Bases” rechaza la tesis de Sarmiento como explicación de los conflictos que afligían a la Argentina en la fórmula “civilización y barbarie”. El borrador del Facundo es de 1845 y Alberdi tenía en su poder copia del mismo. No niega que existan llamativas diferencias entre los hombres de la ciudad y los hombres del campo, pero considera que no pueden condensarse en la fórmula de la dicotomía sarmientina.La diferencia principal que halla Alberdi, de los dos modelos, es el contacto que las regiones del litoral de nuestro país, han mantenido con los países europeos, en contraste con el aislamiento del interior. El atraso de los pueblos del interior, netamente hispánicos, demuestra según Alberdi, la incapacidad de la cultura y de la raza hispánica para lograr los adelantos materiales y políticos que la vida moderna exigía.
Alberdi sostiene en las “Bases” que mientras la población siga siendo la misma, nada se logrará con cambiar las leyes o proclamar principios democráticos. Y así Alberdi que en las páginas iniciales de las “Bases” habla de la necesidad de adaptar el gobierno y la organización social a la población, termina afirmando en la misma obra que se debe adaptar la población al sistema de gobierno fomentando la inmigración anglosajona, pues “sin la cooperación de esa raza es imposible aclimatar la libertad y el progreso material en ninguna parte”. Menos mal que Alberdi en las dos invasiones inglesas, aún no había nacido.
Regresando a Alberdi como ironista. Se le debe a Enrique de Gandia, quien publicó “La ironía de Alberdi” en el Jornal of Inter-American Studies, Vol. VIII, Nº 4, Florida, University of Miami, octubre de 1966. En el cual Gandia, nos explica que “Alberdi fue el más grande y sutil ironista de la literatura argentina”. Como no podía ser de otra manera el centro de sus ataques irónicos resultaba ser Sarmiento.
Efectivamente en su período romántico, Alberdi escribe varias piezas cómicas, denominadas comúnmente como de género bufo, de uno o dos actos en las cuales utilizando la ironía y el grotesco, se burla de distintos personajes y situaciones con las cuales el no estaba de acuerdo políticamente o tenía diferencias de otro tipo. Algunas comerciales o profesionales.
En 1843 escribe “El gigante Amapolas y sus formidables enemigos”, de un solo acto y en la cual hace una formidable crítica a la política de Rosas y en particular critica a los generales encargados de combatirlo. En verdad es extraño el proceder de Alberdi. Si es opositor a Rosas, en vez de hacer una obra irónica en contra de Rosas, hace una obra en contra de los que combaten a Rosas. Mal o bien, pero lo combatían aquí mientras el estaba exiliado en Montevideo trabajando de periodista en “El Nacional” de su amigo Miguel Cané.
Los personajes de esta obra “El gigante Amapolas y sus formidables enemigos” eran el Teniente Guitarra, el Capitán Mosquito y el Mayor Mentirola. Según la interpretación que hace Gandia, corresponderían a las siguientes personas: General Juan Galo de Lavalle, Brigadier Pedro Ferré y a Fructuoso Rivera respectivamente.
En 1844 Alberdi escribe “Tobías o la cárcel a la vela”, en la que el autor se burla de las opiniones de los socialistas de ese momento y por los cuales Alberdi profesaba una inocultable antipatía. Henri de Saint-Simón había fallecido en 1825 y sus obras se encontraban en plena expansión. Su “Nuevo Cristianismo” es precisamente de 1825, poco tiempo antes de morir y la teoría de su planteo era realmente original y sumó adeptos en la intelectualidad europea. El ex positivista, ayudante de Auguste Comte, estaba creando las bases del socialismo moderno. Además Alberdi ironiza en esta obra sobre la igualdad sexual y sobre las modas de la vestimenta poco femenina y poco masculina que se promueven con las ideas socialistas, que tendía a la igualdad, incluso en la vestimenta.
Hay que reconocer que sobre este tema de la vestimenta Alberdi era todo un experto. En 1837 editó en Buenos Aires el periódico La Moda. Por medio de este periódico se ocupó de divulgar la moda de la vestimenta femenina y masculina, como así también la buena música, las buenas costumbres y las adecuadas normas de urbanidad.
Finalmente en 1871, ya de mayor edad, Alberdi publica “Peregrinación de Luz del Día o viaje y aventuras de la verdad en el Nuevo Mundo”, y que a juicio de Gandia es la obra más irónica del autor mencionado. “La que conmovió e hizo reír a todo Buenos Aires y le dio en su época más renombre”. Cuando no, Sarmiento aparece en ella con el nombre de Tartufo y es el personaje principal de la obra. Quien es según el texto de la misma: “la mentira personificada, la hipocresía posesionada de la educación y la corrupción generalizada hecha carne”. Alberdi en Peregrinación…, le hace decir a Tartufo (Sarmiento) varios disparates, mucho más cerca de los discursos demagógicos de nuestros días que los que Sarmiento podría jamás haber mencionado. También en esta obra aparecen, además del malvado Tartufo, tres personajes más: Basilio de Sevilla, Gil Blas de Santillana y Fígaro. Gandia no aventura cuales eran los verdaderos nombres de ellos. Otros autores arriesgan los nombres de: Dalmacio Vélez Sársfield (Ministro del Interior de Sarmiento), Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina (Vicepresidente de la Nación acompañando a Sarmiento).
Si viviera mi madre, seguramente haría este comentario: ¿Qué raro no, este hombre que parecía ser tan serio? Y yo personalmente que leí las obras opino que: ironista por ironista, prefiero al Conde de Che Roga. Su ironía es mucho más profunda y además lacónica. ¿Qué más se puede pedir?
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