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miércoles, 20 de enero de 2016

Castellani nos habla de Sarmiento, Mitre, Rosas y el liberalismo

Por Leonardo Castellani
En ninguna parte leo que los que entregan las riquezas del país a los extranjeros tengan ni siquiera un año de prisión; la Constitución no tiene castigo ni remedio alguno para ese crimen; a no ser el castigo de hacerles una estatua y proponerlos como modelos de grandes ciudadanos a los chicos escueleros.
Me dirán por qué triunfó tanto tiempo el Liberalismo si era malo; les diré que ni triunfó del todo ni al comienzo era malo del todo. Sarmiento era liberal y no era malo del todo; por lo menos no era tan malo como Mitre; y por eso quizás murió en el destierro y Mitre en su cama, confesado y comulgado por una tía suya. El Liberalismo en su comienzo tenía algo de bueno, pues no hay error tan grande que no tenga algo de verdad, ni herejía que no se base en un dogma cristiano (en la corrupción de un dogma cristiano). Las tres divisas del Liberalismo: Libertad, Igualdad, Fraternidad, no eran más que las antiguas palabras cristianas: Orden, Jerarquía y Caridad que habían colgado la sotana, como nuestros famosos “curas liberales”.
Lo que había de bueno en el liberalismo de antaño, de 1820 a 1860, consistía en una especie de ímpetu juvenil contra un montón de cosas que tenían que morir; a saber, el absolutismo de los reyes, inventado por los reyes protestantes; el despotismo demasiado cerrado de los Gremios y Corporaciones medievales; y una decadencia en la Religión, que originó en Inglaterra el deísmo y en Francia el filosofismo. Así que toda la juventud europea a principios del pasado siglo se conmovía con ese grito de Libertad, y sabía lo que significaba para ellos esa palabra ambigua, que no lo era para ellos; lo que no sabían era lo que estaba detrás. Se sentían apretados, estrechos y cansados y al decir ¡Libertad! decían “queremos salir de esto”. Lo que no sabían todos era que detrás de esa dorada y sonrosada libertad del Liberalismo había primero un error, después una ficción y después una herejía; el error de la libertad de comercio, la ficción de la soberanía del pueblo y la herejía de la Religión de la Libertad (opuesta aunque derivada de la Religión de Cristo).
Esto que dije arriba de que el Liberalismo en el fondo es una herejía es muy importante. Ustedes lo saben ya; pero por las dudas les voy a leer una página que escribí hace dos meses en San Juan, donde se me enojaron altamente (algunos) y se me quejaron al Arzobispo (algunas) porque en un discurso sobre el 25 de mayo no nombré a Sarmiento; o mejor dicho, lo nombré, pero no dije “el Gran Sarmiento”.
“San Juan, 27 de julio de 1960.”
“¡Ojalá que estén en el cielo actualmente Sarmiento, Urquiza y Mitre!; pero en vida han sido puercos. No es un mal que en la Argentina haya habido traidores y traiciones; el mal está en hacer estatuas a los traidores y adorar traiciones. En todas las naciones ha habido crímenes; pero una nación que no distingue el crimen de la virtud, no puede ser nación. En San Juan si usted dice un discurso el 25 de mayo y no nombra a Sarmiento, le pasa lo mismo que si en la Edad Media usted hubiera dicho que no había Dios. Eso es religión, no me vengan con macanas: es religión al revés, o sea, una especie de religión satánica. «Hoy los Católicos han rendido homenaje a Sarmiento» dice el diario TRIBUNA del 22 de junio de 1960. Traducción: «Hoy los discípulos de Cristo han rendido homenaje a un hombre inmoral», o sea: «hoy los católicos han idolatrado»”.
“Si los niños en la escuela se les pone como objetos de reverencia, de admiración y de imitación a hombres inmorales, las bases mismas de la moral quedan minadas. ¿Qué hombres íntegros saldrán de allí? Una nación no puede ser independiente si no tiene una suficiente proporción de hombres éticos. Hombres éticos no son los que tienen solamente la moral rudimentaria del miedo a la policía y el respeto a las convenciones sociales; hombres éticos son los que tienen la pasión de la Justicia. La Escuela Argentina no tiende a hacer esos hombres; al contrario más bien.”
Mejor es no creer en nada, ni en Cristo ni en Sarmiento, que creer a la vez en Cristo y Sarmiento. Lo primero da un ateo; lo segundo, un católico mistongo.”
 
Díganle a monseñor NN de mi parte, con todo respeto y amor, que el Liberalismo es una idolatría y el Nacionalismo no es una idolatría. ¿Y por qué no? Si el liberal al hacer la Libertad con mayúscula un Fin Absoluto (y peor aun hacer un ídolo dese getudo indiscreto que fue Sarmiento) es idólatra, ¿por qué no será idólatra también el nacionalista que hace de la Nación con mayúscula un Fin Absoluto? Porque no; porque yo digo que no hay mucho peligro deso en la Argentina. No niego que sea posible en Alemania o Inglaterra; pero no hace tanto peligro deso en la raza hispánica; el gallego nunca va a hacer un dios de Francisco Franco, ni el argentino va a poner la estatua de Rosas en los altares; al gallego lo van a encontrar siempre hablando mal de Franco e incluso de España. ¡No hay peligro que el argentino adore a su patria, más bien actualmente hay peligro que la desprecie, escupida como está por los judíos! Pero miento, no es la patria: no ha escupido el Reino de Israel a la Patria sino al Estado; y ni siquiera al Estado; ha escupido al Gobierno; es decir, los judíos han escupido a otro judío. Así que díganle a monseñor NN, que dice que yo soy nazi y un energúmeno, con todo respeto y amor, que si yo soy nazi por entrar en esta casa, en esta casa somos nazis blancos, no somos nazis negros. Somos nazis azulyblancos, los cuales nunca adorarán a la nación como si fuese Dios, sino que amarán a Dios a través de su propia nación; porque si no amas a tu madre a la cual ves, ¿cómo podrás amar a Dios al cual no ves? Para muchos de nosotros, hacer Patria es sinónimo dese hacer Dios de que hablé al principio.
Así que el Liberalismo, movimiento histórico muy confuso en el cual estamos metidos, y el cual a mí me ha hecho mucho daño, puede ser considerado en tres planos diferentes, en el plano empírico, en el plano filosófico y en el plano teológico; que corresponden a las tres vidas que hay en el hombre: a la vida de los sentidos, a la vida del intelecto y a la vida sobrenatural de la gracia; en el plano empírico era una invención de la oligarquía inglesa y su posterior imperialismo, después adoptada por toda la burguesía europea, cuya meta era el Dinero; en el plano filosófico fue un intento de resolver para siempre el eterno problema de la persona frente a la sociedad; en el plano teológico fue una singular herejía que yo denominaría una de las Tres Ranas del Apocalipsis. Aquí lo hemos considerado en el plano filosófico; pero nos falta todavía la tercera definición, a saber: el Liberalismo fue un tremendo esfuerzo fallido por encontrar un equilibrio perenne entre el individuo y la Sociedad.
Esta es la definición más general y por tanto más filosófica del Liberalismo: fue un intento ambicioso y fallido de resolver para siempre la eterna antinomia entre el hombre y la sociedad; o sea, entre los dos polos de todos los sistemas políticos, la Autoridad y la Libertad; Yo no voy a decir los que dicen tantos, que es un país de m..., o como dijo Ricardo Rojas un país de loquitos, o como dijo Raymundo Pardo un país de semisalvajes, o como dijo Unamuno un país de cazadores de pesos, o como dijo Baroja un país de cursis; y tampoco que es un gran país, como dicen por radio, que basta escuchar la radio ahora para ponerlo en duda. Para mí hay una Argentina que me deja vivir a mí, la cual naturalmente tiene que ser muy buena; y otra Argentina mala, que no me deja vivir (no es que tenga demasiado empeño en vivir). Y ha llegado el momento en que una de las dos Argentinas elimine a la otra, como dijo San Martín: los de AZUL Y BLANCO lo arreglan muy cómodamente diciendo que una de ellas no existe (el “país real” supone que el otro país es “irreal”). No. Las dos existen; y la que a mí no me gusta está ahora arriba; y con todas sus fuerzas procura eliminar a la otra como mandó San Martín.
Eliminar ¿cómo? ¿Matando a todos los liberales? No es ése nuestro sistema, es el sistema dellos. El sistema nuestro es hacer Verdad como dije: durante un siglo entero el Nacionalismo en España estuvo haciendo Verdad: desde el doctor Filósofo Rancio hasta el mártir Ramiro de Maeztu; cosa que aquí no hemos tenido sino muy en precario. Pero para hacer Verdad ¿no hay que matar a alguno? A veces por desgracia hay que matar, sintiéndolo enormemente, a alguno, como lo hace Franco, en defensa propia; a algún malhechor, como hizo Rosas. En propia mía, no hay que matar a nadie. Nunca he querido tener un arma de fuego, a pesar de que tiro muy bien revólver, porque en último caso prefiero la muerte de Ramiro de Maeztu (que me maten por hablar demasiado) antes que matar a algún milico como en tiempo de Lonardi. Pero mejor es vivir sin matar a nadie ni ser muerto: lo cual no sé ya si durará todavía una década en la Argentina.
El error del Nacionalismo: es poner los ojos en el poder a corto plazo en vez de ponerlos en la Verdad a largo alcance. Creer que el fin último de la política es alcanzar o arrebatar el Poder es un error y una estupidez: es el error de Maquiavelo y la estupidez de los políticos baratos y pueriles que nos están moliendo y perdiendo. No se le puede pedir a un político, pongamos a Marcelo Sánchez Sorondo, que aspire al Sufrimiento y a la Derrota (es decir al Martirio); eso es propio del hombre religioso, no del hombre ético; y un buen político es un hombre ético; no se les debe pedir a los nacionalistas que no aspiren a la Victoria; pero es menester pedirles que no pongan su Victoria en la consecución del Poder (por ejemplo, una embajada) sino en la difusión triunfante de sus ideas (suponiendo que las tengan). O sea, que puedan como dijo el héroe nacionalista que nombré a sus asesinos: “yo sé por qué muero; y ustedes no saben por qué me matan” y pudiera haber añadido: “¡Pero muero para que lo sepan!”.
 
A pesar de que el Papa es infalible, si el Papa definiera que los nacionalistas argentinos son nazis (como me dicen que hay inminente peligro) yo no lo creería; porque si fuesen nazis serían alemanes; y si fuesen alemanes estarían organizados. Si los nacionalistas estuvieran organizados, tomarían estos dos discursos míos y repartirían 150.000 ejemplares por todo el país; como hicieron los requetés navarros en 1868 con el discurso de Aparisi Guijarro cuando la caída de Isabel II; la cual fue una especie de general Lonardi con polleras. O más bien, ya que ahora la imprenta es más barata un millón y medio de ejemplares. No pueden negar que esta idea es práctica, por lo menos para mí.
La definición argentina de hombre libre tal vez no sea muy filosófica pero es bien argentina. Dice así:
“Me siento libre... La justicia de Dios está más alta que la soberbia de los hombres. El hombre verdaderamente «libre» es aquel que exento de temores infundados y deseos innecesarios en cualquier país y cualquier condición en que se halle, está «sujeto» [es decir libremente cautivo] a los mandatos de Dios, al dictado de su conciencia y a los dictámenes de la sana razón...”.
Carta de don Juan Manuel de Rosas desde el destierro a doña Josefa Gómez: paréntesis mío.

LEONARDO CASTELLANI

15 de octubre de 1960.C

viernes, 1 de abril de 2011

El lenguaje del Padre Castellani

Por José María Iraburu

–Primero el lenguaje de Cristo, luego el de San Pablo, ¿y ahora el de Castellani? Pero bueno…
–Los dos posts anteriores, con tantas citas bíblicas, me dieron mucho trabajo. Éste de ahora es un descanso para mí y espero que también para los lectores.
El padre Leonardo Castellani, argentino (1899-1981) fue uno de los más grandes escritores del siglo XX en lengua hispana. Al analizar yo aquí su lenguaje, siempre lúcido y lleno de humor, me limitaré a destacar su ortodoxia y su valentía para combatir a los más venerados ídolos de su tiempo. Elijo como ejemplo la crítica que Castellani hizo de Teilhard de Chardin (1881-1955), admirado entonces por la mayoría de la intelligentsia católica, no solo la progresista.
Los errores teilhardianos. Ya en 1950 –parece increíble– se atreve Castellani a escribir en su obra ¿Cristo vuelve o no vuelve?: «quien dudare (de que se está formando ante nuestros ojos una nueva y vasta religión herética) puede leer las obras de […] o recorrer los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimatur del P. Teilhard de Chardin, […] mezcla detonante que constituye un vasto y complejo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y “modernista”». Y cinco años más tarde ofrece una lista de los principales errores de ese autor, presentes en sus obras de modo implícito o explícito:
«1.- El transformismo darwiniano dado como verdad cierta. 2.- La negación de la Parusía o Segunda Venida de Cristo tal como la entiende la Iglesia. 3.- La negación de la Redención por la obra personal de Cristo. 4.- La negación del pecado original, a la manera de Pelagius. 5.- Monismo materialista evolucionista parecido al de Spencer y Haeckel. 6.- Panteísmo sutil a la manera de Bergson. 7.- Interpretación modernista de todos los Sacramentos, empezando por la Eucaristía, a la manera de Guenther. 8.- Negación del fin primario del Matrimonio y constitución del fin primario del matrimonio en la “ayuda espiritual mutua de los esposos”. 9.- Aprobación de los medios contraconcepcionistas en el matrimonio, a la manera de Malthus. 10.- Negativa implícita de la autoridad de la Iglesia para definir, a la manera de Loisy, Tyrrel y otros» (Dinámica Social, nº 63, Buenos Aires, noviembre 1955).

La Iglesia reprobó los errores de Teilhard poco tiempo después:
–la Sagrada Congregación del Santo Oficio (6-12-1957), en tiempos de Pío XII, ordena en un decreto que «los libros del Padre Teilhard de Chardin, S. J., deben ser retirados de las bibliotecas de los Seminarios y de Instituciones religiosas; no deben ser puestos a la venta en Librerías Católicas y no es lícito traducirlos a otras lenguas». De hecho, sin embargo, sus escritos, mimeografiados, se difundieron ampliamente traducidos a muchas lenguas.
–la misma Congregación del Santo Oficio (30-6-1962), ya en tiempos del Bto. Juan XXIII, publicó un Monitum muy severo:
«Varias obras del P. Pierre Teilhard de Chardin, algunas de las cuales fueron publicadas en forma póstuma, están siendo editadas y están obteniendo mucha difusión. Prescindiendo de un juicio sobre aquellos puntos que conciernen a las ciencias positivas, es suficientemente claro que las obras arriba mencionadas abundan en tales ambigüedades e incluso errores serios, que ofenden a la doctrina católica.
«Por esta razón, los eminentísimos y reverendísimos Padres del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios, así como a los superiores de institutos religiosos, rectores de seminarios y presidentes de universidades, a proteger eficazmente las mentes, particularmente de los jóvenes, contra los peligros presentados por las obras del P. Teilhard de Chardin y de sus seguidores» (AAA 54, 1962,526).
En el mismo número de L’Osservatore Romano (30-6-1962) se publicó el Monitum acompañado de un estudio muy amplio. En éste se describían y reprobaban detalladamente graves errores y ambigüedades, la mayor parte de ellas ya señaladas por Castellani. La Creación del mundo no es para Teilhard un acto libre de Dios, y la evolución mundana, infaliblemente progresiva, en la que, de alguna manera, Dios se va perfeccionando, conduce necesariamente hacia el Punto Omega. Por eso, «el Cristo de la Revelación no es otro que el Omega de la Evolución»… «Cristo salva. Pero ¿no es preciso añadir inmediatamente que él es también salvado por la Evolución?» (Le Christique, ensayo inédito 1955). Ese mismo texto afirma que hay en Cristo, «en sens vrai», una «tercera naturaleza», no humana, no divina, sino «cósmica».
La gnosis de Teilhard, su teología-evolutiva, rinde al Mundo una veneración suprema. En 1934 (Comment je crois) confesaba: «si se diera el caso de que yo sufriera una revolución interior (renversement), si llegara yo a perder sucesivamente mi fe en Cristo, mi fe en un Dios personal, mi fe en el Espíritu, pienso que continuaría creyendo en el Mundo. El Mundo (el valor, la infalibilidad y la bondad del Mundo), tal es, en último análisis, la primera y la única cosa en la que yo creo».
La rehabilitación de Teilhard de Chardin es imposible, considerando la enorme gravedad de sus errores. Puede darse en alguna ocasión una expresión, dicha al paso, de admiración en alusión a una expresión feliz de su pensamiento. Pero no más que eso. Pondré un ejemplo al contrario. La Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal Ratzinger, con muchas precisiones y explicaciones, reconoció que el sistema filosófico-teológico de Antonio Rosmini es compatible con la fe católica, teniendo en cuenta tanto las investigaciones más recientes, como el cambio histórico-contextual en el que aquellas «cuarenta proposiciones» suyas reprobadas se formularon (Nota 1-7-2001). Pues bien, una rehabilitación análoga nunca podrá darse en referencia a Teilhard, y nunca, concretamente, el Cardenal Ratzinger, en sus 23 años al frente de la Doctrina de la Fe, la ha realizado.
La anécdota siguiente es significativa. Una carta del Cardenal Casaroli al rector del Instituto Católico de París, que celebraba el centenario del nacimiento de Chardin (L’Osservatore Romano, 10-6-1981), produjo tantas y tales protestas, que la Oficina de Prensa de la Santa Sede hubo de publicar un mes después una nota aclaratoria, asegurando que el Monitum de 1962 seguía vigente, «después de haber consultado al Cardenal Secretario de Estado [Card. Casaroli] y al Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, quienes, por orden del Santo Padre [Juan Pablo II], habían sido debidamente consultados de antemano acerca de la carta en cuestión» (L’Osservatore Romano 20-7-1981).

