sábado, 23 de junio de 2012

Joaquín Campana

Por el Licenciado Alberto Umpiérrez

El Dr. Joaquín Campana es el principal vocero e intérprete del movimiento de los “orilleros”, pero a pesar de que es un excelente orador de mucho prestigio entre los quinteros y las clases medias y bajas de Buenos Aires, no es un caudillo, es fundamentalmente un intelectual, un abogado que había cursado en Córdoba sus estudios humanidades y jurisprudencia, doctorándose en leyes en los tradicionales claustros de la Real y Pontificia Universidad de Nuestra Señora de Monserrat.
Pero Joaquín Campana no era porteño, sino oriental. Había nacido en la ciudad de San Carlos el 24 de mayo de 1773 y fue bautizado en la Parroquia de San Carlos Borromeo el día 27 de ese mismo mes (L. 1B fl. 26v.).
Era el segundo hijo de Andrés Campana, originario de Dublín, Irlanda, razón por la cual tuvo que castellanizar su nombre y apellido irlandeses Andrew Campbell, cuyos padres se llamaban James Campbell y Johanne Green. Este emigró al Río de la Plata acosado por la intolerancia religiosa de los calvinistas ingleses del siglo XVIII, desembarcando en Maldonado y estableciéndose en San Carlos. Contrajo matrimonio antes de 1771 con Bárbara Espíndola, nacida en Rio Grande e hija de portugueses azorianos, que forman ya desde 1764 el núcleo fundacional de la comunidad carolina.
En 1775 la familia Campana Espíndola está establecida en Maldonado pero en 1795 hay documentos que ubican a la familia en Montevideo, y luego pasa a radicarse definitivamente en Buenos Aires desde 1797, donde Andrés Campana se desempeña como “Guardia Resguardo de Rentas”.
Al llegar a Buenos Aires Joaquín Campana ya tiene 24 años de edad y seguramente cursó sus estudios primarios y secundarios en Maldonado y Montevideo respectivamente. Era un oriental de cabo a rabo. Sería una gran casualidad que habiendo vivido tantos años en la Banda Oriental la familia Campana no tuviera ninguna relación con la familia Artigas, que eran varios y muy conocidos e insertos en la comunidad.
El 4 de Junio de 1803, el Dr. Joaquín Campana fue habilitado como Agente Fiscal de la Real Hacienda, cargo que desempeñaba al producirse las invasiones inglesas.
Participa activamente en el movimiento popular que acaudillado por Martín de Álzaga ofrece tenaz resistencia a la ocupación británica. El 14 de agosto de 1806 está presente entre las 96 personas que concurren al Cabildo Abierto que resuelve destituir al Virrey Sobremonte del mando militar de la ciudad de Buenos Aires, imponiendo como General en Jefe a Santiago de Liniers. En una carta dirigida al “Príncipe de la Paz” el destituido Marqués de Sobremonte manifiesta “que el abogado Joaquín Campana había tomado la palabra en aquel Cabildo junto con otros revolucionarios quienes eran los cabecillas que dijeron al pueblo que tenía autoridad para elegir mandatario”.
El 18 de noviembre de 1806 el Coronel Cornelio Saavedra certifica que Joaquín Campana revista como oficial del Regimiento de Patricios, participando también en tal carácter en los combates de 1807.
Participa activamente en el proceso que conduce a la formación de la Junta Gubernativa. En el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 vota en contra de Cisneros y en apoyo de la fórmula propiciada por Cornelio Saavedra.
Aparentemente ocupa un rol secundario durante el período de la Primera Junta, seguramente vuelve a sus actividades como abogado o como fiscal. Hay un enorme e inquietante vacío documental en este período de su vida, similar al misterio que hay sobre la actividad de José Artigas en 1810 y en el primer trimestre de 1811, justamente y casualmente cuando ocurre su presencia en Buenos Aires.
La cuestión es que protagoniza la movilización de los orilleros del 5 y 6 de abril, y luego ocupa la Secretaría de Gobierno hasta el 16 de setiembre de 1811, momento en que es desplazado y arrestado por orden del Primer Triunvirato establecido por presiones del Cabildo de Buenos Aires y de la “Sociedad Patriótica” porteñista.
Desde la fecha de su arresto queda confinado en el Fortín de Areco hasta que resulta beneficiado por la “Ley de Olvido” de 1822. En Areco pasa sus años más duros, sometido a todo tipo de privaciones junto a su familia. No deja de ser muy significativo el hecho de que es liberado de su confinamiento después de la internación de José Artigas en el Paraguay, lo cual permite reforzar la idea de una vinculación ideológica y política entre ambos. Más aun considerando que al Alcalde Tomás Grigera, que también es sometido a prisión por el Triunvirato, lo dejan libre casi enseguida en 1813 e incluso le otorgan tierras y cargos desde 1814.
El Alcalde Grigera fue favorecido por una ley sancionada por la Asamblea General Constituyente reunida en 1813, que otorga el perdón a todos los incursos en delitos políticos y militares con las únicas excepciones expresas de Cornelio Saavedra y Joaquín Campana. A Cornelio Saavedra, después de muchas vicisitudes, lo rehabilitan en 1818, permitiéndole regresar a Buenos Aires, restituyéndole su grado militar y asignándole un cargo en el ejército. Pero ninguno de los dos aboga por la libertad de Joaquín Campana, que sigue preso hasta 1822. Evidentemente su vinculación más fuerte es con José Artigas, al menos desde el punto de vista de sus captores.
Luego de su liberación se traslada con su familia a la localidad bonaerense de Chascomús, donde ejerce como Juez de Primera Instancia en la Campaña hasta 1829. Este año se embarcó en la goleta Rosa rumbo a Montevideo, con el propósito de radicarse definitivamente en esta ciudad para ejercer su profesión de abogado. La Provincia Oriental ya se había independizado y en virtud de su nueva Constitución de 1830 elige su primer Cuerpo Legislativo.
Pero el Dr. Joaquín Campana no había sido olvidado entre sus compatriotas, a pesar de los muchos años de reclusión, y tiene el privilegio de resultar electo por el sufragio de sus conciudadanos para formar parte de la primera Legislatura instalada en la nueva República, en calidad de Senador, siendo posteriormente reelegido varias veces, llegando a desempeñar la Vicepresidencia del Cuerpo por un período.
Durante la Presidencia de Manuel Oribe se dedica a promover la cultura y la educación, pasando a desempeñar el cargo ejecutivo de Inspector General de Instrucción Pública, a la vez que ocupa la Cátedra de Filosofía a nivel universitario. En 1839 preside la apertura de la Academia Teórico Práctica de Jurisprudencia en Montevideo, pero debido al cambio de gobierno forzoso que se procesa a fines del año anterior, se ve obligado a mudarse otra vez a Buenos Aires, donde permanece hasta su muerte, ocurrida el 12 de setiembre de 1847.

