viernes, 22 de octubre de 2021

Juan Bautista Bustos (1779-1830)

Por el Profesor Jbismarck
Juan Bautista Bustos nació en Punilla, provincia de Córdoba, el 29 de agosto de 1779.   Llegó a Buenos Aires en clase de capitán de milicias, del contingente tercio de Arribeños, con el que contribuyó su provincia natal para rechazar la invasión inglesa de 1806.

A.jpg En 1809, el general Francisco Ortiz de Ocampo lo asciende a teniente coronel efectivo y entre los argumentos de tal mención hace referencia a lo actuado por Bustos en la campaña de reconquista de Buenos Aires y rechazo de la segunda invasión de 1807. Como ejemplo de su valor, Ortiz de Ocampo describe un enfrentamiento producido el 5 de julio de 1807 en el cual Bustos, al mando de 30 hombres del cuerpo de arribeños, enfrenta una columna inglesa de 240 efectivos a la que con valor y pericia logra rendirla y tomar prisioneros a 214 soldados y 13 oficiales.
Los historiadores le asignan haber participado en un discreto segundo plano en las jornadas revolucionarias de 1810. Se sabe que en las posteriores disputas internas de la Primera Junta estuvo al lado de Saavedra y que fue uno de los oficiales que se movilizó en aquella suerte de pueblada a favor del saavedrismo ocurrida durante las jornadas del 5 y el 6 de abril de 1811. Cuando Saavedra cayó en desgracia, él corrió su suerte, pero para 1815 lo vemos integrando -en su condición de coronel- el Ejército del Norte. En realidad, el Director Supremo, Ignacio Álvarez Thomas fue quien le otorgó ese destino.
En 1815, partió de Buenos Aires al mando de mil hombres para integrarse al Ejército del Norte que venía de sufrir la derrota de Sipe-Sipe. Rondeau fue reemplazado por Belgrano, quien restableció la disciplina en Tucumán donde contó con el invalorable apoyo de Bustos, que mandaba el cuerpo de soldados del 2 de Infantería Patricios.
Por orden de éste precisamente, se dirigió a Santiago del Estero con un destacamento de las tres armas, con la misión de sofocar la insurrección del teniente coronel Juan Francisco Borges en rebeldía contra la Junta de Buenos Aires.  En realidad no llegó a actuar, pues una vanguardia adelantada por Belgrano a las órdenes de Gregorio Aráoz de Lamadrid lo apresó y fusiló sin juicio previo, en diciembre de 1816.
 

Reintegrado al Ejército del Norte ocupó el cargo de Jefe de Estado Mayor siendo el tercero en el mando después de los generales Belgrano y Fernández de la Cruz.  En Arequito el 8 de Enero de 1820 sublevó los restos del Ejército del Alto Perú, conjuntamente con el coronel Alejandro Heredia y el comandante José María Paz.  Declaró entonces: “que no seguiría haciendo la guerra civil…”. 

Marchó hacia Córdoba, donde el 21 de marzo de 1820 será elegido gobernador. Se reconcilia con López y culmina el enfrentamiento con los santafesinos y se alinean ambos con Buenos Aires.
Sostuvo el cargo de gobernador de Córdoba por 9 años y se puede afirmar que su gobierno fue fecundo, sin exagerar, el mejor gobernador de Córdoba de todo el siglo XIX: organizó la política y la Justicia. Se ocupó del progreso de la educación; renovó los planes de estudios universitarios y de la instrucción pública en general, creó la Junta Protectora de Escuelas; desarrolló la imprenta y la libertad de prensa. El 20 de febrero de 1821 promulgó la primera Constitución cordobesa, adelantándose al resto del país. Propendió, en lo económico, a la libertad de comercio interior, pero protegiendo las industrias nacionales. Estableció un plan de administración de correos; fijó impuestos y tasas de Aduana; construyó obras de defensa y desagüe sobre el río Primero;
En el ámbito nacional en destacada participación cultivó la amistad y el afecto de San Martín y de Güemes, a los que apoyó con hombres, armas, caballada y dinero. Incluso, trató de interceder ante Buenos Aires para que le procuren al Libertador apoyo económico para su magna empresa. Pero su empeño naufragó ante el pérfido Rivadavia, dueño de la situación porteña. Bustos fue un acendrado defensor del federalismo y de la religión católica: su reconciliación con Estanislao López fue muy productiva, cuando éste pacifica la relación con Buenos Aires mediante el Pacto de Benegas, Bustos ofreció la garantía política del acuerdo proponiendo llamar a Congreso General Constituyente en nuestra provincia, cosa que se suscribe.

Este plan naufraga por imperio de la mano negra de Rivadavia quien posteriormente citará en Buenos Aires a firmar el Tratado del Cuadrilátero con las provincias del Litoral, acción que devendrá en la frustrada Constitución unitaria de 1826 que fue rechazada por todo el Interior. Para colmo, el sector rivadaviano aprovechó la contingencia y sancionó la ley presidencial, su "portaestandarte" volvía de Europa de recibir las instrucciones de sus mandantes y lo entronizaron en el sillón de Rivadavia, que desde ese momento será mal llamado "Primer presidente".
El despropósito incoado por Rivadavia de firmar la paz a cualquier costo con Brasil (para proteger el comercio de ultramar con Gran Bretaña) luego que hubimos derrotado a los ejércitos imperiales en las gloriosas batallas de Ituzaingó y Juncal, provocaron el motín unitario del 1º de diciembre de 1828, cuyas funestas consecuencias fueron el inexplicable fusilamiento de Dorrego y el avance de Paz sobre Córdoba, que el 22 de abril de 1829 bate a Bustos en la batalla de San Roque, derrocando el gobierno federal y entronizándose de facto en dicho cargo.
Bustos y el resto de sus hombres se sumaron a las tropas de Quiroga y lo acompañaron en su derrota de La Tablada. Según se dice, allí peleó con valentía y arrojo y recibió heridas que un año después habrían de provocarle la muerte. Facundo Quiroga acude a apoyar al gobernador depuesto, pero ambos son derrotados por el eximio estratega militar que fue José María Paz, en las batallas de La Tablada y en Oncativo.
Luego de las derrotas sufridas, y con varias heridas, trata de alejarse camino a Santa Fe en busca de refugio. Lo sorprendió la noche cerca del río Primero. Próximo al Molino de las Huérfanas, lo avista y persigue una patrulla enemiga que le intima la rendición, trató de resistirse pero su brazo herido no pudo blandir su espada. Para colmo, era una zona en que la barranca del río se alza a bastante altura, cortándose casi verticalmente. Pero ese valeroso criollo no se entrega, vuelve grupas, le cubre a su caballo los ojos con un poncho, clavó espuelas, lanzando el animal a la carrera, y saltó desde el abrupto barranco hasta el lecho del río.
El animal terminó horriblemente fracturado por el golpe y Bustos también sufrió graves consecuencias ante el impacto de su pecho contra la cabeza del equino. A pesar de sus heridas, Bustos gana la orilla y se refugia en una de las quintas de la costa donde atenuaron sus dolores. Luego marchó a pie y hasta en carretilla hacia su destino final, Santa Fe, adonde arribó el 10 de julio siendo recibido por López, su otrora adversario, con el rango que Bustos merecía y dándole asilo como a toda su familia, que llegó después, desterrada por el insensible Paz que los persiguió y sumió en la pobreza confiscándoles todos sus bienes.
Poco después, el 18 de setiembre de 1830, muere a los 51 años de edad a consecuencia de las considerables heridas sufridas. Sus restos fueron inhumados en predios del convento de Santo Domingo.

2 comentarios:

  1. Este relato, sobre la muerte del Caudillo Cordobés Juan Bautista Bustos es un ejemplo para los jóvenes argentinos que quieren rememorar sobre el pasado con hombres de verdadero valor y patriotismo. Su muerte trágica, nos recuerda el valor de la vida con honor de muchos gobernadores argentinos pundonorosos y honestos.

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  2. Paz, tan elogiado por los liberales, traiciono a Bustos, su jefe y legitimo gobernador!!

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