Escuchemos de nuevo al P. Castellani. El teilhardiano P. Luzzi, S. J. –ignorando el Monitum de 1962 y algunas obras críticas excelentes, como la del sacerdote argentino P. Julio Meinvielle (1965)–, canta la gloria de Teilhard en un artículo ¿Mundo y Dios en controversia? Y lo publica nada menos que en la revista paolina, de grandísima difusión popular, Familia cristiana (abril 1968). Poco después, el bueno de Castellani comenta adecuadamente el artículo. Pero antes de cederle la palabra, hago notar que con frecuencia él habla de Telar de Chardon, alegando que «éste es su nombre español, créanme, así lo hubieran llamado Cervantes y Luis de Granada»:
«El trabajo de este profesor constituye un intento de presentar a Telar en forma sinóptica y panegírica, para uso de la familia cristiana indefensa; a la cual la parta un rayo, si se fía de las “paolinas” […] Si Luzzi dijera palmariamente: “Nuestro Dios es un dios que se hace”, saltaría a los ojos una herejía patente […] Pero no lo dicen así: lo dicen amontonando la Cristogénesis, la centreidad, la morfología, la superconciencia, el punto Omega, el espacio-tiempo de forma cónica, la noosfera y cien más. Así, que te entienda Las Vargas.
«Las “ambigüedades” hormiguean en este escrito. Tomemos un ejemplo: Telar y su heraldo [el P. Luzzi] llaman conciencia a la afinidad química de los minerales, a los tropismos de las plantas, a la percepción del animal y a la conciencia del hombre; y por si fuera poco, también al hecho –si es hecho– de que “el portuario de Londres, el de Buenos Aires, el de Santa Fe reaccionan del mismo modo [?]. Hay algo que los hace manifestarse así, hay una conciencia común… ¿No notamos en esto una unificación de las conciencias?”. O sea una “superconciencia” destinada a unificarse en un bloque e ir a parar al Punto Omega en forma cónica.
«Esto pasa ya de la ambigüedad; es un bruto sofisma. El profesor dice que es “analogía”. Nones. Es un bruto equívoco, es equivocación. Nos toma por memos.
«Y así se podrían traer seis “ambigüedades” más. Como la que el espacio-tiempo-energía (Trinidad chardoniana) tiene necesariamente forma de cono. Risum tenete, amici! [amigos, aguanten la risa].
«Ellas [las ambigüedades] tiran a persuadir que en la Iglesia hay y había muchas cosas mal, que una buena inyección de Telar curaría como por ensalmo. Los que se opongan a eso, el Luzzi los amenaza con una cantidad de males que resumiremos en esto: se quedarán atrasados en las tinieblas de la Edad Media y no podrán convertir obreros –de los cuales Telar y el Luzzi deben haber convertido millares–; mientras los que se incorporan al movimiento gozarán de una cantidad de bienes tal que recuerdan el aria Ciarlatano en L’elisir d’amore de Donizzeti» (Jauja, nº 18, Buenos Aires, junio 1968).
Reconozcan ustedes, por favor, que hoy estamos urgentemente necesitados de la irreverencia bien documentada del lenguaje del P. Leonardo Castellani ante la manga de sabiazos elevados en nuestro tiempo, frente al Magisterio apostólico, como grandes ídolos teológicos.
Los admiradores actuales de Teilhard de Chardin siguen siendo en la Iglesia, por supuesto, los modernistas y progresistas supervivientes, cada vez más viejos y desencantados –y cada vez más fuera de la Iglesia–. Pero no deja de ser significativo que los principales enemigos actuales de la Iglesia rinden especial culto al P. Pierre Teilhard de Chardin. Por ejemplo:
–La New Age admira a Teilhard de Chardin.El Pontificio Consejo de la Cultura y el Pontificio Consejo para el Diálogo interreligioso, colaborando con otros altos organismos de la Santa Sede, elaboraron un amplio documento sobre la New Age, titulado «Gesù Cristo, portatore dell’acqua viva. Una riflexione cristiana sul “New Age”» (2-3-2003). El documento analiza el conjunto de tendencias gnósticas, panteístas, evolucionistas, naturalistas, esotéricas, etc. que confluyen en la New Age, y señala también su afinidad con el pensamiento de Teilhard, cuando dice en la nota [15] del documento:
«A fines de 1977, Marilyn Ferguson [una de las principales teóricas de la New Age], envió un cuestionario a 210 “personas empeñadas en la transformación social”, que ella llamó “Aquarian Conspirators” […] Cuando se solicitó a los encuestados que dieran el nombre de los individuos cuyas ideas les habían influido, bien a través del contacto personal, bien por medio de sus escritos, los más nombrados, por orden de frecuencia fueron éstos: Pierre Teilhard de Chardin, C. G.. Yung, Abraham Maslow, Carl Rogers, Aldous Huxley, Roberto Assagioli y J. Krishnamurti». A estos siete nombres principales, añade el documento otros 30 nombres significativos (The Aquarian Conspiracy. Personal and Social Transformation in Our Time, Tarcher, Los Ángeles 1980, pg. 50, nota 1 y pg. 434).