viernes, 15 de junio de 2012

Fray Francisco de Paula Castañeda

Fray Francisco de Paula Castañeda
El Padre Castañeda, alias “Carancho”, luchó incansablemente con su pluma filosa en los periódicos que el mismo fundaba, entre otros:

“El Lobera”
“La Verdad Desnuda”
“Vete Portugués que aquí no es”.
"Eu no me meto con ninguem"
"ven portugués que aquí es"
"Buenos Aires cautiva"
"Nación Argentina decapitada por el nuevo catilina Juan Lavalle."
“El Doña María Retazos”
“El despertador Teofilantrópico Misticopolítico”
“El Doña Matrona Comendadora de los cuatro periodistas”
“El desengañador gauchi-político, fedeimontonero, chacuacoriental, chotiprotector, putripublicador de todos los hombres que viven y mueren descuidados en el siglo diez y nueve de nuestra era cristiana”.

Desde sus periódicos descargó sus dardos y su artillería verbal contra sus enemigos políticos, a quien no dudó en ridiculizar y poner originales apodos, utilizando seudónimos que el mismo se atribuía.
Tuvo la predilección por los seudónimos con “Doña”. En el “Desengañador Gauchipolitico” del 5 de agosto de 1820 firmaba un Comunicado como “Doña viuda de la Patria” y en distintas oportunidades lo hizo con “”Doña Aburrida de Ingratos”, “Doña a Veces me Falta la Paciencia”, “Doña Detesta Niños”, “Doña Honesta Recreación, “Doña Lección no Interrumpida”, “Doña Estense los Cristos Quedos” o “Doña Mejor Jugador no Debe Quedar sin Cartas”.

Ofendido por los apodos que el Padre Castañeda le endilgaba, el general Hilarión de la Quintana lo llamó “Fraile Bigardo” (Fraile desenvuelto y de vida libre) y lo amenazó con hacerle dar “cincuenta azotes borneados por un negro” . Lejos de amedrentarse, el fraile le respondió al militar: “Mientras el general con su espada ande buscando el corazón de Fray Francisco, entre tanto sayal y tanta jerga, el Padre Fray Francisco le encontrará la boca y no le dejará diente a vida ni para comer mazamorra”

A Bernardo González Rivadavia, más conocido como Bernardino Rivadavia le dedicó estos versos:

"No hay provenir maravilloso
ni otro contenido más delicado
que librarse del Sapo del Diluvio
El Sapo es Rivadavia o Rivaduvio
o el Robespierre el renegado".


También lo apodó “Crispinillo el Trompudo”, en su canción “El Teruleque”, “Escriba”, “Doctor Bernardino Garrapata” y “Don Bernardote Riobombo” en el periódico “Vete Portugués que aquí no es”.

También refiriéndose a Rivadavia “Del nuevo Don Quijote de La Mancha, de la trompa grandísima, del inflado con antiparras, del sapo diluviano, del escuerzo de Buenos Aires, del Rey loco, del Ombú empapado en aguardiente, del Doctor en Ignorancia, de la Sota de Bastos (…) ¡Libera nos Domine!”

Mientras las provincias luchaban con los españoles por la independencia, los emisarios de Buenos Aires Rivadavia y Valentín Gómez recorrían las cortes de Europa en busca un príncipe para coronar en el Río de la Plata. Pueyredón ofrecía la corona a algún príncipe de Francia …”a la familia tan querida de nuestros corazones” (la de Borbón-Orleans).

Los ingleses no querían la coronación de un francés que compensaría la balanza (hasta ese entonces totalmente favorable al comercio ingles), y preferían la dependencia de España y la libertad del comercio ingles. Como no pudieron conseguir un príncipe de “pais de primer orden” para gobernarnos, a Valentín Gómez le ofrecieron un “premio consuelo” para que se corone a Carlos Luis de Borbón, Príncipe de Luca ...”un joven, casi un niño, del que solo puede enterarse que tocaba el violín y era soberano de un pequeño Estado Italiano”...Se negoció en forma reservada y se aprobó en forma secreta por el Congreso.

Como Valentín Gómez (preparándose para la próxima ceremonia) trajo un peluquín de Europa para tapar su pelada, el siempre original padre Castañeda le diría en verso:

"Mama Valentina.
se puso peluca,
cuando fue a traernos,
al duque de Luca."


Fuentes:
- Cutolo-Ibarguren (h). Apodos y denominativos en la historia argentina.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar