POR EL DR. JULIO R. OTAÑO
A 172 años de la desaparición física de José Francisco de San Martín y Matorras, el mito se agiganta y la denominación de Padre de la Patria está muy lejos de ser un anacronismo o una glorificación instalada en el bronce. No voy a hablar del Libertador Militar de América, ni del forjador de nuestra independencia, ni del líder junto con Belgrano, Guemes o Rosas. José de San Martín fue lo que quiso ser: un hombre común, Sus modos de comunicarse con la comunidad lo convirtieron en un líder cercano a las necesidades de su gente. Sus características fueron: El esfuerzo: y en su caso fue doble, por el estado de su salud, en particular, sus malestares gástricos que lo desangraron desde España; La generosidad y sentido de la solidaridad social que se manifiesta permanentemente en su vida; La modestia: Acordémonos de su vestimenta escasa y sencilla, que manda componer y remendar cuantas veces sea necesario, huía permanentemente de los homenajes; La honestidad transparente. Ya que sin honestidad no hay proyecto posible para el futuro y su vida limpia y honesta es modelo de futuro; la educación: Enamorado de los libros, fundó tres Bibliotecas y en el decreto de creación de la de Lima, dijo que los libros son letales para los malos gobernantes; defensa de los derechos del hombre sustentados por sus decretos terminando con la esclavitud y la servidumbre en los pueblos originarios; La defensa y unión nacional: San Martín vivía preocupado por la disolución y la disgregación nacional, apoyando a Rosas en sus enfrentamientos con el imperialismo anglofrancés; Unidad Latinoamericana: su gesta fue la causa de América, compartida con Simón Bolívar; Renunciamiento: a los honores y acompañado del silencio en su camino al ostracismo.
En Cuyo, específicamente en Mendoza, se mostró como un Gobernante honesto y progresista: fomento la actividad agrícola con la venta de tierras estatales que no habían sido cultivadas, siguió la tradición de los huarpes (pueblos originarios) mandando construir canales de riego, apoyó la industria vitivinícola, adoptó medidas destinadas a mejorar la salud pública, además de la creación de caminos y postales de correo que multiplicaban la comunicación. Además, los trabajadores rurales y peones también recibieron mejores condiciones laborales y salariales. A nivel personal al General le gustaban las flores, su comida preferida era el asado, que comía con un sólo cubierto: el cuchillo. No le gustaba el mate, pero era un apasionado del café. Y como conocía el alma del soldado y su amor por el mate, tomaba café con mate y bombilla. Conocía mucho de vinos. Y podía reconocer su origen con sólo saborearlo. Era fumador de tabaco negro, y el mismo se preparaba sus cigarros. Era muy buen jugador de ajedrez, y difícil ganarle. Se remendaba su propia ropa. Era habitual verlo sentado con aguja e hilo, cosiendo sus botones y Usaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles. Predicaba con el ejemplo.. Y jamás, daba una orden a sus subordinados, que él mismo no pudiera cumplir. Su palabra era santa, y para sus hombres era ley. Hablaba inglés, francés, italiano, y obviamente español, con un pronunciado acento andaluz. Tenía la costumbre de aparecerse por el rancho, y pedirle al cocinero que le diera de probar la comida que luego comería la tropa. Siempre buscó economizar la sangre de los pueblos y buscaba como lo dice en una carta “Tenemos la responsabilidad de la gloria mayor a que puede aspirar un hombre: asegurar la felicidad de nuestros países, sin sangre y sin lágrimas". En Buenos Aires a los 34 años conoció a Remedios de Escalada con quien se casó y cuyo fruto de amor fue Mercedes Tomasa, nacida el 24 de agosto de 1816 en Mendoza (en Mendoza se recuerda como el Día del padre y se lo tendría que recordar en todo el país). Realiza sus grandes hazañas, libertador de 3 naciones, regresa a su patria y sufre la partida de su “Esposa y amiga” fallecida de tuberculosis a los 26 años…Recoge a su niña y parte al exilio europeo. “Un hijo es un don del cielo, que sólo los padres pueden valorar y que tan poderosamente contribuye a la felicidad de nuestra vejez”, sostuvo en carta a Guido. Redacta sus “Máximas a Merceditas” donde le aconseja: Humanizar el carácter y hacerlo sensible; amor a la verdad y odio a la mentira; culto a la amistad y ayudar a los que lo necesitan; respetar todas las religiones y los pensamientos; ser dulce con niños y ancianos: desprecio al lujo y amor por la patria y la libertad. La “infanta mendocina” casó con Mariano Balcarce y fueron padres de dos niñitas que fueron el amor de su orgulloso abuelo, quien les daba sus medallas para que jueguen….Un 17 de agosto de 1850, el viejo guerrero entrega su corazón a Dios, tomando la mano de su hija.. escribió días antes: “El constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado mi hija, ha recompensado con usura todos mis desvelos, haciendo mi vejez feliz: yo le ruego continuar con el mismo cuidado y contracción la educación de sus hijas (a las que abrazo con todo mi corazón) si es que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he tenido”. Y así terminó sus días el Padre de la Patria: ejemplo de patriota, de hombre de Estado y de ser humano en todas sus manifestaciones.
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