–La masonería admira a Teilhard de Chardin. Jacques Mitterrand, Gran Maestre de la Masonería, declaró en la Asamblea General del Gran Oriente de Francia (3/7-9-1962):
Teilhard de Chardin, «quizá sin que se diese cuenta de ello, ha cometido el crimen de Lucifer de que la Iglesia de Roma con frecuencia ha acusado a los masones: él ha afirmado que en el fenómeno de la hominización […] es el hombre quien tiene la precedencia y no Dios y es el artículo principal de este proceso. Cuando esta conciencia colectiva alcance su apogeo en el punto Omega –como dice Teilhard–, entonces habremos producido el nuevo tipo de hombre, como lo deseamos: libre en su carne y sin trabas en su mente» (Roca, XV, nº 171, 3-1982). Probablemente el Gran Maestro masónico no interpreta bien a Teilhard, pero sí es cierto que la masonería halla una afinidad profunda entre su visión y la gnosis teilhardiana. Y en todo caso, sí queda claro que tenía razón Castellani cuando entre los errores principales de Teilhard señalaba «la negación de la Parusía». Si Teilhard «profetiza» la eclosión final histórica y triunfante de la Evolución, la Iglesia católica, enseñada por Dios, muy por el contrario, nos asegura que ese advenimiento glorioso del Reino no se dará «en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal» (Catecismo 677).

Actualidad de Castellani. El lenguaje que Castellani, estando él muy solo, emplea contra tantos falsos profetas venerados en su tiempo, y concretamente, como hemos visto, contra la gnosis panteísta-evolucionista de Teilhard, es semejante al lenguaje de Cristo y de San Pablo contra letrados y fariseos. Y ése es el lenguaje que hoy queremos recuperar en la Iglesia católica. Tiene razón Castellani: nos toman por memos.